¿Estamos abusando del ibuprofeno?
En dosis elevadas puede provocar graves daños cardíacos y gástricos, pero usado son cautela marca la diferencia entre pasar un mal día o no sufrir.
Que te duele la cabeza, ibuprofeno. Que tienes una mala regla, ibuprofeno. Que te ha pegado un tirón el gemelo mientras entrenabas, ibuprofeno. Los españoles recurrimos a este popular analgésico como si fuera aquel bálsamo de Fierabrás que todo lo cura que tanto recomendaba Don Quijote al sufrido de Sancho. Lo cierto es que, según la Sociedad Española de Farmacia Comunitaria (SEFAC), más de ocho millones de españoles consumen dosis de ibuprofeno superiores a las recomendadas. “Una dosis alta de este fármaco es la que está por encima de una dosis de 400 mg cada ocho horas o un comprimido de 600 mg cada doce horas”, advierte el doctor Vicente Arribas de Paz, jefe del Servicio de Urgencias del Hospital Sanitas de La Zarzuela. Estas dos son las presentaciones más habituales en este país, a diferencia de otros europeos (Polonia, por ejemplo), donde se dispensa en dosis de 200 mg para aliviar los trastornos menstruales. El problema es que, como sucede con otros muchos medicamentos de venta libre, no siempre es un médico quien supervisa su uso. “De ahí que haya pacientes que hagan un uso inapropiado, bien porque no esté indicado para la dolencia que se espera aliviar, o por exceder la dosis recomendable”, explica Arribas. “Exceder los 1.200 mg diarios, exactamente, a partir de los 1.800 mg, aumenta el riesgo cardiovascular cuando el paciente lleva varios días de tratamiento”, advierte Neus Caelles, presidenta del Comité Científico del SEFAC.
Desde los laboratorios se quita hierro a las cifras y señalan que, aunque se rebase la dosis recomendable, es raro que aparezcan síntomas perjudiciales para el paciente. “Podemos hablar de sobredosis o dosis altas cuando existe un riesgo de sintomatología. En un adulto de 70 kg equivale a tomarse entre 9 y 11 comprimidos de 600 mg al día, aunque en la mayoría de los casos estudiados han sido asintomáticos . Esto significa que, aunque se exceda la dosis recomendada, es difícil que produzca síntomas graves”, señala la doctora Aurora Garre, asesora médica de Cinfa, uno de los principales laboratorios fabricantes de ibuprofeno.
La pregunta es: ¿aunque sea casi improbable tener efectos secundarios relevantes, si aparecieran, cuáles serían? “Pueden provocar úlcera estomacal, gastritis o hemorragias digestivas. Por eso en muchas ocasiones se asocia a protectores gástricos”, advierte Arribas. El Centro de Investigaciones sobre la Celiaquía de Massachusetts añade un riesgo más: al provocar pequeñas úlceras intestinales por las que puede filtrarse el gluten puede, en personas genéticamente predispuestas, incrementar el riesgo de convertirse en celíacos. Arribas recuerda que “también está probado que eleva la presión arterial, lo que puede derivar en daños cardíacos o derrame cerebral. Y hay riesgo de daños renales”.
Muchos deportistas desconocen –o se hacen los locos a la hora de enterarse– sus efectos secundarios y recurren con excesiva frecuencia a este analgésico por sus propiedades antiinflamatorias. Para Arribas “es un peligroso error porque puede enmascarar una lesión muscular o tendinosa. Al no percibir el dolor el deportista vuelve a ejercitar ese músculo con lo que puede producirse un daño mayor”. En estos casos aconseja tomar analgésico según dicte el médico y guardar reposo. Para los que se toman un ibuprofeno antes de una competición ‘por si acaso’ aparece dolor, Caelle insiste en que “su función no es preventiva y no va a mejorar ni las marcas ni el rendimiento del deportista”. En cuanto a la inflamación se recalca que es un mecanismo de adaptación del organismo que permite la regeneración de los tejidos. Un estudio del departamento de Biología de la Universidad de Indiana revela que los antiinflamatorios no esteroideos (ibuprofeno, paracetamol, naxopreno…), al inhibir la producción de prostaglandina, hacen que la recuperación de las lesiones sea más lenta. Esto se debe a que la prostaglandina inhibe el dolor pero también la producción de colágeno necesario para la regeneración de los tejidos tras un esfuerzo muscular. Los buenos entrenadores siempre reiteran el mantra de que el dolor es síntoma de que algo no va bien y que más vale escuchar al cuerpo, que agravar una lesión.
¿Y si en vez de ibuprofeno se toma paracetamol? “Personalmente me preocupa más la toma indiscriminada de este último. Dosis de 4 gramos pueden originar problemas hepáticos severos mientras que es rara la intoxicación por ibuprofeno”, apunta Garre. Además, aunque el paracetamol es buen analgésico y antitérmico, su actividad antiinflamatoria es casi nula. Para Arribas la clave está en tomar ibuprofeno siempre “bajo la supervisión de un profesional de la medicina pero no demonizarlo. Como dice un proverbio chino ‘no hay fármaco sin efectos secundarios, ni cura de herida que no duela”. Como la aparición del dolor es tan imprevisible como indeseable, si no se puede andar esperando a pedir citar con el médico, “basta con acudir al farmacéutico. Es un profesional muy cercano a la población y puede ayudar a tomar decisiones para estas patologías leves y limitadas en el tiempo”, recuerda Caelles.
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