¿Es mejor nadar o salir a caminar?
La natación no es agresiva para las articulaciones, pero da hambre. Para caminar sólo se necesitan unas zapatillas.
Hemos escuchado un montón de veces que nadar es el mejor ejercicio, bueno incluso para la abuela. Con la natación se trabaja todo el cuerpo y no es agresivo con las articulaciones. Si además es verano y el asfalto se derrite bajo los pies, la piscina –y, por supuesto, el mar– se convierte en una opción de lo más apetecible. Pero, ¿qué ocurre con caminar, nuestro antiguo favorito?
La natación, señalan los entrenadores personales de Trainido, conlleva un gasto calórico mayor que caminar por unidad de tiempo y, además, mueve más músculos. Para algunas personas, puede convertirse en el único ejercicio disponible. “Dependerá de los problemas articulares de cada persona en rodillas, cadera o tobillos. En función del grado, el problema puede llegar a imposibilitar andar durante un tiempo determinado y constante para que el ejercicio tenga efectos positivos, y la natación quedaría casi como la única alternativa”, apuntan.
El fisioterapeuta y osteópata David Ponce cree, por su parte, que la natación es un ejercicio beneficioso para la mayoría de las personas, pero hay que practicarlo con criterio. “Una persona con problemas de cervicales, como hernias o rectificación, tendría que hacer espalda. Sin embargo, si no le gusta hacerlo, quizás no pueda practicar el crawl clásico, aunque sí podría hacer crawl con un sencillo equipo de gafas y tubo de respiración”. Para las personas con problemas en la zona lumbar, por su parte, la braza es un estilo prohibido, según los expertos de Trainido.
¿Sirve la natación para perder peso? “Mientras nadamos ponemos en marcha un gran número de grupos musculares. Con buena intensidad, genera mucho gasto de energía”, señalan los expertos de Trainido. Como con cualquier otro ejercicio aeróbico, es importante poder mantener el esfuerzo durante un tiempo prolongado. Es aquí donde aparecen las dificultades, ya que para ello es necesario tener una buena técnica.
En realidad, los efectos para la salud de la natación son similares a aquellos que proporcionan los movimientos aeróbicos que se practican en tierra, como caminar o bicicleta, señala Hirofumi Tanaka, director del laboratorio de investigaciones cardiovasculares de la Universidad de Texas. Los experimentos elaborados por Tanaka y otros expertos muestran que nadar es muy efectivo para reducir la presión arterial y mejorar la función vascular. Como también lo es caminar. La única ventaja de nadar es que al estar flotando el porcentaje de lesiones ortopédicas y las relacionadas con el calentamiento excesivo del cuerpo es muy bajo.
Dejando de lado el pequeño inconveniente de que es necesario tener una piscina cerca de casa, una de las mayores desventajas de nadar –en particular cuando se pretende que el deporte ayude a perder peso– es que estimula el apetito, señala Tanaka. En un experimento sobre los hábitos de ejercicio y el peso en el que participaron más de 15.000 adultos de entre 53 y 57 años, se encontró que aquellos que caminaban deprisa, corrían o montaban en bicicleta engordaron muy poco, mientras que aquellos que optaban por nadar tendían a almacenar los kilos de más.
Para caminar, por otra parte, no hace falta técnica. Lo único necesario es salir por la puerta. Raro es el día que no aparece un nuevo estudio ratificando las bondades de esta actividad tan simple y, con frecuencia en esta era de la inmediatez, denostada. Por ejemplo, una investigación de 2011 en la que participaron cerca de 30.000 personas de entre 40 y 79 años mostró que caminar más de una hora al día mejora de forma significativa la esperanza de vida. “Un incremento del tiempo que la población dedica a caminar traería consigo un tremendo cambio en la salud y los costes médicos”, señalaron sus autores.
Andar también es eficaz contra el insomnio, de acuerdo con un estudio que recomienda caminar a paso ligero durante 45 minutos por la mañana (caminar por la tarde puede tener el efecto contrario). En el caso de las mujeres post-menopáusicas, mejora la salud de los huesos. Ayuda a perder peso (aunque si este es el objetivo principal correr es más efectivo) y, lo que es igualmente importante en estos tiempos que vivimos, mejora el estado de ánimo.
Para no quedarnos entre dos aguas, resumamos la cuestión. “Si hay que elegir entre uno u otro deporte”, señalan en Trainido, quizá el caminar (si no existen problemas y se puede hacer a buen ritmo) sea la mejor opción, ya que tiene mayor transferencia con la vida cotidiana, mayor interacción con el medio que te rodea y por lo tanto motiva más. Además es mucho más social, ya que lo puedes hacer acompañado”.
Para nadar bien
Realizar, a ser posible, estiramientos y calentamiento en alguna piscina donde se haga pie, para favorecer la flotabilidad y amplitud de movimientos.
Practicar sobre todo ejercicios con desplazamiento estilo espalda. Es un estilo que no compromete ni las cervicales ni ninguna zona vertebral.
Evitar nadar al estilo mariposa, ya que compromete la zona lumbar y ejerce mucha presión en la zona de los hombros.
Utilizar un tubo de respiración tipo snorkel si se tienen problemas en las cervicales. Se evita así la rotación del cuello.
Realizar ejercicios de flotación con o sin material. Favorece la eliminación de la presión intervertebral.
El dominio de la técnica, señalan en Trainido, evita la fatiga por movimientos repetitivos, los dolores por adoptar una postura incorrecta y una respiración inadecuada. Nadar bien técnicamente también permite cambiar de ritmos y modificar intensidades, algo muy útil si se quiere perder peso en la piscina. Intercalar series a intensidad alta con otras a ritmo normal favorece el gasto de oxígeno y energético. Por ejemplo, series de 75m a partir de 50m normales + 25m fuertes. Los descansos deben ser cortos para favorecer el trabajo aeróbico y mantener las pulsaciones altas.
* @nataliamartin es periodista. Si quieres ponerte en contacto con ella escribe a natalia@vidasencilla.es
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