_
_
_
_

Qué fue de las Destiny’s Child: rechazadas, humilladas y silenciadas en la penumbra de la fama

Hace 25 años, justo cuando se estrenaba el videoclip de ‘Say My Name’, LeToya Luckett y LaTavia Roberson descubrieron que Mathew Knowles, el padre de Beyoncé y su entonces ‘manager’, las había desterrado. No fueron las únicas damnificadas

LeToya Luckett, Kelly Rowland, Beyonce Knowles y LaTavia Roberson.Foto: Al Pereira (Michael Ochs Archives) | Vídeo: EPV

A finales de agosto de 2015, cuando el número de septiembre de Vogue, el más importante del año, llegó a los quioscos estadounidenses con Beyoncé en portada, sorprendió que no incluyera una entrevista con la artista. De hecho, más allá de una sesión fotográfica acompañada por un ensayo de la ganadora del Pulitzer, Margo Jefferson, en sus más de 800 páginas no figuraba ninguna declaración suya. Como apuntó entonces Daphne A. Brooks, profesora de Yale, en The New York Times, había alcanzado tal nivel de estrellato que era, al mismo tiempo, “omnipresente e inalcanzable”.

Desde hace más de una década, Beyoncé ha cultivado un aura de misterio que la distancia de la sobreexposición en redes sociales que caracteriza a sus coetáneas. Esporádicamente, usa Instagram para promocionar asuntos laborales. Y rara vez rompe su hermetismo, como cuando en octubre apoyó a la candidata demócrata Kamala Harris en un multitudinario acto electoral en su Houston natal. Pero no siempre fue así. El cambio de actitud llegó el 29 de marzo de 2011, tres meses antes del lanzamiento de 4, su cuarto álbum en solitario: a través de US Weekly, anunció que su padre, Mathew Knowles, dejaría de ser su manager y que Parkwood Entertainment, la compañía que ella misma fundó en 2008, asumiría el control de su carrera. Como Madonna hizo con Maverick en 1992, se aseguró de tener total autonomía sobre su música, su imagen y, por supuesto, sus palabras.

Destiny's Child en el estudio de grabación en 1997. (De izquierda a derecha: LaTavia Roberson, Beyoncé Knowles, Kelly Rowland, LeToya Luckett).
Destiny's Child en el estudio de grabación en 1997. (De izquierda a derecha: LaTavia Roberson, Beyoncé Knowles, Kelly Rowland, LeToya Luckett).Houston Chronicle/Hearst Newspap (Houston Chronicle via Getty Imag)

La hemeroteca no miente. Mientras Mathew dirigía con mano firme a Destiny’s Child, la banda que lideró y la catapultó a la fama, Beyoncé no dudó en justificar muchas de sus despóticas decisiones ante los medios y lanzar dardos envenenados a quienes osaran desafiarles. Que se lo digan a LeToya Luckett y LaTavia Roberson, dos de las integrantes originales: en febrero del 2000, justo cuando se estrenó el videoclip de Say My Name, descubrieron que el patriarca de los Knowles las había reemplazado por Michelle Williams y Farrah Franklin. El destino de esta última no fue menos cruel. A los seis meses, claudicó.

Beyoncé y LaTavia se conocieron en 1990, cuando tenían ocho años, durante una audición para un grupo infantil creado por Brian K. Moore y Andretta Tillman, al que un par de años después se sumaría Kelly Rowland, compañera de escuela de Roberson. El sexteto, inicialmente llamado Girl’s Tyme y compuesto también por Támar Davis y las hermanas Nikki y Nina Taylor, participó en 1993 en Star Search, un popular programa de talentos de la CBS cuyo premio era un contrato discográfico. Aunque alcanzaron la final, no lograron coronarse campeonas. Pero la derrota hizo mover ficha a Mathew. Consciente de lo lucrativo que podría llegar a ser el éxito de las chicas, vio aquel revés televisado como la oportunidad perfecta para, paulatinamente, tomar el control de la banda. Su influencia se notó de inmediato. Sin ser el manager principal, puesto que Moore y Tillman ejercían ese rol, amenazó con sacar a Beyoncé, presionó para que despidieran a Támar y las hermanas Taylor, y reclutó a LeToya Luckett, la mejor amiga de su hija en la primaria, para unirse al proyecto.

Destiny's Child, en Italia en 1998. (LaTavia Roberson, Beyoncé Knowles y Kelly Rowland).
Destiny's Child, en Italia en 1998. (LaTavia Roberson, Beyoncé Knowles y Kelly Rowland).Vinnie Zuffante (Getty Images)

En 1995, tan pronto renunció a su puesto como vendedor de equipos médicos y su esposa, Tina, aparcó temporalmente su peluquería en Houston para convertirse en la estilista y asistente personal de las pequeñas, el cuarteto firmó su primer contrato con el sello Elektra. Las intensas sesiones de ensayo, que cada verano organizaban en su casa (cinco horas diarias de baile y canto en las que, además, devoraban cintas de archivo de The Ronettes y The Jackson 5), al fin habían dado sus frutos. No obstante, la alegría duró poco, pues la discográfica las descartó meses después. Tras un periodo de incertidumbre, en el que adoptaron el nombre definitivo de Destiny’s Child, la suerte les sonrió de nuevo en 1997: no solo ficharon por Columbia Records, sino que, después del fallecimiento de Tillman por complicaciones del lupus, Mathew asumió a tiempo completo el rol de manager. Más que un grupo, se convirtió en un asunto familiar.

Si bien entre bambalinas parecía que la sintonía entre Beyoncé, Kelly, LeToya y LaTavia era excelente, el panorama cambió drásticamente en 1998 tras el lanzamiento de su álbum debut homónimo, que apenas alcanzó el puesto 67 en la lista de ventas de Billboard. Durante una gira conjunta con Jagged Edge, una joven banda masculina de R&B que también dirigía, Mathew prohibió a la madre de LeToya unirse al autobús que compartían. “Aunque él no estaba presente, llamó al road manager para hacerlo. A lo que nosotros contestamos: ‘No la vamos a dejar en medio de Luisiana a las 2 o 3 de la madrugada, así que sí lo va a hacer’”, esclareció hace unos días el grupo, liderado por los gemelos Brian y Brandon Casey (entonces pareja de Luckett y Roberson), en el programa de radio The Breakfast Club. La situación escaló hasta el punto de que la policía tuvo que intervenir, y ellos mismos terminaron siendo expulsados del vehículo. Sin revelar los nombres de los involucrados, el señor Knowles ofreció una interpretación completamente diferente de los hechos en 2019 en Vlad TV: “Las chicas eran menores de edad, tenían dieciséis años, mientras que ellos tenían veintiuno y veintidós. Recibí una llamada de Kelly y Beyoncé, quienes me dijeron que constantemente eran acosadas por dos de los miembros de Jagged Edge. No podía permitirlo. Por eso, literalmente, tuve que sacarlos del autobús”.

El incidente, silenciado durante años, dividió a Destiny’s Child en dos facciones: las consentidas, Beyoncé y Kelly, y las segundonas, LeToya y LaTavia. Ni el éxito de su segundo álbum, The Writing’s on the Wall, lanzado en el verano de 1999, logró suavizar las tensiones; por el contrario, las intensificó. El 14 de diciembre de 1999, un par de semanas antes de grabar el videoclip de Say My Name, Luckett y Roberson enviaron una carta a Mathew solicitando que alguien externo se encargara de gestionar sus carreras, acusándolo de favoritismo y de asignarles un salario inferior al de sus compañeras. “Un abogado me llamó de la nada para decirme que recibiría una notificación certificada. En ese momento, él estaba gestionando de forma interina a las dos, pero me dijo que buscarían un manager definitivo. Le pregunté: ‘¿Cuánto sabe usted realmente sobre este grupo?’”, rememoró en Vlad TV.

De manera similar a lo que hizo Berry Gordy, fundador de la Motown, con Florence Ballard de The Supremes en 1967, Mathew prescindió de ambas. Y no precisamente con tacto: jamás se dirigió directamente a ellas para comunicarles su salida. “Nunca dejé Destiny’s Child. Eso es lo que la gente dice. Pero, ¿quién dejaría Destiny’s Child? ¡Es una locura! Me echaron. Fue muy difícil por la forma en que me enteré. Vimos el vídeo de Say My Name en la televisión, y así fue como supimos que ya no estábamos en el grupo. Mi problema siempre fue con la gerencia, nunca con las chicas. Fue casi como un mal divorcio: ya no estás con tus amigas, con esas personas que amas tanto. Me llevó a una depresión”, relató LaTavia a People en 2016, recordando cómo, hace exactamente 25 años, su mundo se desmoronó al descubrir que Michelle Williams y Farrah Franklin habían usurpado sus lugares.

Kelly y Beyoncé, en una actuación de 2001.
Kelly y Beyoncé, en una actuación de 2001.Kevin Winter (Getty Images)

Claro está, no se quedaron de brazos cruzados. El 15 de marzo de 2000, según informó Los Angeles Times, presentaron una demanda contra Mathew, acusándolo de robarles dinero, negarse a compartir información financiera con sus padres y expulsarlas de la formación cuando intentaron buscar un nuevo manager. En el proceso, que solicitaba daños reales y punitivos no especificados, también figuraban Beyoncé y Kelly. Sin embargo, a finales de ese mismo año, retiraron a sus excompañeras del litigio a cambio de que se comprometieran a no hablar públicamente ni de forma despectiva sobre ellas. El pacto de no agresión, para regocijo de los tabloides, se desmoronó en un abrir y cerrar de ojos.

En los meses siguientes, con el beneplácito de Mathew, el culebrón generó una buena cantidad de incendiarios titulares. En la británica Q, Kelly afirmó que quienes habían sido sus amigas “eran muy negativas y celosas” y que “no podían llevar las voces principales por sí solas”. Beyoncé, por imposible que parezca hoy, entró de lleno en el juego. Ante las cámaras, declaró con sorna: “Tuvimos mucha suerte de que Dios nos enviara a Farrah y Michelle. Los fans siguen apoyándonos porque hemos vendido más de tres millones de discos desde que se unieron al grupo, y ahora hemos llegado a los cinco”.

En el número de febrero de 2001 de Vibe, asimismo, le confesó a la periodista Lola Ogunnaike que “LeToya era como sorda a los tonos” y que, en ocasiones, “desearía que mi padre no fuera el manager, para que la gente dejara de atacarme. Siempre que algo va mal, es culpa mía”. Incluso, autorizó que la revista publicara parte de una misiva, fechada el 17 de enero de 2000, que envió a Luckett y Roberson: “Nunca me quejé cuando no cantasteis ni una sola nota en varias canciones del segundo álbum. Nunca me quejé cuando, mientras yo trabajaba incansablemente en el estudio, como lo hice en el último disco, las dos estabais durmiendo o con vuestros teléfonos el 80% del tiempo. Nunca me quejé cuando cantabais con los labios al ritmo de mi voz en algunas canciones y en el escenario. De hecho, solo me aseguré de que nuestras contribuciones parecieran iguales ante el público”.

De aquella ira acumulada surgió Survivor, el adelanto de su tercer LP ya como trío, que las catapultó al estrellato global del pop. El tema, que incluía versos como “pensaste que no vendería sin ti, vendí nueve millones”, no hizo ni pizca de gracia a LaTavia y LeToya. Tal fue así que, en febrero de 2002, días antes de que ganaran el Grammy a la mejor interpretación de R&B de un dúo o grupo vocal por dicha canción, demandaron nuevamente a sus excompañeras por difamación y quebrantar el acuerdo anterior. La guerra, contra todo pronóstico, no fue tan sangrienta: el 24 de julio de 2002 llegaron a un acuerdo extrajudicial con ellas, Mathew y su antiguo sello. Décadas después, los términos del trato siguen siendo un secreto.

La historia de Farrah Franklin, la tercera en discordia, comparte un enemigo en común: Mathew. En 1999, fue contratada como extra para el videoclip de Bills, Bills, Bills y, en enero del año siguiente, al igual que Michelle, recibió una invitación formal para unirse a la banda en reemplazo de LaTavia y LeToya. Todo indicaba que, por fin, habían alcanzado su alineación definitiva, pero seis meses después, el 20 de julio, Columbia Records emitió un inesperado y escueto comunicado: “Destiny’s Child y Farrah Franklin han tomado caminos separados. El grupo continuará, por el momento, como un trío con Beyoncé Knowles, Kelly Rowland y Michelle Williams”. Al día siguiente, en el programa Total Request Live de MTV, Beyoncé dio más detalles. Además de revelar que “no se presentó a tres importantes eventos promocionales”, añadió: “Tuvimos una gira de cinco días en Australia, era nuestra primera vez allí y un momento clave, pero no vino. Así que, entre todas, decidimos que debíamos seguir caminos separados. Le deseamos lo mejor. No fue una decisión de la dirección, sino del grupo”.

La versión de Franklin dista mucho de la imagen de vaga y despreocupada que se proyectó al mundo. En 2015, durante una conversación con Vlad TV, aclaró que, en realidad, había dejado el grupo antes de esos eventos promocionales. En concreto, dio el paso en un hotel de Seattle, después de que sus compañeras, y especialmente Mathew, la atacaran tras haber pasado varios días “muy, muy enferma” y aún sentirse indispuesta. “No es la forma en que nadie querría que trataran a su hija de 18 años recién salida del hospital por gastroenteritis y deshidratación. Todas se van por la misma razón, y ni siquiera nos conocemos”, explicó sobre el percance que colmó su paciencia. No le vino de sorpresa. En el fondo, como había desvelado con anterioridad, siempre supo que nadie iba a dar la cara por ella: “La comunicación es la principal razón por la que las bandas de chicas se disuelven. Cuando sienten que no pueden expresar sus sentimientos, muchas cosas quedan sin decir y surgen malos sentimientos que se acumulan. La mayoría de las veces, la gestión tiene mucho que ver, ya que son los encargados de manejar al grupo. No tenía a nadie con quien realmente pudiera hablar, salvo mi pareja”.

Beyoncé Knowles y Kelly Rowland, en un acto de apoyo a Kamala Harris en 2024.
Beyoncé Knowles y Kelly Rowland, en un acto de apoyo a Kamala Harris en 2024.Houston Chronicle/Hearst Newspap (Houston Chronicle via Getty Imag)

Desde la disolución definitiva de Destiny’s Child en 2006, solo Beyoncé logró mantenerse en la cima, llenando estadios sin la sobreprotección de su padre. Kelly y Michelle, ni en sus mejores sueños, rozaron aquel éxito en solitario. Y las olvidadas, aún menos. Farrah ha acaparado más titulares por sus problemas con la justicia que por su música. Y pese a que LeToya y LaTavia intentaron revivir sus días de gloria con Anjel, un cuarteto que se desvaneció antes de lanzar siquiera un disco, y por su cuenta lograron algún hit moderado al otro lado del Atlántico, hoy dedican su tiempo a otros menesteres como charlas motivacionales, programas de telerrealidad y la interpretación.

Por muy desagradable que fuera su partida, LeToya y LaTavia no guardan rencor. Al contrario. Con el tiempo, y tras “haber hecho nuestra terapia”, como contó Luckett en The Terrell Show, se reconciliaron. Beyoncé las mencionó en su discurso de agradecimiento cuando en 2011 la galardonaron con el Billboard Millennium Award; las invitó al camerino durante su gira On The Run II, en su paso por Houston y Arlington en 2018, y, hace un par de años, coincidiendo con el Renaissance World Tour, hasta hubo una reunión de las Destiny’s Child originales (Michelle incluida) en el backstage para una foto grupal que los fans más nostálgicos calificaron de histórica. A Farrah, en ninguno de esos momentos tan especiales, se la tuvo en cuenta.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Rellena tu nombre y apellido para comentarcompletar datos

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_