‘Facekini’: de chiste viral a tendencia de moda
En 2014 causó furor en las redes y Carine Roitfeld lo convirtió en objeto de lujo. Pero es ahora cuando su imagen se institucionaliza en Asia como tendencia vendible.
En traje de baño, con botas de agua y ocultas bajo una máscara de poliéster, nailon y licra. Así posó un grupo de modelos a finales de abril en unos arrozales en Loudi, en el condado chino de Xinhua, con motivo del Día Internacional de la Tierra. El objetivo era promover el turismo local. ¿El reclamo para multiplicar la repercusión? El facekini, un accesorio que se hizo viral en 2012 cuando la revista Time eligió la imagen de una bañista luciendo uno como una de las más increíbles del año. «Al tapar todo el rostro excepto ojos, nariz y boca, apela a sentir cada respiración y a cuidar el medio ambiente», explica la organización.
«También es una llamada a los jóvenes asiáticos, para que vean que se pueden mantener las tradiciones y a la vez ser cool o moderno», apunta Sandra Bravo, socióloga del observatorio de estudios de moda Forefashion Lab. El complemento tiene su origen en Japón, pero ha alcanzado mayor popularidad en China, donde es habitual su uso entre las señoras mayores para evitar los daños del sol, las algas verdes y las picaduras de medusa. Fue el pasado agosto cuando la editora francesa Carine Roitfeld lo elevó a categoría de lujo en una sesión de CR Fashion Book. En ella la prenda se codeaba con diseños de Gucci, Alexander Wang, Emporio Armani o Michael Kors, lo que originó unos 12 millones de comentarios en Weibo, el equivalente chino a Twitter, y sentó un precedente para estilistas de todo el mundo. La idea, rezaba el texto, era «representar el ideal opuesto al concepto general de belleza», en referencia a la obsesión occidental con el bronceado. Tras hacerse un hueco en el último número de septiembre de la edición turca de Vogue, el facekini podría estar ganando (sorprendentes) enteros en la industria. «Aporta un punto inesperado y aparta la atención de los rasgos faciales, dando un significado completamente diferente a la imagen», sugiere el fotógrafo Philipp Engelhorn, cuya serie documental Quingdao Beach No.1 gira en torno a esta prenda.
La película ‘Spring breakers’ también eligió el ‘facekini’.
Cordon Press
¿Anécdota o tendencia?
«Su atractivo para nosotros surge, sin duda, del hecho de tapar la cara, un acto radical en el contexto cultural europeo», opina el sinólogo y sociólogo Carles Brasó. «En una sociedad hiperinformada, cada vez es más difícil sorprender y atraer al lector –añade Bravo–. Y la idea del facekini es totalmente transgresora».
En su opinión, sin embargo, «éste tiene escaso valor como recurso de moda a nivel global. Aunque no hay que olvidar que actualmente los mayores consumidores de moda del mundo son asiáticos, por lo que no es de extrañar que los medios hagan un guiño a su cultura». ¿Podría la creciente preocupación por el cuidado de la piel predecir un aumento de su uso en Occidente? «Difícilmente. Por razones históricas, culturales y sociales, no creo que aquí triunfe ninguna prenda con la que no se muestre libremente nuestro rostro, identidad y personalidad, por encima de cualquier canon estético», apostilla la experta.
Retratos de bañistas con ‘facekini’ como el de arriba componen la serie ‘Quingdao Beach No.1’, de Philipp Engelhorn. Las prendas se compran en tiendas locales por 3 € y a veces son caseras.
Cortesía de Philipp Engelhorn
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