De ‘shopping’, robos y trapicheos: la revolución hormonal de Hollywood y las lolitas del exceso
Harmony Korine y Sofia Coppola despojan de candidez a la adolescencia en sus películas y pervierten a las niñas mimadas de la industria infantil.
"¿Nos vamos de compras?". Suena Sleigh Bells a toda castaña. Planos de joyas y vestidores con Vuittones a tutiplén. Fiestas. Paseíto de rigor con lattes en mano y séquito de fashionistas. Más fiestones. Paparazzis acosadores. Emma Watson saca la lengua, pícara ella. Se intuye el rostro de Paris Hilton en los cojines de una mansión. Planos de palmeras, 'selfies', descapotables y policía. Así, a grandes rasgos, es el avance de trailer de 40 segundos de The Bling Ring, la esperadísima película de Soffia Coppola que se estrenará en junio, basada en la pandilla de adolescentes pijos y millonarios del valle de Hollywood que se dedicó a asaltar las mansiones de famosos para llevarse todo Chanel, Gucci, Prada o Louboutin que pillasen por banda.
Como recién salidos de una novela de Bret Easton Ellis, Alexis Neiers (Emma Watson en la película, quién te ha visto y quién te ve Hermione) y sus púberes secuaces, conocidos como The Bling Ring, llegaron a embolsarse unos tres millones de dólares en joyas y y prendas de diseñadores de lujo entre octubre de 2008 y agosto de 2009. Con el teen a cuestas (ninguno alcanzaba la veintena), la banda asaltó la mansión de Orlando Bloom (querían hacerse con las prendas de Victoria's Secret de Miranda Kerr) porque sabían por TMZ que el actor estaba en Nueva York en un rodaje. Buscaron su casa por Google Maps y por celebritiy adress aerial. Se cubrieron con sudaderas de capucha, esquivaron las cámaras de seguridad y arramblaron con un botín de 500.000 dólares de bolsos Vuitton, relojes Rolex, obras de arte y ropa. El mismo método utlizaron para asaltar la mansión de Paris Hilton (con cameo en la película), Lindsay Lohan, Audrina Paltridge, Rachel Bilson y el hogar de Brian Austin Green y Megan Fox (al que sustrajeron una pistola Sig Sauer semiautomática).
Tras un chivatazo y la pillada policial, la banda se libró de la cárcel, a excepción de Neiers, que cumplió un mes de condena y compartió sus últimos cinco días de prisión celda con celda con Lindsay Lohan. Después llegaría su propio reality televisivo a lo Kardashians (Pretty Wild, no podía llamarse de otra forma), con polémicas fotos e ingesta de drogas de por medio.
Con todo este culebrón como telón de fondo, Sofia Coppola se ha dispuesto a retratar a las nuevas lolitas del exceso, una apuesta más cercana a su Maria Antonieta fiestera que calzaba Converse que a las introspectivas vírgenes suicidas de Eugenides. No será la primera en hacerlo. Coppola sigue la estela que ha marcado Spring Breakers, el film de Harmony Korine (aquí como Larry Clark pasado de revoluciones), culpable de explotar la sexualidad de la cantera Disney y de convertir a las hasta ahora virginales Selena Gómez y Vanessa Hudgens en colegialas fiesteras, drogatas, adictas al bombo de Skrillex y carne de cañón de los especiales playeros de la MTV.
Aunque Korine realice su particular oda al grill dental, al 'yo' del slang gangsta y a los trapicheos de la calle, y parezca diametralmente opuesto al pijerío de los ladrones de Coppola, en el fondo, ambas películas exponen las mismas ansias por alcanzar los estatus sociales (sea del estrato que sean), el marquismo y la juerga eterna de sus protagonistas. Por algo comparten distribuidora: A24 Films, una nueva productora con base en Nueva York y que viene dispuesta a imponer una visión de la adolescencia sui generis en la gran pantalla. Además de estos dos proyectos, se han hecho cargo de Ginger&Rosa, con una combativa Elle Fanning a la cabeza. Cómo viene la chavalada.
Vanessa Hudgens y Rachel Korine, lolitas de extrarradio y raíz profunda.
Cordon Press
Emma Watson y parte de su ficticio séquito asalta mansiones, durante el rodaje de ‘The Bling Ring’.
Cordon Press
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