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El mundo de Mario Testino

Testino es el fotógrafo de la monarquía británica y de la familia real de la moda. Sus retratos y editoriales dan la vuelta al mundo.

Kate Moss

Se dice que el fotógrafo de moda Mario Testino (Lima, Perú, 1954) tiene tanta confianza con sus amigas celeb que hasta se atrevió a decirle a la mismísima Madonna que él celebraba mejores fiestas que ella. No sabemos cómo serán las verbenas en casa de la Ciccone –que, a priori, no aparentan ser muy aburridas–, pero al conocer a Mario se deduce que sus reuniones no se quedarían atrás. Se mueve con elegancia, con el porte distinguido y equilibrado que le da su 1,90 de altura. Se expresa con ironía y picardía seductoras, haciendo continuos guiños cómplices con los gestos de su cara y sus manos. Y habla con la autosuficiencia del que no necesita dar explicaciones: ahora, por fin, es libre. Como él mismo confiesa en esta entrevista: «Lo mejor de ser Mario Testino hoy en día es que, tras muchos años de pelear para llegar hasta donde estoy, puedo decidir trabajar en la ciudad que quiero, hacer la foto que quiero y con la persona que quiero. Y ese es el lujo más grande que uno se puede permitir».

No siempre fue así. En 1976 se mudó a Londres y sus comienzos no fueron fáciles. Él mismo ha dicho públicamente que pasó 15 años endeudado con el banco para poder salir adelante. «En aquel entonces yo pensaba que sabía lo que quería, pero estaba equivocado. Vivía en Inglaterra y quería ser como los ingleses; los miraba y pensaba que eran las personas más increíbles que había visto jamás. Solo cuando me volví más peruano de lo que podía ser, triunfé. Mi identidad, mis raíces, eran mi singularidad. Por eso, a los jóvenes que empiezan les digo siempre que la única manera de llegar alto es sabiendo quién eres tú. Solo así sabrás lo que quieres», argumenta.

No se nos ocurriría desoír los consejos de este visionario, quien ha tenido como referentes a Cecil Beaton y Norman Parkinson, amén de llevar 30 años en la profesión. Su objetivo ha dado forma a innumerables campañas para las mejores firmas. Ha fotografiado a casi todo el estrellato: Kate Moss, Gisele Bündchen, Kristen Stewart, Nicole Kidman, Lady Gaga… todas quieren tener una foto suya. Y se ha establecido como el retratista oficial de la monarquía británica: de él es la última sesión fotográfica de Diana de Gales (1997) y las imágenes que inmortalizaban el compromiso de los duques de Cambridge (2011). Asimismo, ha colgado su obra en las paredes de la National Portrait Gallery de Londres y en el Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid (en la actualidad tiene dos exposiciones, In your face y British Royal Portraits, en el Museo de Bellas Artes de Boston, hasta febrero y junio de 2013, respectivamente). Además de haber publicado una decena de libros, entre los que cabe destacar Mario de Janeiro Testino (Taschen). En él, a través de la supermodelo Gisele Bündchen, descubre una de las ciudades que más le entusiasman, su primer destino de vacaciones a los 14 años. Por si eso fuera poco, ha creado su propia fundación, MATE, cuyo fin es promover la cultura y el trabajo de artistas peruanos.

En el mundo de las revistas de moda, Testino fue el autor de la portada del September Issue de Vogue USA (2007), cuyo documental mostró al planeta la importancia de los números de otoño. Esta temporada O-I 2012, ha firmado nada más y nada menos que 11 portadas. Entre ellas, la del número de diciembre de Vogue España, en el que realiza un completo homenaje a nuestro espíritu festivo. Como todo lo que toca, dará la vuelta al mundo: «Hay que celebrar y no hundirse. Durante el comienzo de mi carrera, cuando no tenía ni un centavo para coger el bus, salía de juerga sin parar. Hay que mantener el ánimo y no decaer. Además, la fiesta es algo innato en el español», asegura.

Abro el apartado dedicado a los retratos en su web y de golpe, en un mismo plano, me encuentro con fotos de Anna Wintour, Margaret Thatcher y Estefanía de Mónaco. ¿Qué tienen en común?

(Ríe a carcajadas). La individualidad, la fuerza de la opinión personal. Cada una ha seguido su vida como ha querido. Esas son las mujeres que me gusta fotografiar, las que saben lo que quieren, las que tienen narices.

Ha dicho que el mejor cuerpo, entre las mujeres desnudas que ha fotografiado, lo tiene Demi Moore. ¿Quién es la que va mejor vestida?

Definitivamente, Kate Moss. Le puedes poner cualquier cosa porque todo le queda bien.

¿Cómo la conoció?

Cuando tenía 14 años, en su primer desfile con John Galliano. Fui a saludar a John y vi que Kate estaba en una esquina llorando, así que me dirigí a hablar con ella. «¿Qué te pasa?», le pregunté. «¡Solo me han dado un vestido para desfilar!», me dijo triste. Y yo le contesté: «Mira, no te preocupes. En la vida hay perfumes y colonias. Con el perfume te pones dos gotitas y basta, te dura todo el día. Con la colonia, sin embargo, te tienes que echar gran cantidad y solo dura dos segundos. Tú eres un perfume».

¿Qué vio en ella, sigue pensando igual?

Por supuesto. Tiene personalidad, gentileza, carisma, gusto, sentido del humor y… ¡pelotas! No tiene miedo, se tira, se arriesga. Y encontrar todo eso reunido en la misma persona es difícil.

Y usted, ¿qué tiene de especial para haber destacado entre la multitud?

Mi mamá siempre me ha dicho que lo que me hace diferente es la mezcla que tengo. Me gusta la elegancia y me gusta el underground. Me gusta la locura y me gusta la sobriedad y la tradición. Estoy hecho de muchas cosas diferentes. En el colegio era muy bueno en matemáticas pero me encantaba el inglés y ahora hablo cinco idiomas. Me eduqué en Perú pero he pasado por Estados Unidos, Inglaterra, Francia… La mezcla de cosas es mi fuerte. Y el haberme sabido adaptar a todas ellas, claro.

¿Su madre es otra de sus musas?

¡Sí, ella es tan clara! Tiene 90 años y puedes creerme si te digo que aún la llamo para pedirle consejo antes de tomar decisiones. Y creo que está orgullosa de mí: tiene en su habitación una especie de altar con todas mis portadas enmarcadas.

En la mayoría de sus fotos de moda, las mujeres se muestran despampanantes y lujosas. Incluso cuando apuesta por el desnudo, son sexies y sofisticadas. ¿Cómo ha construido ese ideal de mujer?

Ahora justo estoy haciendo un trabajo sobre Perú, sobre los trajes de la zona de Cuzco, uno de los lugares del mundo con mayor variedad textil. Hace cuatro años que estoy documentándolo con mi cámara y en abril lo expondré en MATE. Fotografiando todo esto, me he dado cuenta de que vengo de una cultura con una tradición de vestuario increíble. Mi madre y sus hermanas eran mujeres que se vestían impecablemente, unas locas de la ropa. De ellas sale la frase «la moda no incomoda», porque eran capaces de ponerse un zapato que les dolía a morir porque ese era el que les pegaba con el vestido. También hace unos días llamé a un amigo para que me consiguiera fotos de su madre. Cuando yo era pequeño, la veía a menudo y me parecía una mujer fascinante por su forma de vestir. Es increíble que con tan solo 10 años ya tuviera un mirar hacia la elegancia, hacia el gusto, la excentricidad, la individualidad…

Pues parece que usted huye de las maduras. No le vemos fotografiar arrugas…

Nunca me llaman para hacer ese tipo de fotos y ¡me encantaría! Me chiflaría fotografiar a Meryl Streep, por ejemplo. Pero, fíjate, la única vez que me llamaron, luego me cancelaron… Bueno, ya vendrá… todo llega.

¿Qué otras mujeres, además de Moss, han marcado profesionalmente su vida?

Carine Roitfeld, muy importante. Anna Wintour, sumamente importante. Lucinda Chambers, con quien comencé. Y todas las que me han ayudado a mejorar.

(A Lucinda Chambers, directora de moda de Vogue UK, la conoce desde los años 70, cuando Testino se trasladó a Londres. En los años 90, con Carine Roitfeld –entonces directora de Vogue Paris– y el diseñador Tom Ford, creó para Gucci campañas que acuñaron internacionalmente el concepto erotic chic. Un trabajo que hoy en día es toda una referencia para el sector. En cuanto a Anna Wintour, es su amiga y mentora. Con ella trabaja asiduamente).

Ha retratado a Diana de Gales, a Catalina Middleton, a Rania de Jordania. Y lo hace mostrando princesas perfectas, casi ideales. ¿Qué le parece que últimamente se critique a las monarquías tan abiertamente?

Para mí es un género documental, una forma de mantener la tradición viva. En cuanto a lo que piensan los ciudadanos de ellos, es cierto que quizá haya modos y maneras que la monarquía debería cambiar para adaptarse a una sociedad más actual. Pero en Inglaterra, por ejemplo, la familia real es un gran negocio para el turismo y une a su pueblo en muchas ocasiones. Yo no me atrevería a criticarla. ¿Y en España? Pues miren, la reina que tienen es fascinante: ha sacrificado su vida por un país.

¿Ha visto las fotos que Cristina García Rodero le ha hecho a los príncipes de Asturias?

No, no las he visto. Pero lo haré antes de irme de España. A mí me habría encantado fotografiarlos pero cuando una revista me propuso hacerlo, la casa real tenía una política extraña, solamente podía hacerlo como paparazi.

Usted ha exhibido su obra en diferentes museos. Y, afortunadamente, no es el único fotógrafo de moda que lo ha hecho. ¿Su trabajo es arte?

Cualquier cosa que signifique crear algo es arte. Si tú creas un vestido a partir de un tejido, eso es arte. Si cocinas un nuevo plato, eso es arte. Pero entiendo la pregunta pues, durante años, se ha considerado arte solo aquellas obras plásticas que, supuestamente, no tenían un interés comercial.  

Hace 140 fotos al mes. Con ese volumen, ¿es posible hacer arte constantemente?

Puedes intentar ser lo más creativo posible en cada foto pero es obvio que no todos los resultados van a tener el máximo nivel. El hecho de que no te deje boquiabierto no quiere decir que no sea arte. Yo colecciono desde hace 19 años y te puedo asegurar que veo obras pésimas.

Cuando expuso en la National Portrait Gallery hubo algún crítico que cuestionó que su obra se mostrara allí…

Pero el director del museo le respondió diciéndole que todos los retratos que estaban en su centro de exposición habían sido comisionados por alguien, es decir, que había existido un intercambio de dinero con el artista. Y, además, todas las personas que aparecían en ellos se habían vestido con sus mejores galas para representar la época y clase social a la que pertenecían. Por tanto, todos los retratos expuestos eran de moda y pagados.

Hay fotógrafos de moda que se sienten tan artistas que dicen que lo de menos en sus fotos es la ropa.

Uy, no, no, no… la ropa es muy importante. Yo no soy artista plástico, yo no estoy trabajando en una obra que se va a colgar en la pared. El fin de mi foto es salir en una revista de moda y hacer que la gente quiera comprar ropa. A eso yo le doy un toque artístico.

Ha vestido a España de fiesta en el número de diciembre de Vogue. Sin embargo, hay otros medios, como The New York Times, que insisten en exportar una imagen en blanco y negro de nuestro país.

¡Para mí España es taaaaan colorida!

Y acto seguido se despide de S Moda tarareando la canción de Los del Río Sevilla tiene un color especial. La fiesta, sin duda, sigue con Mario.
 

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