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Estos vídeos de recetas que ves en Facebook promueven la obesidad

En plena epidemia de obesidad, las redes sociales están ayudando a que se extiendan e idealicen estas imágenes de comida hipercalórica.

Foto: Getty Images
Foto: Getty ImagesThe Washington Post (The Washington Post/Getty Images)

En la era del fitness y de cuidar cada centímetro de nuestro cuerpo, resulta curioso que los vídeos más vistos de Facebook sean los que nos enseñan a preparar rollitos rellenos de bacon y queso, pizzas-bocadillo o hamburguesas rellenas de macarrones. Este tipo de contenido en forma de videoreceta, alojado en páginas como Tasty o FoodPorn y extendido globalmente gracias a las redes sociales, es uno de los culpables de nuestra relación insana con la comida.

En España tenemos una epidemia. Datos de 2016 demuestran que el 40% de la población española tiene sobrepeso, y el 22% obesidad. Y la cifra seguirá subiendo. Según un estudio liderado por investigadores del Instituto Hospital del Mar de Investigaciones Médicas (IMIM) y médicos del Hospital del Mar publicado en la Revista Española de Cardiología, el 80% de los hombres y el 55% de las mujeres de España tendrá obesidad en 2030.

La comida entra por los ojos

Plataformas como Instagram, Facebook e incluso Spotify publicitan constantemente productos insanos y son una de las patas del gigante obesogénico. “Es curioso que algunas de ellas te están bombardeando a todas horas con información contradictoria: lo mismo te muestran un anuncio de McFlurry, que marcas cosméticas o de moda que emplean modelos o influencers con una talla 32”, señala la Dietista-Nutricionista Ángela Moreno.

La población busca la información de una forma cada vez más gráfica y demanda formatos visuales y de lectura rápida. Esto hace que vídeos tipo Tasty estén triunfando entre todos los públicos. Para Moreno, “una receta sana sumamente fácil de hacer y que ocuparía una explicación de dos o tres líneas puede pasar totalmente inadvertida por el mero hecho de que no capta tanto la atención como una imagen”. Son piezas que cuentan con una buena producción, que presentan imágenes muy atractivas y consiguen que el proceso de elaboración parezca accesible. Los ingredientes utilizados son casi siempre insanos, pero al verlos nos invade una sensación placentera porque, “después del olfativo, uno de los estímulos más potentes para generar sensación de hambre es el visual”.

“La exposición constante a estas imágenes incrementa el deseo de consumir productos que relacionamos con una elevada palatabilidad (sensación de gratificación), además de la hiperdisponibilidad de estos productos”, explica Moreno. Están tan disponibles que el 80% de los productos ofrecidos en los supermercados forman parte de los llamados ultraprocesados, que son, como explicaba Carlos Ríos, creador de Realfooding, a El Comidista, “preparaciones industriales comestibles elaboradas a partir de sustancias derivadas de otros alimentos. No tienen ningún alimento completo, sino largas listas de ingredientes”. La lista de estos productos la engrosan carnes preparadas (salchichas, hamburguesas), platos precocinados, bollería industrial, snacks o refrescos. Su accesibilidad, su precio asequible y los factores económicos y sociales (la pobreza incide directamente en los patrones alimentarios) nos lanzan a ese tipo de productos.

En el ámbito científico ya no hay dudas de cómo pueden afectar a nuestra salud: diversos estudios confirman que el consumo de ultraprocesados y de alimentos hipercalóricos tiene una fuerte relación con la obesidad y sus diferentes enfermedades y trastornos y, por lo tanto, se vincula a una mayor mortalidad.

Pero la alimentación también está muy ligada a nuestro ánimo, y eso afecta a cómo consumimos este tipo de contenido en redes. “Estados emocionales como el aburrimiento, la frustración o la rabia también nos llevan a buscar de manera impulsiva esos alimentos cargados de azúcar y sal que, momentáneamente, por su sabor y por la dopamina -nuestro sistema de recompensas- que libera nos hacen sentir bien”, afirma Patricia Ramírez, psicóloga especialista en deporte y salud.

Twitter: @ItsFoodPorn
Twitter: @ItsFoodPorn

La delgadez no implica salud

A pesar de la cantidad de información que manejamos sobre la relación entre una mala alimentación y su efecto en la salud, “se hace casi imposible inculcar a gran parte de la población que delgadez no es ni mucho menos sinónimo de salud”, aclara Ángela Moreno. “De hecho, no es nada raro escuchar la frase de ‘qué suerte tienes, como estás delgado/a, puedes comer lo que quieras…’, por lo que se presupone que si no se engorda, no habrá repercusiones sobre la salud”. Y nada más lejos de la realidad, pero nuestra autoimagen se ve afectada por los cánones de una sociedad machista.

La gordofobia sigue siendo un problema, a pesar de que en 2016 había 24 millones de casos de exceso de peso en España, y su diana principal son las mujeres. Cada vez que aparece una modelo de talla grande en una portada o una mujer gorda publica orgullosa una foto suya se les acusa de promover hábitos insanos, pero para Elena Devesa, CEO de Weloversize, “no lo hacen porque realmente les preocupe la salud ajena, sino porque hay algo en los gordos que les incomoda y es su forma de hacértelo saber, escudándose en el manido ‘te lo digo por salud’. Si realmente te preocupase la salud de los desconocidos reaccionarías ante fotos de gente fumando, de gente borracha o colaborarías con asociaciones”.

En esto tiene mucho que decir el movimiento body positive que llevan por bandera comunidades como Weloversize, donde se ponen en valor cuerpos no normativos para que las mujeres puedan sentirse representadas, escuchadas y abrazadas. Para Devesa, la creciente confianza de las mujeres en amar y mostrar sus cuerpos y la lucha contra la obesidad global deberían ir de la mano: “El body positive te incita a estar mejor contigo misma, a mejorar tu salud mental, y eso se traduce en una mejor relación contigo mismo a todos los niveles”. Desde el amor, no desde el odio.

Trabajar en nuestra propia aceptación es imprescindible según Patricia Ramírez: “Si te pasas toda la vida luchando contra tu cuerpo, contra una alimentación, te genera tal nivel de frustración que es difícil que seas capaz de mantener esos hábitos saludables. Creo que si uno pasa por ese proceso de aceptación, y a partir de ahí uno trata de cuidarse con amor y compasión, todo será más fácil”.

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