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¿Cuestión de lengua o racismo?

A polémicas pasadas sobre modelos demasiado blancas o demasiado negras se suman ahora varios desatinos editoriales.

obamacover
Getty Images

Las cuestiones de peso suelen ser las controversias que más repican en las campanas de la moda pero aunque parezca mentira, es el racismo el que con más fuerza redobla. Hace poco más de un mes la editora jefe de la revista alemana Jackie se vio obligada a abandonar su cargo tras emplear un calificativo reconocidamente peyorativo– Nigga, que en castellano vendría a ser algo así como "negrata"- para describir el estilo de Rihanna en uno de sus editoriales. Tal fue el revuelo que se formó en las redes sociales y las críticas que le llovieron al titular, que hasta la propia cantante respondió a su (mala) manera el apunte de esta profesional a la que de nada le valieron las disculpas públicas y una autojustificación bastante desacertada achacada a  un malentendido con la expresión.

Algo parecido pasó en diciembre con un bolso en ebay. Allí un comprador empleaba el mismo término para describir una bandolera puesta a la venta en su tienda virtual.

Hace unos días, la web de la edición francesa de Elle publicaba una reflexión -retirada repentinamente de su página tras hacerse eco del asunto medios como el New York Magazine– sobre la evolución del estilo de artistas en la línea de Solange Knowles, Janelle Monáe o Nicki Minaj, y aludía que parte de su entronización como iconos de moda se debería a Michelle Obama y cómo su llegada a la Casa Blanca habría roto los códigos callejeros que hasta el momento caracterizaban el vestir de la comunidad afroamericana incluyendo en su armario piezas tradicionalmente de "burguesía blanca". La columnista, cuyo artículo derivaba de otro aparecido en el Times analizando el éxito de un blog de streetstyle dedicado en exclusiva a elegantes hombres negros, utilizaba el término blackgeoisie para acuñar esta nueva clase social enfilada por la primera dama.

BET Honors 2012 - Show
Kris Connor (Getty Images)

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El pasado verano era el portal digital de Vogue Italia el que debía rectificar una de sus galerías por emplear la palabra "esclavo" para referirse a un tipo de pendientes de aro. Aquí el problema no venía tanto por el uso del vocablo, en castellano sin ir más lejos una de las acepciones de esclava es literalmente "pulsera sin adornos y que no se abre", y lo mismo pasa en italiano, sino por insistir en sus orígenes como floritura estilística.

Curiosamente, esta misma cabecera digital dirigida por la mamma de la controversia Franca Sozzani -la última polémica en azuzarla ha sido el reconocimiento de la modelo Karlie Kloss como cuerpo perfecto, algo que según la mayoría entraría en conflicto con el manifiesto promovido por Sozzani contra la anorexia- acaba de responder al asunto de Elle Francia ofreciendo su propia visión pero sobre todo aprovechando para apuntarse un tanto en este campo, o no: porque ¿qué opinamos de que Vogue.it cuente como sección específica con Vogue Black para tratar exclusivamente temas "de color"?

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