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Cómo los influencers están dañando sitios idílicos con su uso de Instagram

Lugares de peregrinación para instagramers como la Muralla Roja en Calpe o los búnkeres de El Carmel se han convertido en la sensación de la red sociales. Analizamos las consecuencias del ‘todo por la foto’ y lo que estas imágenes dicen de nosotros.

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La ubicación Campos de Lavanda de Brihuega recoge más de 36.000 fotografías en Instagram en las que los usuarios de la red social posan entre los campos imitando las posturas clásicas y habituales de la plataforma: un idílico paseo, un salto, una mirada al infinito, un beso al atardecer. El paisaje invita a vestir de blanco, con tejidos vaporosos y frescos y cómodas sandalias, como visten la mayoría de las usuarias que podemos ver a través de la pantalla de nuestro teléfono. Brihuega, el lugar de la lavanda, es un pequeño pueblo de poco más de 2.000 habitantes situado en Guadalajara y a escasos 85 kilómetros de Madrid. Apodado como «la provenza española», este pedacito de La Alcarria sobre el que ya posó sus ojos Camilo José Cela, se tiñe de morado durante el mes de julio, momento en el que la lavanda está en floración y el municipio recibe la avalancha de turistas que, venidos desde lugares tan próximos como Madrid o tan lejanos como Tokio, buscan disfrutar de este espectáculo para los sentidos.

«El boom turístico se dio hace aproximadamente seis años», cuenta a S Moda Adolfo Liras, uno de los informadores turísticos de Britur Alcarria, empresa que realiza visitas guiadas por la zona, «y esto ha traído muchísimos beneficios a Brihuega, a la comarca y a toda la provincia de Guadalajara en general; los campos de lavanda han situado a la zona en el mapa y esto ha sido un balón de oxígeno económico». También existen inconvenientes: «En julio, la zona está masificada. Durante varios fines de semana el pueblo se queda sin servicios, desde aparcamiento hasta básicos como la hostelería. Hay muchos campos visitables, aunque la mayoría de los turistas siempre acuden al mismo y allí se forman atascos, colas e incluso a veces la Guardia Civil ha tenido que cortar el acceso, aquello parece una romería». Adolfo Liras afirma que la mayoría de los turistas suelen ser respetuosos con el lugar, pero hay un pequeño porcentaje que no, y ese procentaje no deja de crecer año tras año, conforme aumenta el número de turistas que se interesan por los campos de lavanda: «Esas personas entran sin respeto a los campos, los pisan, arrancan ramilletes de lavanda que podrían comprar en el pueblo por dos euros, hay zonas de mucho paso que quedan esquilmadas y llenas de basura y algunos agricultores han prohibido la entrada a sus campos o se han empezado a quejar».

Los campos de lavanda de Brihuega son un punto caliente de Instagram: un lugar hiperfotografiable que comulga con la estética y la aspiracionalidad de la plataforma y cuya experiencia ya no solo se limita a la visita sino a la fotografía que acompaña esa visita. Titulares como ¿Dónde está el campo de lavanda donde se fotografían las influencers? o fotografías de personalidades como Tamara Falcó posando entre las flores con un vestido blanco, en una colaboración para promocionar Castilla La Mancha, dan fe de ello. No es el único lugar de España que se ha convertido en punto caliente: el edificio privado bautizado como La Muralla Roja en Calpe del arquitecto Ricardo Bofill, cuyos vecinos han vallado hartos de encontrarse con turistas haciéndose fotografías, o los búnkeres de El Carmel, en Barcelona, desde cuyo mirador se encuentran las vistas más instagrameables de la ciudad, son algunos de los ejemplos que siguen la estela de la pared rosa de la tienda de Paul Smith en Los Ángeles, donde los turistas hacen cola para tomarse una instantánea, o la falsa tienda de Prada en mitad del desierto de Texas, una instalación de los artistas Elmgreen & Dragset que se ha convertido en una sensación en la plataforma, generando filas de coches aparcados de cualquier manera y en medio de la nada por el simple gusto de hacerse una fotografía al estilo Beyoncé.

«Actualmente, estamos asistiendo a un volcado de lo online hacia el espacio real», explica a S Moda Jorge Sequera, doctor en sociología y autor del ensayo Gentrificación: capitalismo cool, turismo y control del espacio urbano, «es decir, que las plataformes digitales no solamente representan las experiencias urbanas o turísiticas a través de una fotografía, sino que en sí mismas generan la nueva representación de la realidad». Jorge Sequera señala otros ejemplos de cuando lo online se ha filtrado en nuestra realidad: «Esto se ve claramente en el tema de la comida o foodification cuando, de pronto, nuestro ojo se acostumbra al café de Instagram (espumoso, con late art por encima, en taza blanca) y ese tipo de café se acaba trasladando a tu barrio, y las cafeterías que no sirven el café de esa forma ni transformen el local hacia una estética concreta (estética soft, madera, azulejos blancos, helechos) estarán en desventaja, llegando incluso a desaparecer. Volviendo a nuestro tema, al acostumbrarnos a una cierta estética digital y trasladarla a la realidad, estamos en la búsqueda constante del filtro Instagram en nuestro día a día y por eso buscamos referencias emocionantes, excitantes a la vista». Dicho de otro modo: edificios rosas, campos morados o búnkeres sobre una ciudad. «Si tienes una pared rosa, estas creando una experiencia Instagram en el barrio», apunta el sociólogo, «y lo instagrameable está generando consecuencias fuertes: desde el desplazamiento del uso poblacional habitual, a la masificación turística en sitios que se ven desbordados hasta propuestas urbanas para cerrar espacios públicos». Sequera se refiere con este ejemplo a lo que está sucediendo en El Carmel: ante la avalancha de turistas, hay propuestas del Ayuntamiento de Barcelona que plantean cerrar el mirador, impidiendo también a los vecinos de la zona disfrutar de las vistas o dar un paseo si no pagan un peaje.

Un reciente artículo académico publicado en Urban Studies y titulado Seeing the street through Instagram: digital platforms and the amplification of gentrification (Viendo la calle a través de Instagram: plataformas y amplificación de la gentrificación) llegaba a las mismas conclusiones. La pieza tomaba como objeto de estudio el barrio Javastraat, en Amsterdam, convertido en uno de los barrios de moda de la ciudad a raíz de la apertura de tiendas y espacios modernos, cuquis e instagrameables: «Nuestra tesis es que las representaciones de las redes sociales, especialmente en plataformas visuales y de ubicación como Instagram, refuerzan selectivamente el cambio sobre el terreno». Esos lugares calientes o ubicaciones de Instagram en los barrios y sitios turísticos terminan moldeando el lugar, y la forma en la que lo habitamos y lo consumimos, desplazando aquellos otros lugares que no sirven para la foto.

Detalle de la Muralla Roja, que en realidad es rosa, en Calpe, la urbanizacióm privada que los vecinos han vallado para impedir la entrada a los turistas. FOTO: Getty Images
Detalle de la Muralla Roja, que en realidad es rosa, en Calpe, la urbanizacióm privada que los vecinos han vallado para impedir la entrada a los turistas. FOTO: Getty ImagesCristina Arias (Cristina Arias)

Como señala el sociólogo, la pregunta que deberíamos hacernos no es tanto cómo ni por qué, sino quiénes son las personas que toman estas fotografías: «Si antes existía una búsqueda de la autenticidad y la diferencia, es decir, encontrar el último sitio que no hubiese pisado nadie antes que tú, ahora el prisma ha cambiado, y estamos ante la repetición incesante de la misma imagen que ha podido hacer una micro o macro celebrity, como hacerte una foto en la pared rosa de Paul Smith o en los campos de lavanda». Esto está enviando un mensaje: «¿Quién toma estas fotografías? Generalmente, hombres y mujeres blancos y de clase media, que reproducen un tipo de realidad online como forma de expresión de identidad y de estatus para así conformar su propia reputación digital». Son casillas a marcar para demostrar en el universo digital que una persona lleva el estilo de vida correcto dejando una huella en los sitios que son tendencia. No se trata de buscar la distinción social, que diría el sociólogo francés Pierre Bourdieu, sino de buscar la pertenencia a un grupo social a través de unos códigos estéticos que Instagram ha moldeado de tal forma que permite reconocer al otro como un igual por tomar el café en el sitio más cool del barrio un martes y visitar los campos de lavanda el sábado.

En mayo de 2021, la canción White Woman’s Instagram (Instagram de una mujer blanca) se viralizó a través de redes sociales. La canción pertenecía a Inside, el especial de comedia de Netflix que su creador, el cómico, músico, actor y director Bo Burnham, grabó en su casa durante el confinamiento. White Woman’s Instagram era una sátira sobre las imágenes tipo que pueden encontrarse en algunos perfiles de mujeres blancas de clase media en la red social de las apariencias, siendo a su vez una crítica a la hipocresía y a las falsedades en el universo digital. La canción incluye lugares comunes como una ventana entreabierta, una novela, una pareja dándose la mano, late art o coronas de flores. Actualmente, tiene más de 15 millones de reproducciones en Youtube, muestra de lo afinado de la sátira, que mostró a través de la comedia cómo en Instagram replicamos constantemente las imágenes de otras personas para mostrar un estilo de vida afín.

En tan solo dos meses, la lavanda florecerá en Brihuega y sus campos se llenarán de turistas para vivir uno de los grandes espectáculos de la naturaleza: «¿No has estado nunca?», pregunta Adolfo Liras a esta periodista, «deberías venir, es una preciosidad para todos los sentidos». Ni Instagram ni ninguna otra red social ha sido capaz de capturar todavía el sentido más evocador de todos: el del olfato. Si no vas a Brihuega, no podrás oler la lavanda. «Eso sí, te recomiendo venir una tarde entre semana», apunta el informador turístico. Será cosa de los visitantes determinar si la experiencia merece igualmente la pena sin subir la fotografía a una red social.

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