De Don Johnson al príncipe Carlos: amantes de los que Barbra Streisand se olvida en sus memorias
La actriz y cantante estadounidense lleva 4 años intentando poner orden en sus recuerdos y parece que por fin se acerca la fecha del lanzamiento de su biografía. Feminista, demócrata militante y con una larga historia de amores, promete convertirlo en un ‘best seller’.
El pasado 2 de noviembre, Barbra Streisand lanzaba su último disco, Walls, precedido por un contundente single, Don’t lie to me: toda una diatriba contra la administración Trump. De sobra es sabido que la cantante es una demócrata militante e íntima de la familia Clinton (en especial de la fallecida madre del expresidente), pero también una mujer comprometida con diversas causas. Barbra, que no se prodiga ni en los medios de comunicación ni en en photocalls, concedía entonces algunas entrevistas promocionales y volvía a abrir el apetito de los millones de fans que esperan con anhelo la publicación de sus jugosas memorias, que podrían ver la luz a lo largo de este año. Después de más de 50 biografías no autorizadas, ha llegado la hora de que se cuente a sí misma. “Hay un fabuloso archivo sobre mí que nunca uso, porque considero que es duro mirarte a ti mismo. No lo digo en sentido negativo sino que te sientes un poco egocéntrica al ver cosas sobre ti, por eso nunca lo hago. Tengo cartas y cosas que me manda una de mis asistentes, que ha estado conmigo más de cuarenta años y empezó a trabajar para mí cuando tenía 19. Son asuntos de los que me olvido. Por ejemplo, maravillosas cartas alabando Yentl que ya no recordaba, porque tiendo a olvidar las cosas buenas que escriben sobre mí y recordar las malas. Este es un punto débil que tengo”, declaraba a New Yorker.
Barbra no parece estar siendo muy metódica con este ingente trabajo, aunque sí parece tener claras las premisas que no se va a saltar: “No estoy haciéndolo en orden cronológico. He escrito sobre mis películas, porque me gusta hablar de ellas y hacerlo en términos técnicos, aunque sé que a mucha gente no le interesan. Hice un capítulo entero sobre Marlon Brando y mi relación con él. Creo que quiero acabar el libro con mi discurso en Harvard en 1995”. Un buen colofón, porque se trata de un momento cumbre como figura pública, en el que bajo el título El artista como ciudadano, y ante un auditorio completamente entregado reivindicó el derecho de las estrellas a involucrarse en política: “No estoy sugiriendo que los actores dirijamos el país, porque ya lo hemos intentado antes. Sugiero que en asuntos como el Sida sería preferible que América escuchara a Elizabeth Taylor, que ha tenido la valentía de promover la primera recaudación de fondos contra esta temida enfermedad, y no a Jesse Helms (un conocido senador republicano), quien ha luchado de manera permanente contra la legislación que permite la financiación para la investigación sobre el sida”.
La vida de Barbra Streisand, de 77 años, ha tenido tantas líneas argumentales entrecruzadas que hasta ella misma ha experimentado dificultades para encontrar el hilo conductor. Aunque se da por hecho que abordará asuntos como su pánico escénico, una cuestión que afronta en Barbra: The Music, The Memories, The Magic (un espléndido documental-concierto disponible en Netflix), o el sexismo en Hollywood, es muy probable que se deje muchos nombres propios en el tintero… Sin embargo, no se ha olvidado del que fue su gran amor platónico desde la adolescencia, Marlon Brando, a quien descubrió en la película Ellos y ellas, cuando tenía trece años, para ella el mejor actor de todos los tiempos. Aún así, cuando tuvo la oportunidad de ser algo más que amigos, le rechazó: “Me quería llevar al desierto a ver las flores silvestres y quería que pasáramos la noche en un pueblo abandonado. Como yo era una buena chica judía, le dije que no podía ser, que nuestro viaje sería de ida y vuelta en el día”, manifestó la actriz en una entrevista en CNN en 2012 y, eso sí, subrayó que siguieron siendo amigos toda la vida, que el protagonista de Un tranvía llamado deseo la llamaba por teléfono con bastante frecuencia, le pedía que le cantara canciones y hablaban durante horas.
Hay amores de Barbra Streisand que seguramente no ocuparán demasiado espacio en el libro, si es que lo hacen: como es el caso del tenista André Agassi, con quien estuvo saliendo a principios de los 90 durante unos meses. Los 28 años de edad de diferencia entre ambos generaron muchísimos comentarios en una época en la que no era tan común que se diera esta circunstancia. Lo que no impidió que su apasionada relación siguiera adelante hasta que, según algunas fuentes, él dejó de llamarla… No se puede decir que el actual marido de la tenista alemana Stefi Graf dejara mucha huella, como tampoco fue muy relevante para ella Don Johnson, a quien conoció en una fiesta navideña en Aspen, el destino favorito de las estrellas de Hollywood para practicar los deportes de invierno o para dejarse ver entre multimillonarios. Corría el año 87 y la exclusiva la dio la revista People, pero más allá de Till I loved You, el dúo que grabaron juntos y que no revolucionó las listas de éxitos -sobre todo por el discreto registro vocal del protagonista de Corrupción en Miami-, no han quedado más vestigios que los viejos vídeos y recortes de prensa de la época.
En vida sentimental de Barbra Streisand cuesta mucho discernir entre realidad y leyenda urbana pues se le atribuyen romances que no se han podido acreditar y sobre los que nos podría sacar de dudas próximamente. Uno de los más sonados con el príncipe Carlos de Inglaterra, quien, al parecer, siempre tuvo fijación por la ganadora de dos Oscar como protagonista por Fanny Girl y Ha nacido una estrella, cuyo remake protagonizado por Lady Gaga se ha convertido en uno de los fenómenos cinematográficos y musicales de los últimos meses. Según se afirmaba en el libro Juego de coronas, escrito por el estadounidense Christopher Andersen y publicado en 2016, el heredero del trono británico la conoció en Los Ángeles en 1974, donde se reencontraron veinte años después en secreto en una suite del hotel Bel-Air, aunque la versión oficial es que tomaron el té en privado, lo que cabría interpretarse también como un eufemismo. El autor ya había abordado esta cuestión una década antes en otro libro, Barbra: the Way She Is, pero no pudo aportar ninguna prueba concluyente, aunque citaba fuentes que aseguraban que a la propia Lady Di no le hubiera extrañado que esta furtiva historia sentimental hubiera sido cierta.
El listado (incompleto) de sus amores, reales o atribuidos, incluye al legendario actor egipcio Omar Shariff, con quien rodó Funny Girl (en esa época ella estaba casada con Elliot Gould), a Nick Nolte, quien desveló en su libro de memorias Rebel: My Life Outside The Lines, publicado hace un año, que la actriz le había pedido que se fuera a vivir con él cuando acabaron el rodaje de El príncipe de las mareas, al cantante country Kriss Kristofferson, su coprotagonista en Ha nacido una estrella, a Jon Voight, padre de Angelina Jolie, a Warren Beatty, Steve McQueen, Ryan O’Neal, Elvis Presley… Incluso tuvo a sus pies al padre del actual Primer Ministro de Canadá, Pierre Trudeau, que también ocupó es cargo en dos períodos, entre 1968 y 1979, y entre 1980 y 1984. Dicen que la cantante aseguraba que le hacía sentir como si fuera Jackie Kennedy. Una contundente frase más para sustentar su leyenda de diva.
Barbra ha estado casada en dos ocasiones, la primera con el actor Elliot Gould, padre de su único hijo, Jason, entre los años 1963 y 1971 (aunque se separaron dos años antes), y la segunda con James Brolin, inolvidable protagonista de la serie Hotel, con quien celebraba su 20 aniversario de bodas el 21 de julio del año pasado. Con su habitual ironía, Barbra manifestó que dos décadas de matrimonio en Hollywood era el equivalente de 50 años en Chicago, mientras que su marido desvelaba a HuffPost Live una de las claves, más allá del romanticismo, que ha sido también determinante para que no surjan problemas estructurales en su relación de pareja: “Tengo mi propio dinero y ella el suyo. Este es mi tercer matrimonio, así que no quiero que haya ninguna razón por la que me tenga que casar o divorciar de nuevo. Hemos estado en el cielo durante todo este tiempo, así que funciona”.
Una cuestión trascendental que seguramente no quedará fuera de sus memorias será la relación que mantiene con su hijo, Jason Gould, quien en diciembre de 2017 lanzaba su primer disco, Dangerous Man, cinco años después de un EP de cinco canciones que no había tenido una repercusión significativa, y un dúo con su madre, How Deep is Your Ocean, que llegaron a interpretar juntos en algunos conciertos: “Nunca había cantado delante del público, mucho menos frente a 18.000 personas. Así que tuve que rezar mucho porque no sabía lo que iba a ocurrir. Fue una experiencia muy dulce y mi madre me apoyó y me dio muchos ánimos. Había sido idea suya…”, declaraba entonces a Billboard.
En 1988, Jason decidió salir del armario frente a sus padres y tres años más tarde la prensa sensacionalista empezó a hablar sobre el asunto, pero no fue hasta 1999 cuando Barbra, uno de los iconos gays más grandes de la historia, dio la entrevista definitiva a The Advocate en la que dejaba negro sobre blanco cómo había recibido esa noticia y lo que había significado: “No desearía para mi hijo otra cosa que sea lo que es. Es brillante, amable, sensible, cariñoso, con conciencia y una buena persona. Es un actor y director de cine con talento. ¿Qué más le podría pedir una madre a un hijo? Me siento bendecida. La mayoría de los padres piensan que sus hijos son especiales y no soy una excepción. Tengo un hijo maravilloso. Mi único deseo para mi hijo es que continúe experimentando una vida rica llena de amor, felicidad, alegría y que se sienta completo creativa y personalmente”, confesaba la actriz, que vivió con preocupación los años de lucha contra la adicción al alcohol de su hijo, que ahora parece estar completamente rehabilitado.
Mientras llegan las memorias a la imprenta, la biografía de Barbra sigue generando nuevos capítulos, porque las leyendas son así, imparables. De momento no ha podido conseguir la financiación para Gipsy, la adaptación cinematográfica del musical con el que le gustaría retirarse del cine, aunque aún no ha tirado la toalla. Mientras, sigue revisando sus viejos diarios de juventud que escribía a mano y con lápiz para ver si consigue llegar a la última página de esas memorias que se convertirán, como dicen los anglosajones, en un page-turner o, lo que es lo mismo, en un libro que no podrás dejar de leer.
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