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¿Se nos están yendo de la mano las despedidas de soltera?

Las despedidas de soltero en España suponen actualmente un negocio de más de 300 millones de euros y la tradicional fiesta ha pasado a convertirse en un fin de semana repleto de actividades.

Una escena de 'Bridesmaids', una de las películas que mejor refleja lo disparatada que puede ser una despedida.
Una escena de 'Bridesmaids', una de las películas que mejor refleja lo disparatada que puede ser una despedida.Cordon Press

En ocasiones, cuando recibes una invitación a una boda, esta ya no supone asistir solo al gran día, sino que lleva implícita también la “invitación” a la despedida de soltero o soltera correspondiente. Una invitación que, en realidad, debe financiar el propio invitado, y que cada vez supone un mayor costo.

Las cifras son similares en los diferentes países. En Estados Unidos, una encuesta realizada en 2017 por RetailMeNot desvelaba que la mayoría de las mujeres desembolsan una media de 150 dólares (unos 133 euros) en actividades para pasar el fin de semana de despedida de soltera. De forma similar, en España, según datos de la web especializada en viajes para despedidas The Fun Plan, la medida de gasto está en los 120 euros,  y es que ya solo contratar una actividad de grupo supone unos 50 euros.

Teniendo en cuenta que, según el sector, en España se celebran unas 300.000 despedidas al año, en grupos de entre 8 y 12 personas, se calcula que al año las despedidas de soltero suponen un negocio de más de 300 millones de euros. Una cifra desde luego nada desdeñable para las empresas, pero algo impresionante para los invitados a una boda. Así, resulta difícil no preguntarse si realmente es necesario tanto despliegue, o si quizás nos hemos sumado a una moda, de la que ya no sabemos cómo salir.

Porque el fondo es que, al igual que en las bodas, ahora las despedidas de soltero/a suponen una serie de gastos fijos que antes no se contemplaban. Lejos han quedado los tiempos en los que eran los novios los que invitaban a una cena a sus amigos más íntimos. Ahora, según una encuesta en redes realizada por el portal Bodas.net el 57% de los encuestados cree imprescindible comprar un disfraz para el día de la despedida. Asimismo, el 63% prefiere una despedida con amigos (y en su caso familiares), antes que una despedida conjunta, pese a lo cual el 51% de las parejas dice preferir un plan tranquilo, en vez de una fiesta loca. Aunque sin duda, el dato más destacado es que hasta el 72% afirma que el plan por excelencia es irse a pasar el fin de semana a otra ciudad, en vez de quedarse en su lugar de residencia.  De esta forma, la despedida ya no solo se compone de la fiesta o de las actividades a realizar, sino también de los gastos en hospedaje, comidas y desplazamiento.

Los pros y contras del turismo de juerga

No obstante, según el mismo estudio de The Fun Play, Ibiza y Barcelona son las ciudades estrella para celebrar despedidas de soltero/a en verano, mientras que Madrid o Salamanca resultan ser los destinos predilectos del invierno. Si se trata de viajar fuera de España, gran parte de las escapadas son a lugares como Lisboa o Amsterdam. En cuanto a las actividades estrella en los viajes, según esta misma web, están especialmente solicitadas las actividades náuticas, aunque insisten en este tipo de packs, se incluye especialmente como cláusula la sanción por mal comportamiento de los grupos, debido al exceso de alcohol o a la toma de sustancias ilícitas.

Pese a ello, la realidad es que son varias las ciudades que se han visto desbordadas por el tipo de turismo que suponen las despedidas. De hecho, poblaciones como Málaga, Granada y Córdoba han endurecido las medidas para evitar la presencia de estos grupos en sus calles. Otras, como Conil de la Frontera, han llegado a imponer multas de hasta 3.000 euros por alteración del orden público y vestimentas indecorosas. En la misma línea, el pasado verano se daban incidentes con grupos de despedida de solteros en el propio AVE. Es decir, que la fiesta empezaba incluso antes de llegar al destino.

Buscando ideas alternativas

Para evitar este tipo de problemas, y que las despedidas de soltero no sean un problema para los que no están de fiesta, ahora la tendencia está en ofrecer viajes diferentes y alternativos. Según la web ‘El Último Pecado’, experta en ofrecer packs de despedida, la idea predominante es “alejarse de lo erótico y optar más por planes de fin de semana”, pero no en el centro de la ciudad, sino en “complejos como Eurofiestas, donde se juntan más de 100 despedidas cada fin de semana y están alejados de toda civilización y no molestan a nadie”, lo que la convierte en una opción perfecta.

En este sentido, se buscan actividades diferentes, más allá de las cenas con espectáculo o las gymkanas que sí se suelen realizar en el centro de la ciudad. De esta forma les van ganando terreno otras opciones como “el humor amarillo, las pool party, sobre todo ahora en verano, o los escapes room”.

Igualmente, desde esta web insisten en que cada vez se pide personalizar más el tipo de fiesta, bien sea con temáticas adaptadas a los gustos de los novios, o incluso con peticiones especiales, y a veces algo llamativas. “Las cosas más locas que suelen pedir están relacionadas con bromas”, insisten desde esta organización. Así es habitual que la stripper que sorprenda al novio resulte ser finalmente su prometida, o incluso bromas de peor gusto, como “sustituir a la stripper por un enano disfrazado”.

La presión del grupo social

Aunque sin duda, más allá de lo que le preocupa a las ciudades este tipo de turismo, o lo que supone en el bolsillo de los invitados, otro de los grandes problemas de las despedidas de soltero/a es tener que gestionar la misma, meses antes, en un grupo de Whatsapp, con personas a las que no siempre se conoce, y que desde luego no comparten gustos, nivel socioeconómico, ni tienen el mismo grado de relación con el novio o la novia. Un grupo de Whatsapp en el que es difícil no dejarse llevar por la presión social.

Según la psicóloga Judith Viudes la invitación a una boda lleva el mensaje velado de “cuánto más te impliques en mi boda y más te sacrifiques, más me quieres y me valoras” y si no lo haces “es que te importo más bien poco” o “eres un mal amigo/a”.  Un mensaje que según la experta “puede generar una gran carga emocional sobre la persona y repercutir directamente en su decisión y estado anímico”, sobre todo cuando no puede hacer frente a todos los gastos, o al menos, no al mismo nivel que el resto de invitados.

“Los sentimientos más comunes ante este tipo de situación suelen incluir la culpa, la vergüenza, la incomprensión y el malestar al sentirse apartado del grupo por no cubrir las expectativas sociales esperadas. Además, puede ser una fuente de conflicto con el grupo, porque se comparte ese espacio y esa decisión con otras personas con diferentes gustos, con diferentes formas de pensar, diferentes valores, diferentes situaciones, diversas situaciones económicas, etc.”, argumenta Judith Viudes.

Ante esta situación, la psicóloga recomienda que lo más sano es “intentar ser lo más objetivo posible y romper con la presión social”. Es decir, que tomemos una decisión según lo que realmente nos apetezca, y queramos y podamos aportar, y no según lo que hagan los demás. Aunque sin duda, para evitar conflictos, la clave será en explicar bien nuestra decisión desde la asertividad. “Es decir, exprésate respetando tus necesidades, pero sin herir o atacar a la persona con la que te estás relacionando”, concluye Viudes. Al fin y al cabo, más allá de fiestas, disfraces, viajes y gastos añadidos, el objetivo es precisamente estar con alguien que quieres en su gran día, aunque a veces se nos olvide que precisamente acompañar  y apoyar, cada uno a su manera, era lo único importante.

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