«Tengo un acuerdo tácito con mi mujer: en casa soy Albert y aquí Sofía»
Un documental se adentra en la vida del club de crossdressing EnFemme de Barcelona en el que, desde hace 11 años, se ofrece un espacio de libertad sin prejuicios para personas en transición que rehuyen de las etiquetas de género y optan por vestir de forma femenina.
Un vestidor, un armario con blusas, faldas, vestidos, medias, zapatos de tacón, lencería sexy. Un tocador de esos que tienen bombillas alrededor, como los de las estrellas de cine, en el que poder maquillarse, peinarse o ponerse diferentes pelucas. Un grupo de amigas o personas que compartan los mismos intereses, con una mente y una estética eclécticas. Hombros en los que llorar, confidentes a las que contarle cosas que nunca se han contado a nadie, personas que han vivido en sus propias carnes lo que a una le corroe por dentro, compañeras de juerga, alegrías y borracheras.
Todo esto y mucho más son las señas de identidad de EnFemme, un club de crossdressing barcelonés con once años de vida, que es el protagonista del documental del mismo nombre (que puede verse en www.enfemmedoc.com) firmado por Alba Barbé i Serra, antropóloga catalana que pretende, en sus propias palabras, “deconstruir la imagen de la travesti, relacionada siempre con la transformista, el pervertido o el trabajador sexual. El secreto público es lo que vertebra la estructura del crossdressing y al, mismo tiempo, este secreto es la condición de posibilidad de las violencias tránsfugas. El sexo es también una construcción cultural en sí misma y hay experiencias muy diversas de representación social del género, dependiendo del espacio y el tiempo: hombres que se sienten y se visten como mujeres, otros que tienen una parte femenina y otra masculina; algunos, que sintiéndose mujeres prefieren mantenerlo en una esfera íntima y otros, a los que esa mujer les llama tanto que inician una transición hasta expresarse en ella. Las diferentes culturas nos muestran numerosos ejemplos de lo anterior como los ‘muxes’ de Juchitán (Oaxaca) México, personas asignadas al nacer al género masculino pero que asumen roles femeninos en el ámbito social, sexual y personal”.
No hace mucho que la serie Transparent trató con considerable tacto y buen humor este asunto. De hecho, uno de los miembros de EnFemme, aprovechó la popularidad de la misma para explicarle a su madre su situación. “¿Mamá, tu ves Transparent? Sí, están todos locos (dijo ella). Pues en casa tienes uno”.
Los socios de este club de crossdressing fluctúan entre las infinitas posibilidades de vivir su realidad. Los hay que, como apunta Sofía en el documental, intentan fijar ciertos límites entre su parte masculina y femenina. “Ser crossdresser es como estar en un armario, en el que puedes abrir y cerrar las puertas cuando quieras y esto ofrece confort y seguridad. Yo tengo un acuerdo tácito con mi mujer. En casa soy el Albert de siempre y Sofía solo puede existir en EnFemme. Cuando estoy sola en casa y entonces me visto pero con la oreja puesta en el ascensor, que no se abra la puerta, que no lleguen mis hijos, ni mi mujer o la suegra y me vean convertida en Ava Gadner”.
Mar C. Llop, barcelonesa, fotógrafa y responsable de la fotografía en el documental, además de miembro de EnFemme, es otra de las muchas personas trans que, en un momento dado, decidieron dar el paso e iniciar su proceso de transición. “Toda mi vida me he sentido chica pero de joven no tenía muchas referencias de transexuales. En el club conocí a mucha gente que me ayudó a dar el paso. Fue muy duro decidirse y también perder a la familia. Mi pareja lo llevó muy mal, toleraba el crossdressing pero no más, y cuando tomé la decisión me dejó y se fue con nuestra niña. Perdimos el contacto y a mi hija no la veo desde hace cuatro años”.
Mar es también la autora del libro Construcciones Identitarias (Bellatierra, 2017). “El proyecto trata de fotografiar y explicar mediante textos los discursos de quien necesita salirse de la dicotomía mujer/hombre y, de una manera más específica, de la evolución de los cuerpos trans”, comenta esta fotógrafa. La obra está dividida en cuatro partes: En Tránsito, seguimiento corporal de las personas trans; Personas, que refleja los tránsitos permanentes o temporales de individuos del mundo transexual, transgénero, travesti o crossdresser; Vínculos, retratos y textos sobre parejas, amigos o familiares y Conceptos, que se ocupa de esas pequeñas-grandes cosas de este universo, como el maquillaje, el armario o el binder, una faja que utilizan los que se han operado los pechos para esconderlos, en el trabajo u otros espacios.
Mar siempre ha tenido muy buen ‘passing’, es decir que sus facciones nunca han sido demasiado masculinas y podía pasar por una mujer sin levantar sospechas. El passing evita miradas, comentarios, risas, insultos y hasta agresiones; aunque puede entrar en conflicto con el orgullo trans. Disimular lo que uno es, porque no todos los días una tiene la fuerza suficiente para ir enarbolando una bandera y, a veces, lo que se quiere es pasar desapercibida. Claro que el passing no es para todos, como Sofía explica con mucha ironía, “la primera vez que salí vestida a la calle y entré en una tienda, el dependiente me dijo: “Buenos días caballero, ¿Qué desea?”.
La incomprensión de los que transitan sin etiquetas por el concepto de género
Seguramente, en este universo los más incomprendidos son los que, como apunta Alba Barbé, “no se pueden clasificar bajo ninguna etiqueta, porque transitan de un género al otro de un modo fluido, lo que es incomprendido en una sociedad binaria”. ¿Tu qué eres, hombre o mujer?, ¿Y si eres hombre y te sientes hombre, por qué tienes que pintarte los ojos y andar sobre unos tacones de vértigo?, se preguntan muchos.
“El juego de ahora soy hombre, ahora soy mujer me agobia un poco; más que nada porque no sabes quién eres en el exterior, aunque en el interior si sé quien soy”, apunta uno de los testimonios del documental. Más adelante, la cinta muestra una fiesta en Madrid en la que otra declara, “Esto no tiene nada que ver con la homosexualidad, que es muy respetable, ni con la bisexualidad. La sexualidad es cosa de cada uno. Esto es una admiración y un amor absoluto por todo lo femenino. Pero es in-out, necesitamos sentirlo dentro y fuera. Amamos tanto a las mujeres que nos gusta ser como ellas”. Otra de juerga en la capital admite en el documental, “no me gusta salir cada día de mujer. En eso soy más travesti. Yo creo que disfruto más siendo chico que chica, pero me gusta ser chica también, pintarme los labios, que me maquillen pero aún así me siento hombre, casi más hombre todavía por el glamour. Soy Miguel y también soy Bárbara, y me siento feliz así”.
El documental también toca el tema de las parejas y acompañantes de estas personas y sus particulares transiciones hacia la comprensión, la aceptación o la ruptura. Muchas mujeres pueden tolerar el crossdressing siempre que no se haga en casa y no “tengan que convivir con esa nueva mujer”, otras permiten que sus maridos elijan la ropa con la que quieren vestirse en casa, algunas les acompañan hasta EnFemme para conocer a sus nuevas amistades y otras son incapaces de seguir viviendo con la nueva identidad que parece haber adoptado su pareja.
La cinta recoge el testimonio de una de esas mujeres que decidió empezar un diario personal para dar forma a sus pensamientos, reacciones y sensaciones cuando descubrió que su marido empezaba a usar sus vestidos. Ahora ella usa sus calzoncillos, pero uno de los aspectos que más le incomodaba al principio era el hecho de que su pareja identificaba el ser mujer con llevar minifaldas y ropas muy ceñidas, “como de puta”.
“Me interesaba reflejar el reposicionamiento de las parejas, que las obliga a replantearse muchas cosas y las tensiones existentes entre el concepto de mujer de las esposas y el que tienen los que practican el crossdressing, que en sus primeros estadios hace referencia a una feminidad más extrema. La tensión entre ésta mujer y la que nace, que es su marido, y que se tiene que ganar constantemente el género, mientras a la primera le viene ya dado”, apunta la directora de esta cinta.
¿Qué fue lo que más impresionó a Alba Barbé al rodar el documental? “La familiaridad y la calidad con la que se tratan unas a otras. EnFemme no solo es un club de crossdessing, es también una terapia y una escuela de feminidad donde se aprenden técnicas corporales, gestualidad o imagen para construir a esa mujer que empieza a nacer”.
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