El desfile denuncia sale caro en China
A algunos creadores asiáticos deberían pagarles un plus de peligrosidad. Las pasarelas protesta pueden acabar con detenciones o con el veto al trabajo del diseñador.
Sin duda, el pasado día 30 de octubre la diseñadora Liu Wei supo llamar la atención en Pekín. Quizá demasiado. Su desfile Breath (Respira), celebrado durante la Semana de la Moda de China, dejó sin aliento al público cuando, en un apoteósico final, las modelos que habían mostrado elegantes creaciones en blanco, rojo y azul se enfundaron uniformes de enfermera, cubrieron sus rostros con mascarillas quirúrgicas, y aparecieron sujetando paraguas blancos salpicados de sangre. La polémica estaba servida.
Imagen de uno de los diseños de Zhao Bandi, artista que utiliza osos panda de peluche para hacer una irónica crítica social.
Zígor Aldama
«Como artista, no me puedo limitar a crear únicamente cosas bellas o comerciales. Es mi responsabilidad concienciar al público sobre problemas de nuestro entorno», había explicado Liu en una entrevista previa con una revista local. Pero, aunque lo que pretendía era criticar el desolador panorama medioambiental del gigante asiático, diferentes medios de comunicación afirmaron que las autoridades chinas habían ordenado su arresto porque consideraron el espectáculo como un apoyo tácito al movimiento Occupy Central de Hong Kong, que ha tomado el paraguas como símbolo de una revolución democrática que el Partido Comunista considera una afrenta directa.
A esta teoría también le dio alas la desaparición de Liu, que el día 6 de noviembre dejó de actualizar su cuenta de Weibo –el Twitter chino– y en cuya empresa –Rose W– dejaron de atender al teléfono. Pero poco antes del cierre de esta edición la propia diseñadora aseguró a S Moda que se encuentra bien, no ha sido arrestada y que «diferentes medios han manipulado lo que pasó por motivos políticos». De hecho, hubo quienes modificaron fotografías del desfile cambiando el color de los paraguas y pintándolos del amarillo que utiliza Occupy Central. Lo que no desmintió Liu es que haya tenido algún problema con el Gobierno.
Desfile de Ying Pei en el que las modelos llevaron máscaras de gas futuristas.
Mercedes Benz Fashion Week China
En contra. No se trata de la primera vez que el mundo de la moda alza la voz en China para denunciar problemas sociales. De hecho, poco antes del desfile de Liu, que se llevó a cabo con la capital china bajo alerta naranja por contaminación, el diseñador Ying Peng presentó su colección de ropa deportiva con modelos ataviados con máscaras de gas. Ambos creadores son conscientes de que sus críticas en un régimen autoritario suponen una amenaza para su carrera profesional.
La pintora y diseñadora Lee Pei ya la ha sufrido. Como le sucedió también al afamado artista Ai Weiwei, la Policía de Shanghái consideró que su serie de cuadros sobre sexo era una «promoción de la pornografía». Así que la muestra fue retirada y ella sufrió un veto no oficial. Ahora, Lee asegura que tiene miedo de que su obra se vea en China y trabaja en España.
La pintora Lee Pei, que ha sido vetada por su serie de cuadros eróticos.
Zígor Aldama
Cerca de esa misma situación estuvo el creador Zhao Bandi. En 2008 comercializó una serie de ositos de peluche con los colores de las mascotas de los Juegos Olímpicos de Pekín para criticar que hubiesen sido organizados de espaldas a la gente. Poco después, el Gobierno de la provincia de Sichuan se vengó con una ley que le impide utilizar los rasgos del animal con fines comerciales. «Los dirigentes chinos utilizan todos los medios a su alcance para censurar cualquier creación crítica, pero no nos pueden callar a todos», sentencia.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.