Bérénice Bejo: «En los Oscar quiero impresionar a mi marido. Me haré un vestido a medida»
Muchos desconocen su voz, pero no su rostro. La película El artista la ha convertido en la mujer más solicitada. Los próximos Oscar pueden consagrarla como una nueva Joan Crawford, diva del celuloide a la que tanto admira.
Bejo solo ve estrellas desde hace unos meses. La joven argentina, criada en Francia, ha pasado en menos de un año de ser una desconocida a convertirse en la novia de Hollywood. Un rostro que se iluminará en las pantallas del Kodak Theatre cuando se pronuncie su nombre como candidata al Oscar a mejor actriz secundaria. Está en boca de todos, aunque ella casi no se pronuncie. La transformación se debe a la película El artista, una carta de amor al cine mudo que, bajo la dirección de su marido, el francés Michel Hazanavicius, va camino de ser el primer filme extranjero en alzarse con la estatuilla a la mejor película. Y todo gracias, entre otras cosas, a la magistral interpretación de esta musa, de 35 años, a la que le fascina el azul, el color del cielo en el que vive.
¿Dónde nace el personaje de Peppy Miller, su álter ego en El artista?
Es la fantasía de mi marido. La imagen que tiene de mí, aunque yo no soy tan perfecta. O, como me dijo Jean Dujardin [su compañero de reparto], «a lo mejor es una indirecta y lo que no quiere es oírte más».
Y entonces, ¿quién es usted en realidad? ¿Ahora mismo?
Una mujer que vive en el séptimo cielo. Una argentina para quien la familia es fundamental y que, como hispana criada en Francia, siempre he sido un bicho raro. Me siento francesa, pero soy de las que llamo a mis padres todos los días, quedo a menudo con mi hermana y mis primos y montamos bulla al estilo argentino. Esto llama mucho la atención a los franceses que, digamos, son más reservados. Ahora, además, tengo una nueva familia porque esta es la segunda vez que trabajo con Michael y Jean.
¿Cuáles son las ventajas y desventajas de ser la esposa del director?
Empezaré por las desventajas. ¿La primera y principal? Me entero de todo. Los actores somos como niños mimados rodeados de padres y madres. Todos te cuidan. Pero con Michael a mi lado conozco al dedillo todos los problemas que existen: que si el diseño de vestuario, que si el productor, que si la financiación… Lo bueno, especialmente ahora, es que estamos viviendo esta aventura juntos. Somos familia y, como tal, iremos todos juntos a los Oscar.
¿Ha pensado cómo irá vestida?
Lo que busco es ser yo y no que me identifiquen con una marca. Por eso disfruté mucho con el vestido azul de Gucci que llevé a los Globos de Oro. Veremos lo que hago para superarme en los Oscar, sin ir de princesa.
¿Alguna pista? Estuvo recientemente en el desfile de Elie Saab.
Quiero impactar a Michael. Será uno a medida, como una segunda boda.
¿También la acompañarán sus padres?
Estuvieron conmigo en Cannes y no pararon de llorar. ¡Estaban tan orgullosos! Sobre todo mi padre, porque he podido desarrollar la carrera que él vio interrumpida. En Argentina mi padre era director de cine y mi madre abogada. Durante la dictadura militar, cinco de los compañeros de despacho de mi madre fueron asesinados y dejamos el país. Yo tenía tres años y mi hermana uno. Por eso le doy gracias a la vida de que me haya dado esta oportunidad.
Una vida que ahora tiene sabor a Hollywood…
Vine hace 10 años, cuando solo tenía 25, y trabajé en Destino de caballero con Heath Ledger. Fue hace mucho tiempo y sabía poco inglés. Pero te puedes imaginar lo que significa para una actriz francesa o argentina cruzar las puertas de los estudios Paramount. Ahora, acabo de dar a luz hace pocos meses, soy la madre de dos hijos, niño y niña, y mi sitio está en París, con el resto de mi familia.
Una familia bilingüe, entiendo…
Mis padres me hablan en español y yo les contesto en francés. Tardé mucho tiempo en regresar a Argentina porque ellos no querían que fuera. Pero cuando fui, en 2001, me encantó. Yo creo que necesitaba ir, de corazón. Ahora les hablo a mis hijos en español para que conozcan el idioma y para que tengamos nuestro propio lenguaje secreto (y que Michael no nos entienda). Él sabe cuatro palabras y cómo cambiarles los pañales: eso es lo que importa.
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