Terapia de grupo: «Lo acepto: tengo sobrepeso»
En el día a día hay muchas situaciones en las que una persona que está a régimen se plantea no continuar. Ahí es donde los compañeros ayudan.
El primero de mayo de este año, una Jessica Simpson con 25 kilos de más daba a luz a su primera hija, culminando así un embarazo en el que, semana tras semana y sin piedad, la prensa iba reflejando gráficamente su notable incremento de peso. Pero si su embarazo ha sido mediático, el posparto lo ha sido mucho más, ya que el pasado diciembre se confirmaba que la cantante había firmado un contrato por el que, a cambio de tres millones de dólares, se comprometía a ser la portavoz de Weight Watchers… y a adelgazar los kilos ganados durante la gestación. Según el programa, aún le quedan 11 kilos por perder y deberá hacerlo antes de finales de agosto. ¿Lo conseguirá? Lo que todavía no se sabe es hasta qué punto este compromiso la obliga a participar del eslabón clave en este sistema de adelgazamiento: las terapias de grupo.
Efectivamente, cada siete días más de un millón y medio de personas se dan cita en las más de 50.000 reuniones de Weight Watchers que tienen lugar en una treintena de países de todo el mundo. Creado en Estados Unidos en 1963, y presente en España desde el año 2000, este método se basa en la dinámica grupal: en reuniones semanales en las que los participantes controlan su peso y reciben motivación, seguimiento y apoyo por parte de las monitoras y del resto del grupo. Su éxito propició que fueran apareciendo programas similares en otros lugares, como los australianos Take Off Weight Naturally Clubs, fundados en 1968 y en los que cada miembro paga su cuota y debate acerca de su enfrentamiento con la báscula.
El fenómeno, que ha ido in crescendo, ha permitido que en estos momentos las sesiones grupales no solo sean tendencia en las clínicas privadas y centros de adelgazamiento, sino también en los hospitales públicos españoles. «Muchas veces tiene más fuerza el ‘peer support’, el apoyo de un igual, que lo que podamos decir los profesionales sanitarios», explica Juan Tur, máster en Nutrición y coordinador del Programa Tramontana, un ensayo clínico realizado en el hospital Son Dureta de Palma de Mallorca en el que se comparan los resultados de ofrecer a obesos mórbidos un tratamiento convencional o uno multidisciplinar con sesiones grupales. «Para los pacientes es muy importante contar con referencias de otras personas que están viviendo lo mismo que ellos, que se están enfrentando a situaciones parecidas y que están consiguiendo salir», asegura Tur.
Sentirse comprendidos es esencial, señalan los profesionales, a la hora de cambiar el enfoque para tratar la obesidad. De este modo, se es más receptivo a entender que no se trata de adelgazar, sino de cambiar hábitos de vida; y que hay que pasar a un primer plano el componente psíquico, la ingesta emocional. «Todos sabemos que las personas no comemos solo por hambre, sino que hay otros factores que influyen en la forma de alimentarnos y en los productos que escogemos», señala la doctora Belén Silveira, endocrinóloga del Hospital Infanta Leonor. En este centro se realizan, desde 2008, sesiones de grupo mensuales con pacientes que tienen exceso de peso, especialmente con aquellos que sufren alguna enfermedad asociada. «A lo largo de un año, van recibiendo información sobre aspectos de la obesidad y, también, sobre cuestiones psicológicas. Ellos deben ser conscientes de por qué comen, pues muchas veces no saben diferenciar la sensación de hambre de aquellas otras situaciones, como la ansiedad, que llevan a utilizar la comida como refugio o válvula de escape», afirma la experta. Y añade: «En este contexto, la ayuda del grupo es muy importante. De hecho, hemos visto que quienes participan en los programas pierden más kilos y mantienen su nuevo peso durante más tiempo».
El trabajo colectivo no es solo útil para los pacientes, sino también para los profesionales, explica la doctora Ana Cos, jefa de Nutrición del Hospital de La Paz. «Ver a un obeso tras otro cansa y, realmente, no le cuentas lo mismo al cuarto paciente que al primero. Por eso es gratificante la idea de tener un grupo al que poder hablarle en profundidad, extendiéndote. Pero, además, enseguida ves que el grupo se potencia, que tiene voz, que las personas se sienten apoyadas y no aisladas frente a un terapeuta: comienzan a expresarse, afloran sus conflictos», opina.
En La Paz se realizan distintos tipos de programas; uno de ellos, el EGO (Estrategia Grupal de Obesidad), se basa en dos talleres de dietética, dos de psicología y dos de actividad física. «Es intensivo, vienen una vez a la semana durante dos meses y hacemos, en grupo, estrategia de dieta, de ejercicio y tratamiento conductual. También hay otros talleres, más pequeñitos, dirigidos a unidades de pacientes con problemas comunes: menopausia, adolescentes…». La idea es la de entrenamiento, «pues s ya que aún tenemos muchos prejuicios al respecto», remarca.
Todos los especialistas coinciden en que el tratamiento psicológico es esencial, pues detrás de la obesidad suele haber un conflicto de ingesta emocional –comemos porque estamos aburridos, tristes, ansiosos– y un círculo vicioso: después de alimentarnos nos sentimos culpables, y este sentimiento nos frustra y nos lleva nuevamente a saquear la nevera. Romper con esta dinámica es esencial, y cada vez más clínicas y centros de adelgazamiento proponen tratamientos integrales en los que las terapias de grupo son clave. El primero en darse cuenta, hace ya 20 años, fue el doctor Máximo Ravenna, creador del método que lleva su nombre y que, tras popularizarse en Argentina y otros países latinoamericanos, aterrizó hace tres años en España. La terapia grupal es uno de los pilares, pues, como nos indica Graziela Sajeva Martínez, directora de la clínica: «La función del grupo es la de contener al paciente para que pueda seguir la dieta durante el tiempo que lo necesite. En el día a día hay muchísimas situaciones (un disgusto, una frustración…) en las que una persona que sigue un régimen se plantea que no puede continuar. Ahí es donde los compañeros ayudan, elevan la autoestima, muestran que sí es posible seguir». En el centro hay reuniones todos los días, incluso los festivos, y la recomendación es acudir siempre que se pueda. Otra opción, que supone un compromiso mayor, es la de entrar en un grupo cerrado e ir un día a la semana durante dos meses. «De esta forma se genera un vínculo más importante entre los asistentes», señala Sajeva.
«Ponerse de acuerdo en grupo para lograr un objetivo da muy buenos resultados», opina Diego de Olmedilla, un empresario que logró perder 45 kilos. «Gracias a un psicólogo, me di cuenta de que mi problema no era puramente de dieta, sino de adicción. Para tratarlo me vino muy bien trabajar en equipo». Fruto de su experiencia creó hace dos años el método Thinking, en el que las terapias grupales son tan importantes como las individuales con psicólogo, médico, nutricionista y entrenador personal. «En grupo se favorece la posibilidad de reconocer y trabajar este problema porque no tienes que disimular: estás gordo y el exceso de peso te aleja de tu propio ser», apunta Olmedilla. «Uno se autoengaña cuando está solo, pero en el grupo se detectan las mentiras, se neutralizan y se dan herramientas muy claras desde muchas perspectivas, tantas como miembros haya», sentencia.
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