Cristian Zuzunaga: “Tenemos más información que nunca, pero no sabemos gestionarla”
El creativo presenta en Madrid su particular reinterpretación de la bota ‘Twins’ de Camper y hace balance de dos décadas de experiencia buscando el equilibrio entre diseño y arte.
Cristian Zuzunaga nunca ha dejado de crear ni de desarrollar un lenguaje propio detrás del que, además de talento, hay trabajo, trabajo y más trabajo. Tras abandonar sus estudios en biología y una incipiente carrera como modelo, se marchó a Londres a cursar estudios en diseño tipográfico primero, y un máster en el Royal College of Art después. Su cercanía constante al cuadrado, a las geometrías y a las máquinas de imprenta, le llevaron a cimentar una idiosincrasia basada en el píxel. “Todo era muy racional, muy arquitectónico, hasta que vi un tope que me desbloqueó. Fue en Shanghái, en el 2006. Me puse literalmente a llorar y pensé que este mundo está literalmente desbocado”.
De aquella reflexión llegó el píxel, como icono de los tiempos y símil de nuestra propia fragmentación. Una deconstrucción que cimentó su obra, que se lee como diálogo sobre la influencia de la tecnología en el entorno. “Me di cuenta de que ahí estaba todo: el color, el cuadrado, es ligero, era lo contrario a lo que hacía con la imprenta, ya no había plomo… Conocí a alguien del departamento de moda y dije: ‘Vamos a hacer una colección pixelada”. La revelación le llevó a montar su propia empresa, dedicada al diseño y a la producción textil y de mobiliario. Aún hoy la división de patrones en sus componentes más básicos, protagonista de su última colaboración con Camper, sigue siendo el núcleo de su trabajo.
Sobre su colaboración con Camper
“Fue la primera marca con la que trabajé como modelo cuando tenía 18 años. Lo interesante de todo el proceso ha sido el círculo, que ahora se ha vuelto a abrir. Estos zapatos me han servido de hilo conductor, como excusa para contar todo lo que ha pasado desde aquel momento hasta hoy, en 20 años”.
Sobre la bota ‘Pix’
“Quería que fuera diferente. Partí del píxel, muy microscópico, sobre un tejido jacquard muy técnico que va en la línea de la narrativa que yo tengo. Buscaba representar el momento actual: hacia dónde vamos. Hoy por hoy no se entiende muy bien, no es sólido, pero ya hay una textura. Si te acercas empiezas a ver por dónde van los tiros, pero todavía no sabes si está bien o mal”.
Sobre la dualidad tecnología-artesanía
“Ya lo dijo Peter Blake desde el Pop Art, no importa todo lo lejos que llegue la tecnología, al final siempre necesitarás unas tijeras para cortar el papel. Yo soy fan de las máquinas, me obsesiona entender cómo funcionan, pero siempre tienen que tener a una persona operándolas. Con la tecnología no puedo ser crítico, porque nos trae cosas muy positivas, pero sí critico cómo se está acortando la base educacional: tenemos más información que nunca, pero no sabemos gestionarla”.
Sobre la velocidad del sistema
“Va demasiado rápido y lo viví con mi marca, Zuzunaga. Hay un engranaje muy complejo en el que al final tienes que encajar y no es fácil. Sobre todo si, por mucho inversor que consigas, no tienes un gran grupo sosteniéndote detrás. Hay que gestionar tiempos y que cuadre contabilidad con producción, con promoción, con desarrollo… Nosotros empezamos yendo a ocho ferias al año, un ritmo insostenible a largo plazo. En todas venían compradores preguntando que qué era lo nuevo. Yo les decía: ‘Pues tú, porque te acabo de conocer, vamos a hablar”.
Sobre la dualidad entre artista-diseñador
“Hace poco me he dado cuenta de que en realidad soy artista, pero me he ido camuflando bajo otras capas. No por nada, sino por todo lo que implica ir de artista: cierta inseguridad; también un abismo que engancha. Por un lado tienes que vivir en esta sociedad, pero por otro tienes que cuestionarla. Y cuestionarte. A la vez tiene que influirte y encima tienes que pagar para vivir. Yo llegué a ello hace 20 años, pero lo camuflé con el diseño: me gradué y me di cuenta que para todo necesitaba financiación. Así que nunca perdí de vista lo material, porque te obliga a crecer, y aprendí mucho de ambos mundos. Por eso ahora me apasiona volver al origen porque ahora ya no es como cuando te gradúas, que te dan un briefing e imaginas algo que no puede fabricarse”.
Sobre volver al origen
“Mi sueño cuando me gradué era tener un taller de tipógrafo. Al cabo de los años lo había conseguido, pero estaba tan liado con la empresa que no tenía tiempo de disfrutarlo. Acabo de mudarme a Londres y al plantearme trasladar varias toneladas de máquinas me tocó comprometerme y decirme ‘si me lo llevo, lo voy a usar’. Ahora estoy volviendo al inicio, a la máquina a lo físico”.
Sobre desafíos
“Mi reto hoy es seguir, ya no innovando, sino reinterpretando de manera coherente. Con gente que valga la pena y que tenga una trayectoria que encaje con mi filosofía”.
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