Un perfume cada 12 horas
Sus notas se complementan y componen un perfecto fondo de armario. Las cítricas animan y motivan; las dulces seducen y confieren personalidad. Reunimos 24 fragancias –una docena para el día y otra para la noche– y desvelamos sus secretos.
Pocas casas disponen de su propio nariz. Dior es una de ellas. François Démachy (Cannes, 1949) acumula 40 años en el sector y hoy es una estrella de la industria. Eso, a pesar de haber querido ser dentista. «Mi padre tenía una farmacia en Grasse y vendía un agua de colonia [Cologne Impériale] que él mismo había elaborado», relata. Uno de sus clientes era Edmond Roudnitska, perfumista también de la maison. A Démachy le entró el gusanillo y decidió trabajar en los talleres de perfumería. Tardó poco en triunfar. Hablamos con él sobre la industria y sobre sus últimas creaciones.
Se llevan los perfumes dulces, pero antes la moda eran las fragancias orientales. ¿Cuál será la próxima tendencia?
Es algo que dicta la calle. Probamos acordes y, si vemos que se reciben bien, entonces creamos una tendencia y poco a poco cambia el gusto. Nos encontramos ante una transición, la tendencia está evolucionando. Cada vez exigimos productos más naturales porque son más fáciles de apreciar. Creo que los perfumes femeninos –los masculinos son más tradicionales porque los hombres no varían mucho– serán más intensos y reconocibles.
¿Utilizar fragancias golosas es una manera de evadirse en tiempos de crisis?
Los perfumes siempre han sido un sueño para el que se perfuma y para quien lo rodea. La moda actual de los aromas dulces ha contagiado también al vino. Nos tiran más los frutos rojos y su olor empalagoso.
Dice que las fragancias masculinas cambian poco. Entonces, ¿trabaja más para las mujeres?
Los perfumes siempre se hacen para una mujer. Y siempre hay una historia detrás. Si no se vuelcan vivencias en una fórmula, el perfume resulta pobre y es algo que necesita estar vivo. Hace tiempo creé uno que se llama Diva. Lo hice para mi mujer de aquella época [se ha casado tres veces], y tenía muchas notas personales.
¿Cuáles fueron los perfumes para su segunda y tu tercera mujer?
La segunda no tiene porque fue ella la que me dejó… [risas]. El perfume inspirado en la tercera no lo comparto, es privado. Pero sí puedo decir que tiene un olor muy amaderado; es unisex, lo podría llevar un hombre.
En la serie Escale de Dior, ¿hay una mujer en cada puerto?
En este caso la inspiración es un viaje, un ambiente, un homenaje a ciudades productoras de materias primas. En Escale à Portofino, por ejemplo, los ingredientes proceden del sur de Italia (Calabria y Sicilia): bergamota, menta, cítricos… Asimismo, Escale aux Marquises y Escale à Pondichéry se basan en las materias primas de sus topónimos.
¿Próxima escala?
Cádiz o Sevilla serían buenos lugares. Allí predominaría el azahar.
¿Un nariz puede fumar?
Sí, los hay que fuman. Y sí, afecta a la percepción de los aromas.
¿Algún truco a la hora de perfumarse?
La fragancia debe aplicarse donde queremos que nos besen. Otro consejo, pero de conservación: los perfumes deben tratarse como seres vivos. Jamás se deben almacenar en lugares cálidos.
Una pregunta relacionada con la medicina. Cada vez hay más alergias a químicos y existen lugares como la ciudad de Halifax (Canadá) donde se prohíben los perfumes… ¿Llega el fin de su profesión?
No es un fenómeno tan importante, es muy residual. Sin embargo, creo que es necesario que los perfumes se limiten a la higiene personal; es decir, a las fragancias. Los productos del hogar se perfuman sistemáticamente. Algunos de esos artículos contribuyen a las alergias. Paradójicamente, los químicos ayudan a rescatar los aromas más naturales. Hasta ahora el método tradicional de hacer perfumes solo permitía atrapar la fragancia de las flores secas. Pero nos hemos dado cuenta de que la mezcla de productos naturales con otros elementos sintéticos consigue reproducir casi con exactitud el olor de la flor fresca.
¿Cuánto cuesta fabricar una nueva molécula?
Es caro. Con todos los test, al final hacen falta unos 10 millones de euros y alrededor de tres años de trabajos de investigación.
Mirta Rojo
Bebe del pasado, pero abre un nuevo capítulo. Valentina Assoluto es un chipre moderno, lo que significa que es mucho más intensa y nocturna que su predecesora (Valentina). Un palazzo a las afueras de Roma y en medio de una colina fue el escenario del rodaje del anuncio, firmado por David Sims. También fue el marco de su presentación. «Villa Parisi está llena de misterio y encanto, dos características que definen a Roma y a esta nueva fragancia», resume María Grazia Chiuri, directora creativa de Valentino. La otra mitad de la marca, Pierpaolo Piccioli, coincide: «Esta versión es más sensual y cautivadora. Valentina tenía que ser atemporal, bella y fascinante, como Roma». Hablamos con el perfumista Olivier Cresp (Grasse, 1955), autor de la fragancia.
María Grazia Chiuri y Pierpaolo Piccioli han insuflado modernidad a la tradición de la casa, han respetado la herencia de Valentino Garavani [retirado en 2008], pero han otorgado a la firma un cariz actual. ¿Pretende hacer lo mismo este Assoluto?
En cierto modo, sí. María y Pierpaolo me pidieron que elaborara una versión sofisticada, preciosista e íntima de Valentina. Querían una fragancia que revelara la intensidad y la feminidad de la mujer Assoluto. El chipre personifica esa intensidad. Pero se trata de un chipre moderno: contiene pachulí, cedro, jazmín, nardo y un delicado toque de vainilla. Esta es una versión oscura y cautivadora. También compleja; incorpora un ingrediente muy difícil de usar: el nardo. Se trata de una flor caprichosa y frágil, sí. Crece en el sur de la India porque necesita un clima caluroso y un terreno arcilloso. Cada planta florece una vez al año, algo que puede ocurrir entre los meses de diciembre y mayo. Cada día al amanecer, se recolectan las flores blancas para que no se pierdan la dulzura e intensidad de esta nota. En la India, el nardo se ofrece a los dioses en las bodas. El nardo es un acorde rico, generoso y embriagador. Es una flor polifacética: huele a miel, jazmín y naranja; tiene un cariz afrutado. No es una flor salvaje pero sí un ingrediente complicado: se debe saber domesticar. Experimenté mucho para dar con la cantidad perfecta.
Se trata de una fragancia premium, cuesta 108 euros; ¿a qué se debe el precio?
Un solo ejemplo: contiene absoluto de jazmín. Para elaborar un kilo de jazmín, es necesaria una tonelada de pétalos y alrededor de un millón de flores.
Usted ha vivido en EE UU. ¿Es muy distinto el sector de la perfumería en ese país?
Su industria no acumula tanta historia como la francesa. No obstante, sí existe una cultura del perfume. Muchas creaciones estadounidenses ya se han convertido en clásicos, y el sector allí goza de muy buena salud. Sin embargo, existen varias diferencias en la simbología. La noción de sensualidad es un buen ejemplo. En Francia y en otros países europeos, un aroma sexy debe ser cálido y envolvente; en EE UU, debe contener notas limpias y frescas.
A los siete años ya sabía que se convertiría en perfumista y lleva decenios elaborando aromas. En su opinión, ¿cómo ha cambiado la industria?
En los años 80, se comercializaba únicamente un puñado de novedades al año. Hoy, los consumidores se pierden entre tanto lanzamiento. Resultado: los creadores tenemos que esmerarnos más para que perduren.
¿Cómo ha afectado la crisis al sector?
Se siguen comprando muchos perfumes. Las fragancias y otros lujos no están en recesión. Todos necesitamos darnos un capricho de vez en cuando.
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