Estás de vacaciones, ¿por qué te enfadas?
Repartir el tiempo de ocio, los hijos, la familia o nuestras expectativas sexuales son temas que provocan discusiones en verano.
Cuando pensamos en irnos de vacaciones, la idea, inicialmente, es la de relajarnos. Descansar de todos los problemas del día a día, y centrar nuestra mente en disfrutar y pasarlo bien. Sin embargo, por alguna razón, muchas veces es precisamente en vacaciones cuando más nos estresamos. Primero por lo que supone cuadrar días con alguien, después por preparar el viaje, y ya no hablemos de hacer la maleta. Pero lo peor no es eso. No. Lo peor son las discusiones que acarrea la convivencia. Porque sí, puede que hayamos cambiado el lugar, pero no la compañía. Bien sea con nuestra pareja, amigos o con nuestra familia, en verano solemos discutir más a menudo, por la simple razón de que pasamos más tiempo juntos.
“El día a día nos distancia, nos esconde tras las obligaciones y rutinas, y al encontrarnos sin nada de eso, y vernos con la pareja durante días enteros sin descanso, nos damos cuenta de las cosas que no nos gustan, o que no queremos”, apunta la terapeuta de pareja Núria Jorba. En vacaciones estallan conflictos, que en realidad estaban ahí, pero que hemos ido dejando correr. Lo aclara un poco más la sexóloga Miren Larrazabal, que explica que “el irse de vacaciones en pareja no es en sí un factor de crisis, una pareja que tiene una buena relación no tiene por qué tener mayores problemas durante la época estival”. Los problemas de convivencia que arrastramos durante todo el año pueden agudizarse en este momento. Para evitarlo, la experta da unas claves generales, que en realidad deberíamos aplicarnos siempre: “ser tolerantes, saber distinguir lo importante de lo accesorio y poner las cosas en su justa medida. No podemos hacer de la pareja un campo de minas, y para ello hay que aprender a no querer llevar siempre la razón, calmarnos un poco y evitar ese estrés permanente, para cambiarlo por escuchar y negociar juntos”.
Sin embargo, hay ciertos temas que durante el verano se nos atragantan, y por ello hemos querido buscar la solución perfecta para evitar discutir por ellos:
Ponernos de acuerdo con el ocio
Nos obsesionamos con planificar el mejor hotel, el vuelo que más nos conviene o en coger un coche chulo de alquiler, pero cuando dejamos las maletas, llega la pregunta del millón. ¿Qué hacemos? “A veces las discusiones, sobre todo en pareja, parten de cosas muy pequeñas, como qué chiringuito elegimos para tomar la cerveza”, señala Larrazabal, que opina que sería bueno que antes del viaje habláramos, ya sea en pareja o con las personas que pasemos nuestras vacaciones, de qué actividades nos gustaría hacer y llegar a acuerdos. “Es bueno planificar también cuánto tiempo pasaremos juntos y cómo lo haremos”. También cuánto dinero queremos gastarnos en ese ocio, y es que ver el extracto de la tarjeta en mitad de las vacaciones, también puede ser un núcleo de discusiones.
Otro problema que señala la sexóloga es el tema de las redes sociales, y es que hoy en día estamos más preocupados de hacer una buena foto, para que todo el mundo vea lo bien que lo estamos pasando, que de pasarlo bien. Por eso es común que una de las discusiones comience con ese “¿quieres desconectar ya? Estoy aquí delante contigo y no me haces ni caso”. Las vacaciones son para desconectar del móvil, y conectar con nuestra gente, ahora que no tenemos la excusa de que “nos falta tiempo”.
Los hijos
“Oye, que mis hijos también son tus hijos” es una de esas frases que se dice todo el año, no solo en verano, es cierto. La peculiaridad es que en vacaciones estaremos más tiempo juntos, todos, y habrá que repartir espacios para no sentirnos agobiados. “Es importante tener tres espacios distintos y poderlos organizar en el calendario. Primero debe haber un espacio personal, donde podamos descansar, hacer aquello que nos apetezca y conectar de nuevo con nosotros mismos después de un año duro y complicado”, apunta Núria Jorba, que cree que si tenemos tiempo para nosotros, será más fácil que luego compartamos de buen humor el tiempo con los demás. Así, “el segundo espacio es el de la familia, donde se añaden los hijos. Aquí se debe buscar que ambos miembros de la pareja se repartan las distintas obligaciones”. Pero además, lo ideal es que también busquemos un tercer espacio para cultivar la pareja, por ejemplo cuando nuestros hijos estén disfrutando de la playa o la piscina, o si han hecho su propio grupo de amigos.
La familia política
Bien sea porque somos una familia muy unida, o porque con la crisis, las vacaciones las pasamos, dando gracias, en el apartamento de nuestros padres o de nuestros suegros, será común que otro de los conflictos que surjan sea precisamente el de los roces con la familia política, o la familia propia. Sobre este tema se pronuncia Miren Larrazabal, que da unas claves esenciales. “Hay que aprender a poner límites, veranear con otras personas significa que compartiremos gran parte del ocio, pero no todo nuestro tiempo, por eso, es muy aconsejable perderse de vez en cuando solo con tu pareja”. Para el tiempo que pasamos todos juntos, lo que queda totalmente prohibido es discutir delante de nuestra familia o amigos sobre temas de pareja. “Hay veces que alguno de los miembros de la pareja se siente más apoyado y aprovecha para sacar temas o hacer críticas al otro y con esas cosas hay que tener muchísimo cuidado. Tanto las críticas como los temas delicados han de hacerse en la intimidad, porque a veces hay terceros que acaban opinando de temas que son privados”.
Vacaciones con más parejas
A veces las discusiones no son con tu pareja, sino con otras parejas. Cuando organizamos un viaje fuera, muchas veces pensamos que juntarnos todos los amigos será una gran idea, y no pensamos en que a veces cada uno tiene su forma de hacer y de viajar, y que es mejor aclarar expectativas para no chocar. “Las discusiones típicas son por sentirnos atacados y/o porque no se está llevando a cabo ese plan que esperábamos”, apunta la terapeuta sexual y psicóloga emocional Núria Jorba. Para evitar que el mal ambiente al final acabe por crisparnos, “lo más importante es recordar que no todos tenemos que hacer lo mismo, si alguno quiere otro plan no tiene porqué ser un conflicto, así como si hay alguien que nos satura o su actitud nos carga, lo mejor es mantener distancia”, sobre todo si esa persona es un íntimo/a amigo/a de nuestra pareja, y no queremos que la cosa acabe en un conflicto mayor, que nos llevemos a nuestra propia casa.
Demasiadas expectativas sexuales
Otra idea que puede llevarnos a discutir en pareja, tal y como recuerda Jorba, es el “sentir que uno no es cuidado o mimado como esperaba, así como que las expectativas puestas en las vacaciones no se cumplan, por ejemplo, esperar que haya más sexo”. Este verano habremos leído, seguro, algún artículo comentando que durante las vacaciones mejorará nuestra vida sexual. Y claro, esto genera confusiones. Porque es cierto que tendremos más tiempo para dedicarnos, esteremos menos tensos y posiblemente, con la mente más puesta en el asunto, pero eso no quiere decir que nuestra sexualidad mejore mágicamente a base de mojitos y sol. “A veces, la gente tiene unas expectativas totalmente idealizadas, y deberíamos ser más realistas, es como pensar que alguien que no tiene hambre durante el invierno, en vacaciones va a devorar, y eso es muy difícil, la sexualidad no funciona así”. Lo que la sexóloga sí que puede pronosticar es que “será maravilloso para aquellos que ya tenían muy buen sexo durante todo el año”.
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