¿Está Minnie Mouse demasiado gorda para la moda?
La campaña navideña de Barneys agita Internet. La cadena de tiendas de lujo transforma los iconos de Disney en sílfides vestidas por grandes diseñadores.
De qué poco sirve ser la reina del universo Disney si el objetivo es entrar en el club del universo 'fashion'. Si no, que se lo pregunten a la adorable Minnie Mouse y al resto de su pandilla, que han sufrido una extrema metamorfosis para poder lucir palmito en los escaparates de Barneys. La cadena de tiendas multimarca de lujo de Nueva York, –aquel comercio en el que doblaba pantalones otro encantador orejudo, el actor Bryan Greenberg, en la serie How to Make it in America–, vive estos días inmersa en una agitada polémica tras descubrir su campaña de Navidad. Bajo el lema Electric Holiday, los iconos de la factoría Disney se han transformado en figuras filiformes –en concreto de 152 cm de alto por 27 de ancho– para poder embutirse en los diseños de los creadores más codiciados. Así, Mickey estará vestido por Nicolas Ghesquière (Balenciaga), Minnie por Alber Elbaz (Lanvin), Goofy por Olivier Rousteing (Balmain), Daisy por Dolce & Gabbana, Cruella por Rick Owens, la Princesa Tiana por Proenza Schouler y Blancanieves por Petter Copping (Nina Ricci).
Todo un lujo, y un suplicio, si para convertirse en supermodelo hay que vestir una talla cero. “Cuando llegamos al momento en el que todos los personajes debían caminar por la pasarela hubo una discusión: la Minnie Mouse estándar no queda bien en un vestido de Lanvin”, argumentó al Women Wears Daily el director creativo de Barneys, David Freedman, cuando presentó la Electric Holiday a finales de agosto. Sus declaraciones, y los bocetos que adelantó de Minnie, Daisy y Goofy –la campaña no dará el pistoletazo de salida hasta el próximo 14 de noviembre–, han levantado una airada polémica en los medios americanos y en Internet. ¿Es necesaria una "Skinny Minnie” para participar en la industria 'fashion'? Esto se preguntó la activista Ragen Chastain, que no ha dudado en liderar el movimiento 'Leave Minnie Alone' (Dejad a Minnie tranquila) a través de la plataforma change.org. En el texto asegura que “no hay nada malo con las mujeres altas y delgadas. El problema es cambiar un dibujo, adorado por los niños, para que se vea bien en un vestido en el que casi nadie se ve bien; además de la tremenda presión sobre las niñas y mujeres jóvenes para alcanzar la perfección que sólo ofrece Photoshop”. Su petición ya cuenta con el respaldo de más de 130.000 firmas, entre ellas la de las actrices Virginia Madsen y Kristin Bauer (True Blood), así como las de Carolyn Costin y Lydia Turner, dos mediáticas expertas en trastornos alimenticios.
“Cuando vi la campaña saltaron todas mis alarmas. Trabajo con niñas y mujeres que sufren trastornos alimenticios y sé qué tipo de cosas contribuyen a impedir su recuperación”, explica la activista vía mail. Para Chastain, autora del libro Fat: The owner's manual, el problema no radica en la extrema delgadez de los dibujos, sino en que “se lanza el mensaje de que una persona alta y delgada que vista un talla cero es el único modelo de cuerpo posible. Necesitamos empezar a ser honestos sobre cómo el estereotipo de la figura perfecta de Photoshop está afectando a nuestra cultura”, explica.
Daisy (vestida por D&G) y Goofy (con prendas de Balmain) también han perdido peso para la campaña navideña de Barneys.
Chastain no es la única que ha puesto en tela de juicio a la 'Skinny Minnie'. Una colaboradora del magazine online HelloGiggles obtuvo una respuesta similar cuando consultó a la escritora Peggy Orenstein, autora de Cinderella ate my daughter (Cenicienta se comió a mi hija) y firme defensora de que la cultura girly de las princesas perjudica a la autoestima de las niñas. “De alguna manera Barneys y Disney piensan que está bien presentar a una Minnie anórexica frente a los adultos porque, ahora que lo son, aceptan que todo el mundo debe aspirar a este imposible ideal que ofrece Photoshop. Mientras tanto, permitimos a los niños mantener la ilusión de vestir una talla normal, a menos, claro, que sean Barbies o princesas. Entonces tendrán que aspirar a ser delgadas”.
Y es que la factoría de los sueños se ha ganado más de una crítica en las últimas semanas. El gigante audiovisual acaba de bautizar a su primera princesa latina: Sofia, que debutará el próximo 18 de noviembre en Disney Channel. Desde Vulture, el blog de entretenimiento del New York Magazine, apuntaron a que muchos se cuestionan cómo puede ser latina una chica de tez pálida, ojos azules y sin acento (la voz del dibujo es de una de las actrices de Modern Family). Los ejecutivos de Disney, no obstante, se apresuraron a aclarar que la recién llegada es mestiza porque su madre, la reina Miranda, es española. Con líos como éstos es comprensible que las niñas de hoy en día espeten a Pippa Middleton un sincero, y cortante, “odio a las princesas”.
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