La dulce y reivindicativa carta de amor de Sue Bird, novia de Megan Rapinoe, que alimenta la guerra contra Trump
La campeona olímplica y estrella del baloncesto femenino, pareja de la heroína moral del Mundial, publica un ensayo alabando su figura y explicando cómo se siente después de que el presidente de EEUU haya ido a por la mujer que más quiere.
La nueva power couple estadounidense ni sale de Hollywood ni se rige por las reglas heteropatriarcales. Hablamos de Megan Rapinoe y Sue Bird. A la primera se la conoce por ser la nueva superheroína de la que todos hablan, máxima goleadora de la selección de fútbol de EEUU y por ser una activista incansable por los derechos LGTBI y laborales de su gremio que no teme enfrentarse públicamente a Trump –ha reiterado hasta en dos ocasiones que no visitaría la «jodida» Casa Blanca si el presidente la invitase a la selección estadounidense–. La segunda es su pareja desde las Olimpiadas de 2016, cuatro veces campeona olímpica con el equipo de baloncesto de EEUU y estrella del Seattle Storm. Si hace unos días la Wikipedia fue cambiada para indicar que Rapinoe era la nueva presidenta de EEUU, ayer Bird capitalizó el interés de la conversación digital al publicar el ensayo Así que el presidente odia a mi novia (So the president f*cking hates my girlfriend), un supuesto análisis en la previa de la semifinales del Mundial convertido en carta de amor y respeto a la estrella indiscutible del campeonato. En el texto no solo critica los comentarios de Trump contra Rapinoe, también analiza cómo el partido contra Francia ha sido un punto de inflexión en la cultura estadounidense por abrazar de forma popular al fútbol, admirar el fútbol femenino y respetar a una atleta lesbiana como bandera.
«¿Qué hace el presidente de los Estados Unidos reaccionando como adolescente en contra de tu novia? Bueno… es muy raro», apunta en su tribuna sobre el momento en el que Trump empezó a tuitear contra su pareja. «Tuve una reacción normal: me asusté un poco. Hay algo que tienen que saber: nuestras tendencias políticas son similares, pero no nuestra forma de exteriorizarlo». Si Bird había apostado en el pasado por un perfil menos reivindicativo que Rapinoe, queda claro con está misiva que no piensa dar un paso atrás ante los intolerantes. «Es algo curioso. ¿En serio, este tipo? ¿No hay nada más importante a lo que dedicar tu tiempo? Sería algo para reírse si no fuera tan grotesco y si sus decisiones políticas no afectaran a tantos inocentes. Y lo que realmente asusta es que no es solo sus tuits, de repente llega la gente de MAGA (Make America Great Again, eslogan de los seguidores Trump) apareciendo hostilmente en las menciones de Twitter, los blogs escribiendo cosas terribles sobre una persona que quieres mucho. Y ahora hay ataques a Megan en Fox News y quién sabe en dónde más», apunta.
Además de destacar que Rapinoe es «la reina a la que más ganas dan de besar en todo el mundo» y que no está de acuerdo con su pelo rosa («lo diré porque es un espacio para la honestidad y ella está del otro lado del Atlántico: estaba en contra de eso. Pensé que era algo muy impulsivo y voté en contra (no que mi voto cuente en cuanto a las decisiones de moda de Megan, que es una ‘democracia modificada’: ambas damos nuestra opinión y al final hace lo que ella quiere»), Bird alaba en la carta la actitud moral y responsabilidad deportiva de su pareja. «A Megan no hay forma de sacudirla. Ella hará lo suyo, a su velocidad, a su ritmo y no pedirá disculpas por nada. Cuando lo de Trump comenzó la semana pasada, Megan no se mostraba nada preocupada. Es raro decirlo, pero fue lo único normal de todo esto. No es una farsa o algo para desviar atención, es Megan en nivel ‘jefa’ de un videojuego en autoconocimiento. Ella siempre ha tenido esa confianza, pero eso no quiere decir que sea inmune. Es sensible como todos, quizás hasta más, pero ha encontrado la forma de controlar esa sensibilidad y eso hace que luce por otros».
El día que EEUU se puso las gafas de Megan
Si en la carta Bird reivindica la igualdad salarial («tenía planes de escribir un largo texto sobre esto, ¿pero sabes algo? Si no estás de ese lado de la lucha, buscando pago igualitario en cualquier deporte o industria, me siento mal por ti. Estás mal y terminarás perdiendo»), también loa cómo el partido contra Francia supuso un punto y aparte en la concepción de la identidad sexual en el ámbito deportivo. «Durante el encuentro, sucedió algo increíble: TODO EL PAÍS SE PUSO LAS GAFAS DE MEGAN. Parece que fue el momento que el país decidió aceptar el fútbol, el fútbol femenino, una atleta abiertamente gay anotando dos goles y festejando con locura. Y esa misma superestrella gay no es alguien prefabricada o que tenga un nivel básico de orgullo en su sexualidad, sino que es la tonta reina más grande y más besable del mundo, quien da crédito a su sexualidad por anotar esos dos goles y sus festejos y conseguir una grandísima victoria».
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.