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Así es la nueva lencería para transexuales

Los hombres y mujeres trans no encuentran en el mercado convencional la lencería que necesitan. En España, ya existen firmas como Translingerie, que ofrece ropa interior y de baño para las distintas fases del proceso de reasignación de género.

La modelo Ángela Ponce en el desfile de Andrés Sardá.
La modelo Ángela Ponce en el desfile de Andrés Sardá.

Una de las primeras lecciones que escucha todo aprendiz de marketing es que, para vender, lo primero es crear la necesidad. Lo que no dicen es que, de hecho, muchas necesidades ya existen y, por poco rentables, incómodas o invisibilizadas, no están cubiertas a nivel de oferta empresarial. En la industria de la moda, tan firmemente arraigada sobre una belleza canónica, los cuerpos no normativos son rápidamente excluidos. Y, si de moda íntima hablamos, la tendencia se dispara aún más. No obstante, en los últimos años algunos emprendedores, casi siempre a partir de su propia experiencia, se han hecho eco de esa demanda insatisfecha y prácticamente inaudible con la creación de marcas de lencería y ropa de baño especialmente diseñadas para personas anatómicamente diversas en uno u otro aspecto. Y es que, amigos, todo llega.

Uno de los casos más flagrantes (pero no por ello menos olvidado) es el de la ropa interior para personas transexuales. Dado que los perímetros, las longitudes y, en definitiva, las anatomías son otras, los hombres y mujeres trans no encuentran en el mercado convencional de lencería prendas que se ajusten a sus necesidades. De ahí el reciente auge del negocio nicho de la lencería trans. En España, una de las firmas más importantes es Translingerie, que ofrece ropa interior y de baño para las distintas fases del proceso de reasignación de género, tanto de hombre a mujer como de mujer a hombre. Su fundadora, Silvia Matos, creó la firma tras su infructuosa búsqueda de prendas que se ajustaran a sus propias necesidades. Lo siguiente fue liarse la manta a la cabeza y hacerse con materiales que le permitieran confeccionar esas prendas por sí misma. “Poco a poco, mis amigas empezaron a pedirme que les hiciera prendas para ellas”.

La modelo trans Ángela Ponce desfilando para Andrés Sardá.
La modelo trans Ángela Ponce desfilando para Andrés Sardá.Getty

La marca está centrada, principalmente, en dos prendas: el binder y la trucadora, “Los binders son unas camisetas especiales que usan los chicos trans para ocultar su pecho antes de hacerse la masectromía”, cuenta Silvia. “Consiste en tres capas de tela que envuelven el pecho y lo llevan hacia las axilas. Esta distribución de lo aplana y les permite llevar encima cualquier tipo de ropa sin que se los pechos se noten”. La trucadora, por su parte, desplaza el pene hacia atrás y deja la entrepierna plana: “Usamos esta palabra del argot porque te “truca” el pene y no se nota nada”. La oferta se completa con bañadores, batas e incluso con una línea infantil para niños a partir de ocho años. Fuertemente involucrada con la causa trans, su propósito es que, en un futuro no muy lejano, el 100% de la plantilla de la empresa esté formada por personas como ella, ofreciéndoles así una alternativa frente a las profesiones nicho (especialmente la prostitución) a las que los estereotipos suelen relegarlas. “Las personas que no han hecho una transición completa, o a las que se les le nota de algún modo que son transexuales, suelen encontrarse con dificultades para integrarse en el mundo laboral. Y como todas, esas personas tienen que comer y pagarse un techo. Si mi empresa sigue creciendo, quiero que desde el comercial hasta la limpiadora sean personas trans. Y tener tiendas en las mejores calles, como Victoria’s Secret”.

Trucadora y boxers de la marca española Translingerie.
Trucadora y boxers de la marca española Translingerie.

A nivel internacional, este tipo de negocio ha pasado de ser prácticamente inexistente a crecer exponencialmente en los últimos años. Una de las pioneras es Rodeoh, marca californiana creada en 2012 que se autodefine como un colectivo artístico y colaborativo. Centrada en personas trans FTM (de hombre a mujer), además de una variada colección de lencería, ofrece prótesis para aquellas que aún no han reasignado su género. Parte de sus beneficios son donados a Planed Parenthood , la red de planificación familiar más sólida de Estados Unidos, y a la fundación Point of Pride, que ofrece apoyo psicológico y asesoramiento para la aceptación e integración de las personas trans. Otra de ellas es GI Collection, creada por la británica Carmen Liu para mujeres transexuales y sofisticadas como ella: aquí, el raso y el encaje brillan por doquier. Bajo el lema We’ll get you the things you need to be yourself (“Nosotros te daremos las cosas que necesitas para ser tú misma”), el GI de su naming es la abreviatura de get it” (“asúmelo”, “cógelo”), una exhortación que lanzan, primero, a las mujeres trans (“coge todo lo que te haga sentir más tú”), a las personas cisgénero (“asumid que merecemos el mismo respeto y derechos que vosotros”) y, por último, a los políticos (“asuman que implantar políticas que ayuden a las personas transgénero es bueno para la sociedad»). Además de lencería y ropa interior, la empresa de Carmen Liu organiza periódicamente eventos y sesiones que informan a sus asistentes acerca de cómo hacer una transición segura y de sus derechos inalienables, así como de oportunidades profesionales y agencias de representación de talentos. Por su parte, TomboyX está especializada en lencería para personas trans, lesbianas o que prefieren una ropa interior menos “feminizada” o convencional. Como carta de presentación, las acepciones que el diccionario de lengua inglesa incluye para el término tomboy: “mujer enérgica o ruidosa; “persona que viste y actúa del modo esperado por los hombres”, a la que añaden la suya propia: “alguien que es como es sin disculparse, que no tiene miedo a levantar la voz, hacerse oír ver. En sus propios términos”. Con predominio de las prendas de algodón en tonos oscuros, sus bestsellers son dos: los que llevan la leyenda TomboyX en la cinturilla y los estampados con la bandera del Orgullo. Las cosas claras.

Boxers de la firma Rodeoh
Boxers de la firma Rodeoh

Un paso más allá en la integración de la diversidad están las marcas que, además de para transexuales, ofrecen lencería para otro tipo de cuerpos no normativos, ya sea por altura, peso o por tener algún tipo de discapacidad que implique peculiaridades anatómicas o dificultad de movimientos. Chromat, por ejemplo, ha hecho suya la lucha por la inclusión de dimensiones corporales relativamente poco frecuentes ofreciendo prendas de baño y deportivas con tallaje de la XS hasta la XXXXL. Tras ella está la arquitecta Becca McCharen, que define la marca como la intersección entre la moda, la arquitectura y la tecnología. Su claim: Future-Forward Swim + Bodywear Built for #ChromatBABES (“Prendas por delante del futuro construidas para #cañonesChromat”); body positive en su máximo esplendor. Más específica aún es Rebirth (literalmente, “Renacer”), que realiza prendas a medida en función de las peculiaridades anatómicas de cada cliente, prótesis (en su caso) incluidas. Su CEO y directora creativa, Sky Cubacub, se autodefine como “una persona queer de género no binario, discapacitada, filipina y de Chicago con un largo historial de ansiedad y episodios de pánico”. Su principal aspiración es conseguir que sus prendas, necesariamente hechas a mano, sean asequibles para todas las personas LGTBI+ y/o con discapacidad, para lo cual está creando un programa que abarate las prendas o incluso le permita darlas gratis a aquellas personas que no puedan pagarlas. “La misión de Rebirth es crear ropa inconformista para todo el espectro de género, talla y capacidad, de forma que puedan expresar su individualidad con confianza. Nuestra identidad es la de los queer y los discapacitados, lo que incluye a transexuales, personas de género no binario y discapacidades o desórdenes tanto visibles como no visibles, ya sean de tipo físico, psíquico, intelectual o emocional”.

La propuesta de Rebirth.
La propuesta de Rebirth.

En la misma línea está Origami Customs, marca con sede en Montreal que se dirige a personas transgénero, de género neutro o con discapacidad con prendas de baño y lencería (sujetadores -también para lactancia-, bragas, binders, bodies, ligueros, rellenos y un largo etcétera) tanto prefabricadas (de la talla XXS a la 5XL) como customizadas o, también, realizadas a medida, siempre con materiales y técnicas sostenibles y mano de obra local.

En este espectro de soluciones de moda íntima para cuerpos que se escapan de la norma no podía faltar la lencería para mujeres que han sido sometidas a una masectomía. Más allá de las líneas específicas de que disponen algunas marcas convencionales de lencería (y no muchas) existen otras dedicadas al cien por cien a este tipo de consumidoras. Red Fern Lingerie fue creada en 2010 por la australiana Tina Doueihi, a quien el cáncer de mama privó de un pecho cuando tenía 39 años. Definida como una “marca de superviviente para supervivientes”, Red Fern se caracteriza por aunar diseños sexies y sofisticados con las funcionalidades prácticas para aquellas mujeres que, tras la operación, eligen llevar prótesis o someterse una reconstrucción de pecho. “Siempre había llevado marcadas de diseñador, como Simone Perèle, La Perla o Chantelle, pero después de mi operación la única lencería que encontraba en el mercado era plana y sosa. Me sentía como si fiera mi bisabuela. Y quería poder elegir mi ropa lencera con las mismas opciones que el resto de las mujeres. Así que pensé que si el mercado de la lencería ya no me veía como una mujer, yo misma crearía una marca que devolviera a quienres estaban en mi misma situación esa capacidad para elegir”, declara la diseñadora.

Algo menos sofisticada, pero igualmente sexy es AnaOno, hecha por y para mujeres con cáncer de mama para que éstas no tengan que elegir entre estar cómodas y sentirse atractivas. Por su parte, la irlandesa Bravelle parte de la experiencia de su fundadora, Pauline Conway, para ofrecer un amplio rango de colores, tallas y estilos en los que la funcionalidad no sacrifica la feminidad. Sus sujetadores, todos con bragas a juego, se confeccionan en materiales ligeros que reducen al máximo el peso y con diseños que ocultan las cicatrices de la intervención quirúrgica e incorporan discretas bolsas para las prótesis. Las tres empresas colaboran activamente con asociaciones que luchan contra el cáncer de mamá, como la National Breast Cancer Foundation de Australia, Pink Hope, Reclaim Your Curves o METAvivor. Por último, una condición tan frecuente como olvidada por muchas marcas de lencería: los pechos ¿demasiado? grandes. Aquí la estrella es Curvy Kate, cuyas copas de la D a la K ofrecen cobertura para prácticamente todos los tamaños considerados “excesivos” o poco rentables por las firmas convencionales. Lo bueno se hace esperar, pero parece que, en cuestión de género y diversidad anatómica, la lencería va por el buen camino.

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