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Ariadna Gil: «El exhibicionismo sentimental y personal no va conmigo»

La actriz, que protagoniza ‘Sola contigo’ con Leonardo Sbaraglia, hace méritos para pasar desapercibida. Encasillada en el papel de inaccesible fuera de la pantalla, Ariadna se explica: le cuesta abrirse.

Ariadna Gil
Marisa Perales y Cristina Pérez-Hernando (Realización)

Es alta, delicada y tremendamente atractiva. Aunque muchos no repararían en ella si no fuera porque a los 16 años fue descubierta por el director Bigas Luna. Desde entonces, ha encarnado todo tipo de personajes en casi medio centenar de películas. Llega al estudio para la sesión de fotos y saluda uno a uno a todo el equipo de S Moda. Cara lavada, pelo recogido y un desaliño muy pensado. No para de sonreír. Y esos ojos se orientalizan más y su cara angulosa se vuelve más sugerente. Ahora le toca promocionar una película.

¿Por qué hay que ir a ver Sola contigo?

Porque va de una mujer que, a pesar de su apariencia fuerte, esconde una gran fragilidad. Un pasado muy tormentoso con un divorcio y una orden judicial que la aleja de su hija la lleva por un camino hacia la autodestrucción. Al mismo tiempo, un desconocido le comunica a través de una llamada telefónica que la va a asesinar, aunque antes deberá saldar sus cuentas pendientes con aquellos a los que hizo daño. Y ya no puedo contar más.

Aparece en todas las escenas y su cara transmite pena, angustia, tristeza. Nunca alegría. ¿Fue complicado?

Pues sí. La intención de Alberto Lecchi, el director, era mostrar cómo una persona normal puede caer en la desesperación.

¿Puso condiciones para el desnudo que hizo en la película?

A la vista está que no. En general, no pongo pegas, forma parte de la historia. Y sabía que Lecchi me iba a cuidar.

¿Qué hace cuando no actúa?

Intento viajar y estar con mis hijos la mayor cantidad de tiempo posible.

Pablo Zamora

Es guapa, madre de dos hijos, ha triunfado en su profesión, tiene un hombre que la quiere. Dígame alguna razón para no odiarla.

Eso es de puertas hacia fuera, luego hay días buenos y otros no tan buenos. Aunque soy una persona muy afortunada. Tengo un trabajo que me gusta y vivo de mi profesión, pero no siento que deba pedir perdón por ello. 

¿Sigue siendo Viggo Mortensen quien la hace soñar? [Se conocieron en el rodaje de Alatriste en 2006]

Hay mucha gente que me hace soñar. 

¿Pero él especialmente?

Bueno… Sí, él especialmente. 

¿Por qué ese afán de que no se hable de usted? 

Yo vivo la profesión cuando trabajo, cuando ruedo, cuando promociono… pero fuera de eso no me sale. Me cuesta ir a una fiesta, socialmente soy tímida, no lo paso bien. Otra cosa distinta es ir al estreno de un amigo o a los Goya. 

Para contradecir esa fama de seria que la acompaña, ¿no tiene un lado frivolón?

Sí, claro, pero en privado. Me da mucha vergüenza mostrarme así en público.

¿Y ese encasillamiento como mujer distante?

No voy a contar en una entrevista cosas que no he hablado con ciertos amigos. Abrirme me cuesta y me consta que crea distancia. El exhibicionismo sentimental y personal no va conmigo, pero tampoco es una actitud buscada o calculada. 

«Ari me parece una actriz superdotada», dice de usted el director y guionista Agustín Díaz Yanes.

He rodado con él dos películas y nos entendemos muy bien. 

¿Qué piropo le ha llegado más al alma?

Los mejores piropos son repetir con un director, cuando te llama por segunda vez para que vuelvas a trabajar con él.

Pablo Zamora

El escritor, periodista y director David Trueba conoció a Ariadna Gil en 1991, durante el rodaje de Amo tu cama rica, de Emilio Martínez-Lázaro. Él era el guionista de la cinta. De su relación nacieron dos hijos, Violeta (16) –nombre del personaje que interpretó en Belle époque– y Leo (9). 

¿Cómo vive la maternidad en esta fase de su vida?

Pasas de educar y acompañar a unos niños a contemplar una mirada distinta en una adulta de 16 años. Son un espejo permanente y la educación es diferente a medida que se hacen mayores, porque las necesidades son otras.

¿Confía más en su talento como madre que como artista? 

A pesar de ser equilibrada, mi lucha como madre es constante. Hago lo que puedo, pero no siento tener un talento especial para una cosa ni para la otra.

¿Qué valores les quiere transmitir?

Todo lo contrario a lo que la sociedad enseña. Los extremos no conducen a nada. Quiero que ayuden, compartan, disfruten y piensen. Sí a la libertad y no al consumo ni al poder mal entendido.

¿Qué cosas le dan ahora sosiego?

Disponer de un día sin ningún compromiso, para no tener nada que hacer ni ir a ningún sitio, poder estar tranquila…

Hábleme de sus placeres.

Viajar, las flores, ver películas, estar con amigos. Los tengo muy diseminados y cuando me reúno con ellos los disfruto mucho. Todo muy sencillo.

¿Qué es lo que menos le gusta de su carácter?

Cierta parálisis. Es decir, mi cabeza y mis acciones no van sincronizadas. Veo las cosas, las quiero hacer, decido hacerlas, pero las ejecuto mucho más tarde. Me falta impulso. 

Pablo Zamora

¿Vestirse es exhibirse?

Yo me visto prácticamente siempre igual. El vaquero, la camisa o camiseta y las zapatillas me ayudan a pasar desapercibida. Es el uniforme perfecto para no llamar la atención, cada vez me miran menos por la calle y eso que tampoco me escondo. El día que me visto con una falda es una fiesta y lo asocio a un estreno, una promoción… 

¿Está más cerca de Armani o de Zara?

De Zara. Empecé a los 16 años haciendo fotos de moda para la diseñadora Lydia Delgado, he estado muy cerca de personas vinculadas a esta industria, pero yo, personalmente, ni la sigo ni soy consumidora de ella. Me gusta la ropa, como a todo el mundo, pero no es algo que me quita el sueño.

¿La moda española es para tirar cohetes? 

Yo creo que hay gente muy creativa. Me encanta Sybilla y una diseñadora que acabo de conocer en Barcelona llamada Natalie Capell. Sus vestidos son maravillosos. 

Por cierto, ¿ejerce de catalana?

Hablo catalán con mi padre y con mis hijos; con mi madre, en español. Somos una familia bilingüe y eso nos ha abierto más la mente. 

¿Y ese discurso independentista que se trae Artur Mas entre manos? 

Me parece bien que si un pueblo quiere hacer un referéndum y someter a votación una cuestión política lo haga, pero no porque yo sea catalana, sino porque es bueno saber qué piensa la población y no hay que tener miedo ni prohibir. Permitirlo sería un avance.

Pablo Zamora

Pablo Zamora

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