Lo dice la ciencia: así deberías pedir perdón (si quieres ser perdonado)
Una universidad norteamericana ha publicado la fórmula científica para que nuestras disculpas sean aceptadas. En seis pasos te ayudamos a ponerla en práctica.
Reconozcámoslo, vivimos en una sociedad que se disculpa más bien poco. Y cuando lo hace, casi siempre es una cosa rápida, chapucera, o por whatsapp (la fatídica suma de ambas). Pese a que pasamos toda nuestra infancia envueltos en un bucle de perdonar y ser perdonados, nuestro orgullo va diluyendo esa aptitud conforme nos hacemos adultos. Ya lo dijo Elton John en uno de sus mayores éxitos: “Perdón parece ser la palabra más difícil”. El psicólogo Nacho Coller explica a S Moda que “perdemos esa cualidad porque pensamos más en las alternativas; tenemos más vivencias y hemos interiorizado el odio, la envidia, el rencor o el resentimiento”. Para todos aquellos que deseen recuperar las buenas costumbres, la Universidad de Ohio State ha investigado cómo pedir disculpas de una manera efectiva, comprobando las reacciones de 755 voluntarios ante todo tipo de exculpaciones. En sus conclusiones, los científicos afirman que han descubierto las seis fases esenciales para emitir una disculpa emocional, sincera y digna de ser aceptada.
Porque para pedir perdón no es necesario ser una estrella del pop malcriada (aunque luego te saques un Sorry de paso para monetizarlo), ni un político con demasiada ambición, ni irse a cazar elefantes a Botsuana; desgranamos los seis pasos a seguir para hacerlo correctamente y convertirnos en seres humanos algo más estimables. O al menos, intentarlo.
1. Expresión de pesar
No por ser un paso lógico significa que se cumpla a rajatabla. Pero sí, antes de disculparnos, lo primero es sentirlo de verdad. Y para conseguirlo, primero debemos quitarnos esos prejuicios que han convertido el acto de pedir perdón en un síntoma de debilidad. “Actualmente, la disculpa y reconocer los errores en determinados ámbitos está muy mal visto”, comenta Coller, que alude también a la notable escasez que existe, por ejemplo, en nuestro ámbito político, donde la admisión del fallo brilla por su ausencia (no así los ajenos).
2. Explicación de lo que fue mal
Una aclaración con pelos y señales de lo sucedido es lo mínimo con lo que podemos obsequiar a nuestro interlocutor. Y siempre, cara a cara. El contacto visual es imprescindible, así que nada de escabullirse detrás de una pantalla. “En el mundo 2.0 se utilizan herramientas como el correo electrónico o el whatsapp para pedir perdón de una manera sencilla y rápida, con el alto riesgo de poder mentir y estafar a la víctima. Esto solo puede causar más conflictos y no cerrar bien las heridas”, apunta el psicólogo.
3. Reconocimiento de la responsabilidad
El mea culpa es, para los voluntarios que participaron en el experimento, la parte más importante del mismo. “Nuestras investigaciones mostraron que lo fundamental era el reconocimiento de la autoría. Admitir que te has equivocado”, explicó el director de la investigación, Roy Lewicki. Coller coincide con él. “En estos dos últimos pasos, la persona que está explicando lo que fue mal debe hacer un ejercicio de responsabilidad, describiendo los errores propios causantes del mal. Se supone que de esta manera está haciendo un ejercicio reflexivo que le puede venir bien en el futuro para no volver a meter la pata”. Porque una gran parte del objetivo final de disculparnos es precisamente ese, aprender para no tropezar de nuevo.
4. Declaración de arrepentimiento
“Cuando uno expresa remordimiento debe ser de forma obligatoria, real, con una carga de autenticidad. La expresión emocional tiene que ser sincera y profunda, para que la víctima no pueda sentirse engañada”, dice Coller. Esta honestidad es lo que nos separa de los niños. A ellos podemos imponérselo, a los adultos no. Si no lo sientes, mejor no hacerlo, empeorarás las cosas.
5. Ofrecimiento a repararlo
Es la parte práctica del proceso, el momento en el que entramos en acción. “Una preocupación relacionada con el tema de las disculpas es que hablar es sencillo. Pero diciendo, “voy a arreglar lo que está mal”, te estás comprometiendo a participar para deshacer el daño”, apunta Lewicky. El psicólogo José Antonio García Higuera relaciona estos pasos con las enseñanzas de la religión católica durante el catequismo. “Examen de conciencia, dolor de corazón, propósito de enmienda, confesar los pecados y cumplir la penitencia. Lo que nos indica que pedir perdón no ha cambiado desde tiempos inmemoriales”.
6. Petición de perdón
Pronunciar la palabra es, para el estudio, el paso más prescindible en el proceso. Cada víctima asimila de forma distinta el perdón, que puede ser inmediato o alargarse en el tiempo. Coller explica que el perdonar no debe ser percibido como un regalo para el que ha causado el daño, sino más como algo que se elabora en uno mismo, y muchas veces en silencio, sin que el otro lo sepa. “El no perdonar hace que estemos atascados y atados a la persona que nos hizo daño, ejerciendo su poder tanto la ofensa como el opresor, continuando presente en pensamientos y emociones”. El propio Mahatma Gandhi aseguraba que el perdón era un atributo exclusivo de los valientes.
Nacho Coller concluye proponiendo otras variables a tener en cuenta que no están presentes en el estudio: “Añadiría tiempo y empatía, sin ella no hay perdón que valga. Y la desdramatización, como herramienta para poner las cosas en el sitio que se merecen. Si el daño no ha sido muy grave, un “tal vez esto no fue tan importante” pueda ayudar”.
¿Has visto, Elton? No era tan complicado…
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