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Del Monte de Piedad a la subasta pública: tesoros en busca de dueño

Descubrimos en exclusiva cómo se tasan, se catalogan y se subastan los tesoros históricos del Monte de Piedad.

Tesoros en busca de dueño

Por su entrada, una portada barroca de 1733, pasaron el año pasado 150.000 personas para pedir un crédito. Un 3,5% más que en 2012. «Y el porcentaje se ha mantenido este año», cuenta Santiago Gil, el nuevo director de Monte de Piedad de Madrid, una institución con 312 años de historia.

Él mismo nos guía por el edificio. Atravesamos la sala principal, con ventanillas típicas de los bancos, pero con expertos tasadores atendiendo. Allí, la joya se convierte en un activo valioso. «Ellos valoran los metales, cada piedra preciosa y pieza de alta relojería que llega. Y todos se rigen por el mismo baremo oficial de euro/gramo. En 20 minutos consiguen un crédito del 80% del valor», explica Gil.

Gargantilla con 38 motivos de flores hechas de brillantes y rubíes.

Mirta Rojo

Una curiosidad de las muchas que se descubren en la casa: de todas las prendas que entregan, el 95% se recupera y solo se subasta el 5% restante, según datos oficiales. «Se establece un contrato a 12 meses. Una vez transcurridos, se ofrece un mes de gracia para liquidarlo o renovarlo. Y si no se renueva, pasa a subasta. Llegados a este punto, en el mes 15, tras clasificar la pieza y catalogarla, sale a puja abierta».

La casa nos permite en exclusiva el acceso a una zona desconocida para el público, las oficinas restringidas a profesionales autorizados. Entramos en un despacho que recuerda a un laboratorio gemológico. Aquí se preparan los lotes de la subasta actual, de las que una selección se puede adquirir online hasta el día 17. Ante nosotros, hay un brazalete de marfil con rubíes y zafiros de los años 20 que marca 1.125 euros; otro con diamantes y esmeraldas hecho por la joyería madrileña Grassy en los años 70, con un precio de salida de 3.740 euros; un reloj de bolsillo de Longines de principios del siglo XX valorado en 450 euros; un broche art déco de oro blanco y diamantes tasado en 3.000 euros, o un solitario con un diamante de 4,15 quilates valorado en 11.150 euros. «Este precio se triplicaría en una gran joyería», explica María Pérez, coordinadora de tasadores. Mientras nos atiende, coloca en una bandeja de terciopelo el brazalete Agrafe de Cartier, de oro blanco y diamantes, con su etiqueta, que indica 3.000 euros. El mismo modelo está a la venta en joyerías oficiales por 14.900 euros. «Es un valor de salida, no sabemos el que puede alcanzar éste en particular. De media, los precios aumentan un 20%», continúa Pérez. «El incremento que se obtiene lo devolvemos íntegro al prestatario. En 2013 salieron 1.700 piezas, que aumentaron su valor por un total de 860.000 euros. Es decir, esos clientes no solo liquidaron su deuda, sino que tuvieron un rendimiento de 518 euros de beneficio de media», explica David Calzado, coordinador de comunicación.

Fachada de la casa, obra de Pedro de Ribera.

Mirta Rojo

Colección temporal. La venta vigente comenzó con un catálogo de 1.800 lotes, pero finalmente solo se puede pujar por 900. «Entre el mes 13 del crédito y hasta las 23:59 horas del día antes de que se ofrezcan al público, los propietarios pueden recuperar su joya». Como ha ocurrido con una pulsera articulada art déco con flecos de oro, tasada en 1.850 euros. O la que era la gran estrella del evento: un alfiler de Van Cleef & Arpels con forma de flor, realizado entre 1945 y 1950 en Nueva York, de 14 quilates, brillantes y una gran esmeralda central, con un precio inicial de 15.000 euros. «Un modelo muy parecido en diseño, época y firma se subastó en Shangái hace unos meses por 45.000 euros», nos comenta María Pérez.

Pero S Moda pudo apreciar cada uno de estos tesoros antes de que sus dueños los retirasen. La pregunta sobre los propietarios originales es obvia: «Tenemos una cláusula de confidencialidad que nos impide dar identidades. Es lo mínimo», dice Gil. Aunque nos descubren algunos detalles de obras que han custodiado. «Como un reloj de Alfonso XIII, gemas que regalaron a las damas de compañía de la reina Victoria Eugenia, huevos de Fabergé, tiaras del siglo XIX o una bañera bautismal de plata de la misma época», recuerda la coordinadora de tasadores. Junto con anécdotas de su actual clientela. «Son grandes damas que utilizan el Monte como una caja fuerte cuando viajan. Dejan aquí sus joyeros con máxima seguridad, toman dinero para sus gastos y, tras finalizar sus vacaciones, liquidan el crédito y se las llevan a casa. O músicos que nos visitan en invierno, porque no tienen conciertos, y recuperan sus bienes en verano», cuenta Calzado.

Registro del Monte de Piedad de 1943, cuando todavía se podían entregar ropa y objetos personales. «Esta institución permaneció abierta durante la Guerra Civil», dice David Calzado, su director de Comunicación.

Mirta Rojo

Este público rompe con la imagen a la que los documentales de la posguerra nos tiene acostumbrados. «El 66% de nuestros clientes está entre los 35 y los 65 años, y el mismo porcentaje, 17%, por encima y por debajo de esta franja», puntualiza el director. Estos llegan al montepío con unas piezas «con un valor que oscila de los 600 a los 1.000 euros». El tipo de interés se aplica según la importancia del lote: un 5% para las de menos de 300 euros; el 6,25% para las que están entre 300 y 900; un 8% si superan los 900 y no sobrepasan los 3.000 y el 8,25 para valores mayores a éste».

Estas subastas aumentan su éxito según ganan adeptos. De septiembre de 2013 a junio de 2014 han celebrado 10, en las que vendieron 10.000 piezas por 3.150.000 euros. Es más, el año pasado se alcanzaron 12,5 millones de beneficios, de los cuales 10 fueron a la obra social de esta fundación. «Se repartieron entre cinco guarderías con cerca de 1.000 niños, cinco colegios con 2.210 alumnos, tres espacios para mayores o La Casa Encendida…», dice Calzado. «Adaptamos el Monte de Piedad a las nuevas necesidades de la sociedad, pero con los valores que le han hecho perdurar a lo largo de tres siglos». ¿Las novedades? «Antes de que acabe el año estrenaremos nuevas páginas web para renovar préstamos a distancia o hacer pujas online más ágiles. Y habrá un escaparate en la sede para la venta directa de las piezas que no se vendieron con el precio con el que fueron valoradas», concluye Santiago Gil.

Mirta Rojo

«También aceptamos alta relojería, aunque sea acero», dice Santiago Gil, director de la fundación. Arriba, un Ballon Bleu de Cartier antes de su valoración.

Mirta Rojo

María Pérez comprueba en su laboratorio los índices de una gema. «Todas las grandes joyas vienen con un recibo o certificado gemológico que garantiza su legalidad», cuenta.

Mirta Rojo

Rincón de la sala donde se custodian las piezas que se dejan en depósito.

Mirta Rojo

Detalle del almacén de la sección de «Hallazgos». En los paquetes: máquinas de coser o de escribir, equipajes o correspondencias de finales y principios del siglo XX.

Mirta Rojo

Contrato de préstamo del año 1937.

Mirta Rojo

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