España, un plató para el mundo
La gran variedad de localizaciones, el clima y la oferta profesional atraen al cine internacional, aunque desde el sector piden más beneficios fiscales.
«Nunca doblegado, nunca roto» es el lema de la casa Martell de Dorne, el séptimo reino de Poniente. Hasta ahora no ha salido en pantalla, pero parte de la quinta temporada de Juego de tronos discurrirá en él. Es decir, en Osuna y Sevilla, las localizaciones que HBO ha anunciado para el rodaje de la serie, que comenzará en octubre y durará tres semanas. «A raíz del comunicado de la cadena se han multiplicado los contactos para interesarse por venir a filmar a España; cada vez hay más peticiones, se nota el efecto llamada», asegura Carlos Rosado, presidente de la Spain Film Commission, el organismo encargado de promocionar nuestro país como plató ideal.
De media, cada año hay 5.000 rodajes de todo tipo, desde grandes películas a series de televisión y anuncios. Rosado calcula que «el 30% de una producción se queda en el lugar donde se rueda» y recuerda que Exodus, la última obra de Ridley Scott –quien ya había elegido nuestro país como escenario en 2004 para El reino de los cielos– dejó 43 millones de euros. «Es una industria que mueve grandes cantidades de dinero en poco tiempo», afirma Llucià Homs, director de la Barcelona Film Commission. ¿Un ejemplo? The Gunman, de Joel Silver, productor de Matrix, y protagonizada por Sean Penn, supuso un ingreso de 35 millones de euros para la Ciudad Condal en cinco semanas.
La sexta entrega de The Fast and the Furious fue una de las películas más vistas del mundo en 2013. Tenerife fue uno de sus escenarios.
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En total, existen 22 Film Commissions y una de ámbito nacional, porque cada zona presenta sus peculiaridades. Al clima benigno de las islas se añaden sus beneficios fiscales. «Tenemos unas deducciones a las producciones audiovisuales que suponen un 38% de descuento en el Impuesto de Sociedades frente al 18% del resto de España», explica Ricardo Martínez, director de la Tenerife Film Commission. Esto hace del archipiélago uno de los escenarios preferidos para las compañías internacionales. En la Gran Canaria Film Commission destacan que, en 2012 y 2013, la isla recaudó 1,6 millones de euros sumando solo las cifras de cinco de los títulos que acogió.
Más ventajas, menos pérdidas. Pero muchos de los proyectos que podrían servir para vender el país en el extranjero se quedan por el camino. «Hemos perdido el 80% de los rodajes potenciales por la falta de incentivos fiscales», lamenta Rosado. El problema es recurrente e internacional: varias compañías de California reclamaron en abril una rebaja fiscal para las filmaciones, que poco a poco escapan de Hollywood en busca de mejores condiciones económicas. Eso ha llevado a multiplicar el peso del sector en Irlanda, que ofrece desgravaciones del 32%.
Shirley MacLaine grabó el pasado junio en la isla de Gran Canaria Wild Oats, de Andy Tennant (director de Solo los tontos se enamoran).
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En España se acaba de dar el primer paso para incentivar rodajes extranjeros, aunque el sector lo considera insuficiente. El 1 de agosto, el Consejo de Ministros aprobó la reforma fiscal. Entre las acciones se incluía el nuevo régimen del cine, con desgravaciones del 15% de los gastos realizados en territorio nacional para las filmaciones extranjeras y una deducción del 20% hasta el primer millón de euros y del 18% en el resto. En Canarias ha creado incertidumbre: temen que pueda acabar con las ventajas que potencian su atractivo. «La regulación fiscal es decisiva, inclina la balanza al elegir dónde llevar una producción», indica Ricardo Martínez, defensor de que «el cine crea marca España». En el mismo sentido, el director de la Madrid Film Commission, Manuel Soria, subraya la importancia de los grandes proyectos, «porque suponen una promoción mundial extra».
Las calles de la localidad gaditana de Jerez de la Frontera se transformaron en las de la Venezuela de la época de Simón Bolívar en Libertador, dirigida por Alberto Arvelo.
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Turismo y nuevos mercados. Si se potencia el país como plató –en la memoria permanece la época dorada en la que se grabaron El Cid, Ben-Hur o Doctor Zhivago–, no solo es por el dinero que las filmaciones dejan y los puestos de trabajo creados (cada vez se contrata a más profesionales locales), sino también por su incidencia en el turismo. «Las películas producen un vínculo emocional entre el paisaje y el espectador», sostiene Rosado. Los fans de Star Wars peregrinan hasta la plaza de España de Sevilla para recordar el paseo de Amidala y Anakin en el Episodio II de la saga. Quienes desean revivir la épica del spaghetti western visitan el desierto de Tabernas, en Almería, donde Sergio Leone situó el salvaje Oeste de Clint Eastwood.
Ahora, además, la industria quiere cruzar nuevas fronteras. En India, el mayor mercado cinematográfico, fue un éxito de taquilla en 2011 Solo se vive una vez, un Resacón en Las Vegas a lo Bollywood que viajaba de los Sanfermines a la Tomatina. ¿Tendrá razón James Costos, el embajador de Estados Unidos (y exvicepresidente de HBO), cuando, al anunciar el desembarco de Juego de tronos en España, dijo que era el set perfecto para rodar, por sus «localizaciones magníficas y sus profesionales»?
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