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El placer de machacarse en el gimnasio

Si antes había pelea por coger una bici en spinning, en 2014 el objetivo es buscar retos extremos. Estar en forma ya no es suficiente. Tampoco para las mujeres.

El placer de machacarse en el gimnasio

Cada año, el Colegio Americano de Medicina Deportiva (ACSM) publica la lista de disciplinas que harán furor a lo largo y ancho del globo. En la de 2014 zumba, ciclo indoor y pilates, estrellas en años anteriores, ni aparecen. En su lugar, HIIT (las siglas en inglés de entrenamiento de intervalos de alta intensidad) ocupa el top ten.

El concepto no es nuevo: en los 70, el entrenador olímpico Peter Coe lo introdujo en la preparación de sus atletas. Entonces, la idea no caló más allá del circuito profesional. Pero hoy, un programa que garantiza resultados rápidos sin robar más de media hora por sesión tiene el éxito asegurado. Las versiones de HIIT surgen como setas. ¿La última? Tabata, una modalidad exprés creada por Izumi Tabata en 1996 que ha resurgido de sus cenizas. Reducir el entrenamiento a cuatro minutos –divididos en ocho repeticiones de 30 segundos: 20 a pleno rendimiento y 10 a un nivel más tolerable– «es una razón de peso para ganar adeptos en una sociedad sin tiempo», asegura Walter R. Thompson, autor del ACSM. Incluso el yoga se adapta. Su última versión, Interval Yoga, aplica la teoría de los intervalos.

La otra gran tendencia tiene sello militar y muchas seguidoras femeninas. Empezó con los Bootcamps, inspirados en los programas de acondicionamiento de los reclutas. Y le ha seguido la fiebre TRX, un sistema ideado por los marines norteamericanos que usa el peso del cuerpo en suspensión como resistencia. Las versiones para llevarse el entrenador a casa no han tardado en llegar. Insanity, al que han descrito como «el entrenamiento más duro jamás visto en DVD», ha vendido más de dos millones de copias. P90X, que se autodefine con orgullo como «extremo», más de cuatro. Ni siquiera la noticia de que algún primerizo ha acabado en el hospital con rabdomiolisis (síndrome caracterizado por la destrucción del músculo esquelético), ha minado su popularidad. Krav Magá, un derivado de la técnica de defensa personal que emplean las Fuerzas de Seguridad y Defensa de Israel, es el nuevo de la clase.

En nuestro país, la prueba de fuego del éxito de la doctrina miliciana llega en formato televisivo. En los próximos meses, Cuatro estrena Método Osmin, un reality en el que ocho participantes se someterán al sistema (poco ortodoxo) de Osmin Hernández, un exmilitar cubano que llegó a Miami en una balsa e hizo fama y dinero instruyendo a deportistas y celebridades. Madonna, la reina del fitness, está en su currículum vítae. Mickey Rourke y Fergie, también. 

Tendencia viral. La agente de modelos Natalie Joos prueba las disciplinas más intensas y lo cuelga en su web.

Natalie Joos

¿Masoquismo? Si hablamos de adeptos, el rey del podio es el CrossFit. En palabras de su creador, Greg Glassman, «es un sistema de acondicionamiento físico basado en ejercicios funcionales ejecutados a relativamente alta intensidad». En la práctica, se trata de una sucesión continuada de actividades variopintas, de flexiones y dominadas a saltos y sprints. Tortuoso… pero adictivo. Desde que Glassman abrió su primer gimnasio en California, el fenómeno se ha inflado como si hubiera tomado esteroides. Hoy, CrossFit Inc. es una marca registrada que genera 50 millones de dólares al año y tiene 7.800 centros afiliados, 54 de ellos en España. Y eso contando solo los autorizados (como a todo fenómeno de masas, le han salido imitadores ilegítimos).

Para los devotos de este tipo de disciplinas, la razón por la que enganchan va más allá de la producción de endorfinas que desencadena la actividad física, un subidón psicológico probado y demostrado. Ni siquiera es una cuestión de vanidad estética –aunque conseguir un trasero de acero es un efecto secundario bien recibido–. Se trata de la satisfacción de superar un reto en un mundo cada vez más competitivo. «Psicológicamente, el hombre crece mediante la confrontación de los desafíos que la vida presenta», explica Carlos Silva Koppel, psicólogo clínico y practicante de CrossFit. Para él, este tipo de disciplinas brindan «la oportunidad de probarnos».

«Es una cuestión de crecimiento personal, no solo físico», secunda Andrés Bravo, instructor jefe de Krav Magá Worldwide España. Y hay un dato curioso: cerca del 40% de sus alumnos son mujeres. El hecho de que actividades tan inclementes tengan cada vez más féminas entre sus filas no es casual. Y es que si antes la batalla de géneros se libraba en las oficinas, ahora llega a los gimnasios. «Hoy, las mujeres tienen doble trabajo: deben luchar pero, por desgracia, la sociedad también las obliga a demostrar. Para ellas, este tipo de ejercicios es una forma de decir: “Yo también puedo”».

Presentación de la última colección de Stella McCartney para Adidas.

Getty Images

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