Lo que la «puesta de largo» de la hija de Gwyneth Paltrow esconde sobre el derecho a la privacidad
Apple, la hija mayor de la ganadora del Oscar y el líder de Coldplay Chris Martin, ha dejado a un lado su discreción característica para celebrar en la cuenta de Instagram de su madre su dieciséis cumpleaños.
“No me puedo creer que esté escribiendo estas palabras, pero… feliz dieciséis cumpleaños, mi querida niña”. Así felicitaba Gwyneth Paltrow en Instagram a su hija Apple, primogénita de su matrimonio con el cantante de Coldplay Chris Martin. La felicitación por sus 16 años, cumplidos el pasado 14 de mayo, iba a acompañada por tres imágenes de la joven posando con un minivestido de flores. La publicación podría haber pasado desapercibida entre otras tantas similares de no ser por la relevancia del primer posado ‘oficioso’ de la joven que durante años ha rehuido cualquier exposición mediática a pesar de los intentos frustrados de una madre anhelante de presumir de descendencia.
El controvertido historial de madre e hija en las redes sociales y las diferencias de ambas a la hora de enfocar su presencia digital se hizo patente en marzo de 2019. Apple reprendió a su madre ante sus millones de seguidores –cinco por aquel entonces– cuando Gwyneth colgó un selfi de ambas en una pista de esquí. Aunque un casco y unas enormes gafas protegían buena parte del rostro de la joven, Apple, de solo 14 años, dejó en evidencia a su madre con un comentario en el perfil: “Mamá, ya hemos discutido esto. No puedes publicar fotos mías sin mi consentimiento”. Era la primera vez que una celebrity menor de edad reclamaba a su propia madre el derecho a la intimidad en la era digital, consciente de haber sido utilizada para alimentar la vanidad de esta en la realidad idílica hipertrofiada de su cuenta de Instagram. Paltrow rebatió su indignación asegurando que “ni tan siquiera se le veía la cara”, pero desde entonces su hija apenas volvió a aparecer en su perfil
Medios como la BBC se hicieron eco del episodio como un ejemplo de manual de sharenting, un anglicismo que proviene de share (compartir) y parenting (crianza), que define la obsesión de muchos padres por documentar en sus redes sociales la vida y milagros de sus pequeños sin su permiso. En gran parte de las ocasiones, con el único objetivo de conseguir likes presumiendo de retoño. Esta práctica ha dado pie a un amplio debate en los medios sobre el derecho a la privacidad y la exposición de los hijos en las redes sociales. En The Guardian, la experta en tecnología y profesora de la Universidad Western Sydney Joanne Orlando analizó cómo los niños son expuestos por sus padres incluso antes de nacer, al compartir una ecografía. «No tienen ningún control sobre lo que sus padres están subiendo o qué comentarios escriben sobre ellos en las fotos o videos. Todos sabemos que nuestras vidas digitales son cada vez más importantes, así que quieren tener el control sobre eso». De ahí que en algunos países como Francia los padres puedan enfrentarse a represalias legales por compartir contenido de sus hijos sin su consentimiento.
El pasado año, Fast Company publicó el relato de una estudiante de 14 años que confesaba haber borrado por completo su rastro de las redes después de ver lo que su madre y su hermana habían publicado sobre ella. Como apunta la abogada Stacey Steinberg, una de las primeras que habló sobre el fenómeno al publicar Sharenting, la privacidad de los niños en la era de las redes sociales en 2016, los padres, al narrar la vida de sus hijos “comparten información sobre ellos a la vez que les privan del derecho a hacerlo ellos mismos en sus propios términos. Y eso es una fuente potencial de daño a la que hemos prestado poca atención”.
Es precisamente eso lo que ha ocurrido en el caso Gwyneth-Apple. Mientras que en el controvertido selfi que la actriz y fundadora de la plataforma de estilo de vida Goop colgó el año pasado no contaba con el permiso de su hija, ahora es ella quien posa voluntariamente –y hasta en tres ocasiones– para el objetivo y los seguidores de su madre. Es significativo que sea además al cumplir 16 años, una edad que en Estados Unidos marca un antes y un después en la vida de los jóvenes. Los bautizados como ‘dulces 16’ (en inglés, sweet sixteen) suelen celebrarse con una fiesta remarcando así su importancia: a partir de entonces pueden sacarse el permiso de conducir y en algunos estados incluso serán juzgados como adultos si comenten un delito.
La relación que madre e hija mantienen con las redes sociales también es sintomática de la brecha generacional que las separa. Mientras que Paltrow ha hecho de su día a día más íntimo una parte esencial de su estrategia digital e incluso profesional con Goop, su hija ha optado, al menos hasta ahora, por mantenerse alejada de la vida pública. Este patrón es extrapolable a los grupos generacionales a los que pertenecen ambas. Según un estudio realizado por Nielsen y recogido en Wired, los estadounidenses de 35 a 49 años usan las redes sociales 40 minutos más a la semana que los de 18 a 34 años y son más propensos a sacar el móvil, por ejemplo, en mitad de una comida. Los llamados baby boomers, es decir, aquellos que están en edad de jubilarse, están incluso más enganchados a Internet que sus hijos y sus nietos y a menudo utilizan las redes para atosigar virtualmente a sus descendientes.
Para esta “puesta de largo” en Instagram, Apple eligió un vestido de la firma estadounidense Reformation, una de las favoritas de las celebrities más jóvenes como Kendall Jenner o Taylor Swift. Kaia Gerber, hija de Cindy Crawford, por ejemplo, es una firme defensora y ha lucido diseños de la marca en varias ocasiones. Probablemente porque además de tratarse de vestidos con patrones actuales y juveniles a precios más asequibles que los de las firmas de lujo (el vestido que eligió Apple cuesta 310 euros), tiene detrás unos valores de sostenibilidad con los que se identifican.
A pesar de ser hija de dos de las mayores estrellas de la industria del entretenimiento de este siglo, Apple ha dejado más que claro que, de momento, no tiene ningún interés en seguir los pasos de sus progenitores. Su cuenta de Instagram es privada y apenas cuenta con poco más de mil seguidores, no hay rastro de la cuenta de Tik Tok en la que hace meses mostraba sus dotes de baile y nunca ha posado en una alfombra roja. Los pocos detalles que sabemos de ella son los ofrecidos por sus padres, que siguen empeñados en presumir de hija a pesar de las reticencias públicas de Apple.
El pasado mes de enero, en el programa de Ellen DeGeneres, el vocalista de Coldplay desveló que su hija había conseguido su primer trabajo como dependienta en una tienda de ropa. “Estoy muy orgulloso de ella, se está haciendo su propio camino en el mundo”, aseguró Martin, que contó también una anécdota en la que expresaba la vergüenza que había hecho pasar a su descendiente cuando fue a hacerle una visita sorpresa a la tienda. Por su parte, Gwyneth compartió el 15 de abril una imagen de su agenda personal en la que su primogénita le pedía sarcástica que no se olvidara de reponer las existencias de dos productos imprescindibles en Goop, la polémica tienda online de su madre: los huevos vaginales y las velas.
En los últimos años se ha consolidado el relevo generacional en Hollywood, con una nueva generación de retoños de celebrities tratando de hacerse un nombre en la industria saliéndose de la sombra de sus padres. Ahí están los casos de Lily-Rose Depp, Maya Hawke, Ava Phillipe o Margaret Qualley en el séptimo arte o de Kaia Gerber y Lila Moss sobre la pasarela. La pregunta en torno a Apple Martin Paltrow es si este posado supondrá su puesta de largo definitiva para zambullirse en la esfera pública o decidirá seguir en el anonimato. De lo que no cabe duda es de que la decisión solo le corresponde a ella.
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