¿Condenará la afición del Atleti los presuntos malos tratos de Lucas Hernández?
El jugador sale en libertad con cargos y con una orden de alejamiento acusado de pegar a su novia. En España, en otras ocasiones, los hinchas han hecho apología de la violencia de género en defensa de los jugadores.
«Rubén Castro alé, Rubén Castro alé. No fue tu culpa. Era una puta, lo hiciste bien». Era febrero de 2015 cuando la afición del Betis berreó estos cánticos a favor del jugador Rubén Castro, inmerso entonces un proceso judicial acusado de agresión sexual y de maltratar a su novia. En la denuncia que la mujer interpuso en mayo de 2013 se acusaba al futbolista de pegarle «varios puñetazos y bofetones» en una discoteca, para después meterla en el coche y, presuntamente, violarla en un hotel cercano. El club, aunque condenó los «repugnantes» cánticos de buena parte de su afición, tildó de «discriminatorio e injusto» que la Liga de Fútbol Nacional y la Comisión Antiviolencia planteasen el cierre parcial del estadio Benito Villamarín. Tampoco vieron irrespetuoso promocionar el día de la mujer, desde su cuenta oficial, con una camiseta rosa con el nombre de Rubén Castro dentro de la ‘Semana de la mujer bética». Castro pagó una fianza de 200.000 euros y se ha dictado un segundo auto de apertura de juicio oral contra el futbolista. Él sigue jugando en el club bético y protagonizando titulares sonrojantes como el de La Razón: «Rubén maltrata al Valladolid».
En la liga española, al de Castro y otros nombres recientes como el de Kadir (jugador del Betis que fue denunciado en verano por malos tratos), Juanele (ex jugador del Sporting de Gijón, Zaragoza y Tenerife, denunciado en 2015), Nóbrega (delantero del Zaragoza condenado a pagar 12.600 euros por delitos de abuso sexual, vejaciones y lesiones a cuatro mujeres) o Rafel Van de Vaart (ex futbolista del Real Madrid que reconoció haber agredido a su mujer Sylvie en una fiesta), ahora se suma el de Lucas Hernández, jugador del Atlético de Madrid detenido por presuntamente pegar a su novia, que fue trasladada al hospital. Hernández ha sido puesto en libertad con cargos y se ha impuesto una orden de alejamiento de 500 metros, que afecta tanto al deportista como a su pareja sentimental, según han confirmado fuentes judiciales a El País. Su caso ha destapado, además, una serie de tuits homófobos y machistas de 2011 en los que el jugador llama «puta» y «zorra» a Shakira y trata de degradar la imagen de Piqué indicando que «se la chupa» a Ibrahimovic (en la época en la que jugaban en el FC. Barcelona)
Las reacciones inmediatas del club rojiblanco y las instituciones han sido tibias. Simeone, en la rueda de prensa posterior a que saltase la noticia en los medios, ha dicho en concordancia con el silencio informativo del club que «no tiene ninguna información oficial y que parecería apresurado dar una opinión de lo que no tengo información». El presidente de LaLiga, Javier Tebas, en rueda de prensa, ha querido salir en defensa del jugador pidiendo que se respete «la presunción de inocencia» de Lucas Hernández y ha insistido en que «hay que ver las circunstancias, los hechos». La supuesta tolerancia cero de la institución contra la violencia de género parece diluida en las palabras del presidente de la institución, que ha destacado, siempre en segundo lugar, que «si ha ido una ambulancia y las lesiones son graves, es un tema muy preocupante» y que «estamos supersensibilizados» con esta lacra. «No cabe ninguna excusa para no trabajar y apoyar en la lucha contra esta cuestión. Todos los días nos encontramos con violencia de género y un país no puede encontrarse con esto», ha remarcado, sin especificar en ningún caso qué trabajos y medidas se tomarían en marcha de confirmarse el maltrato de Lucas Hernández. Ningún jugador condenado y denunciado hasta la fecha ha sido sancionado o apartado por la institución (el Zaragoza sí despidió a Nóbrega, pero después fichó por el Recreativo de Huelva).
En una semana en la que se ha aplaudido abiertamente la conciencia de clase de la afición del Rayo Vallecano plantándose contra el fichaje del ucraniano Roman Zozulya por su filiación neonazi, ¿cabe la misma militancia de los hinchas contra un supuesto jugador maltratador? La cultura machista del fútbol, hasta ahora, quiere impedirlo. Vivimos en un país en el que los hinchas homófobos y racistas utilizan a las parejas/madres de los futbolistas como pura mercancía sexual para el insulto. Donde resuenan los cánticos de apología de la violencia machista del Betis; se exhiben mensajes gigantes de apoyo al Prenda, uno de los cabecillas de los presuntos violadores de San Fermín; se ríen las pancartas de la hinchada del Espanyol recordando a Piqué que Shakira es de todos o en el que Marta Galego, una árbitra de segunda división regional catalana, tuvo que parar un partido porque un aficionado la mandó a «fregar los platos». Aquí, ante la última detención de un caso de violencia doméstica como el de Hernández, la Liga pide a «la prudencia» ante una epidemia que solo el año pasado liquidó a 44 mujeres en España; el mismo día que un maltratador suicida ha matado a la bebé que tenía con su pareja, lanzándose al vacío con la niña tras una discusión en el hospital. Todo en un mundo en el que se sigue tildando de «leyendas» a futbolistas conocidos por golpear a sus mujeres: veáse Maradona o Paul Gascoigne, alias Gazza, que apalizó hasta la extenuación a su (ex) mujer Sheryl, aunque qué poco importa todo eso si, como recuerdan aquí, «se ganó a Inglaterra con sus sentidas lágrimas cuando vio la amarilla que le habría costado perderse la final del Mundial de Italia en 1990».
En la burbuja social de Twitter, una parte de los hinchas del Atleti han clamado por apartar al jugador del equipo. Falta por ver cómo reaccionan las gradas lejos de Internet. Carlos Megía rescataba la cita “Si Charles Manson jugara bien, algún equipo le cogería” que entonó el mítico entrenador de fútbol americano Bill Parcels en el clarificador artículo La escandalosa impunidad del deportista de élite. Porque España no es el único país en el que las instituciones silencian y corren vergonzosos velos ante la violencia machista. Por eso es necesario que las gradas muevan ficha. Vallecas sabe cómo.
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