Club de lectura 2.0
Se sirven de blogs y webs, Facebook y Twitter para renovar sus lecturas de cabecera, para hacer amigos, para comentar experiencias y contactar con los autores. Ha nacido el libro social.
Dicen que García Márquez siempre escribe sus libros descalzo y que Murakami se sienta ante el ordenador a las cuatro de la mañana todos los días del año. Anécdotas como estas son el aperitivo de una lectura compartida en los ciberclubs literarios. Pero, ¿dónde están? ¿Son solo para intelectuales y urbanitas? ¿Podrían ser la causa de que un pueblo español de 1.100 habitantes tenga 1.500 usuarios inscritos en la biblioteca municipal y tres clubs de lectura, coordinados a través de una página en Facebook que visita hasta una vecina de 75 años? ¿Realidad o novela de ficción?
Pues Castillo de Bayuela existe, está en Toledo y su ayuntamiento ha decidido fomentar la lectura. «Tenemos 150 seguidores, la mayoría mujeres, y hemos conseguido la participación de María Dueñas, Lorenzo Silva y Gonzalo Giner. Aunque todos nos vemos por la calle, vía Facebook anunciamos los 12 libros del año y los eventos, pensando sobre todo en los que no viven siempre aquí», explica Isabel Carrillo, una licenciada en Derecho que trabaja en la biblioteca y que contagia su gusto por la literatura. Aunque el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte no dispone de datos sobre los clubs de lectura on-line de sus bibliotecas, la expansión de este modelo queda patente en la práctica. Cientos de ellos se encuentran en la red. Cuentan con ayuda de un coordinador, eligen una obra, fijan un plazo, comentan lo leído y, a menudo, conectan con el autor. Así lo hacen desde las bibliotecas públicas de Barcelona (www.clubdelectura.net y el club internacional Barcelona-Medellín), de la UNED o de la Universidad de Córdoba. Y también desde Entrelectores.com, Lecturalia.com, Sigueleyendo.es, Quelibroleo.com…
Estos ciberclubs pueden ayudar a elevar el índice de lectura de un país. Algo urgente en España, donde solo el 58% de los mayores de 14 años lee libros en su tiempo libre (Barómetro de Hábitos de Lectura 2011). «Promocionar la lectura dentro de los nuevos entornos de ocio digital es lo que podría mejorar el índice de lectura», asegura Alfredo Álamo, coordinador de Lecturalia.com. En su opinión, con las redes sociales literarias y los clubs on-line se consigue llegar hasta los nuevos lectores en su rutina diaria. «Se acerca y se desmitifica y se convierte en cotidiana», apunta. La expansión de Internet podría conseguirlo porque hoy el 64% de los hogares españoles ya está conectado, un porcentaje que va en aumento según el INE. «Los clubs on-line tienen la ventaja de que no se ciñen a un horario concreto, permiten la participación de muchas más personas y son muy flexibles. Los lectores no necesitan desplazarse y, además, ofrecen la posibilidad de una mayor difusión y permanencia a sus opiniones», explica José Luis Ramírez de Quelibroleo.com.
Si el escritor interviene, la emoción está servida… pero en ambas direcciones. El autor del cuarto libro más vendido en 2011, Javier Sierra, lo acaba de disfrutar: «Imagina que llegas a un salón confortable, lleno de personas que te conocen y te aprecian. Un lugar en el que no tienes que impostar nada ni ocultar defectos, y en el que puedes servirte una taza de tu café favorito y conversar sin límite sobre los temas que te interesan. Poco importa que ese lugar sea virtual o físico. Pues bien, ese lugar es el club de lectura en Internet de El ángel perdido». Un ejemplo algo diferente es el de Arturo Pérez-Reverte, que ha hecho del microblogging una eficaz herramienta de comunicación semanal con su público. «Twitter es una obligación placentera para mí –comenta–. Me permite, de manera concisa, corresponder a la amistad y compañía de mis lectores». No resulta extraño que encabece el ranking de los escritores españoles más seguidos por los usuarios de Twitter (sobrepasa los 300.000).
Se trata de cultura, pero también es un espléndido negocio. Editoriales, radio, prensa e incluso televisión han sabido ver los beneficios tras esta tendencia. La presentadora Oprah Winfrey tiene su propio club de lectura, con dos millones de seguidores, y una activa tienda de libros en su web. En el ciberclub de The Guardian (sus listas de libros son las más influyentes del mundo, junto con las de The New York Times) se cuelgan audioposts de los encuentros off-line con los autores, pero con anterioridad se han sacado a la venta las entradas que permiten verlos en vivo a ocho libras por cabeza.
En España, aunque tarde, las editoriales buscan su potencial promocional. En Facebook, Planetadelibros.com es la más puntera, con un proyecto iniciado en mayo y casi 20.000 fans. Actualmente tiene cuatro clubs on-line en marcha «donde el contacto con el autor es directo y libre, no hay pautas. Aunque existe un community manager por si es necesario, es el propio escritor el que gestiona las entradas durante las cuatro semanas que está el canal abierto», explica Carlos Yter, responsable del proyecto. También en Plaza y Janés quieren «escuchar qué dicen y crear un boca-oreja de calidad», afirma Berta Mongé. De momento, este año lo han conseguido con Lahistoriadekvothe.com, un foro sobre Patrick Rothfuss y su trilogía. Otro ejemplo más de que las letras y los libros han encontrado en el paisaje cibernético a un gran aliado.
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