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10 razones físicas por las que siempre estás cansada (más allá de dormir poco)

Ni es normal sentirse agotada ni hay que esperar a las vacaciones para quitarse esa fatiga permanente. Estas son las causas que te provocan agotamiento y cómo combatirlas.

Ilustración Ana Regina García / Getty
Ilustración Ana Regina García / GettyScience & Society Picture Librar (SSPL via Getty Images)

Vamos por la vida aceleradas, nos lo echamos todo a los hombros con eso de que ‘yo puedo con todo’ y damos por hecho que estar agotadas es normal. Que ya descansaremos en vacaciones. Y no: ni es normal ni hay que esperar a las vacaciones para quitarnos esa fatiga permanente. Primero porque disminuye nuestra calidad de vida. Pero es que ese cansancio puede ser la punta del iceberg de alguna patología que hay que atender.

1. Duermes poco

 Suele ser la causa más fácil. A veces es porque llegas a casa tarde del trabajo. O ese afterwork que se alarga más de lo esperado. O porque madrugas mucho para ir al gimnasio. Sin olvidar que cada vez es más frecuente toparse con personas que roban horas al sueño porque se acuestan tarde viendo series o chateando (los psicólogos anglosajones lo han bautizado como bedtime procrastination o procrastinar para irnos a la cama). “La luz azul de estos dispositivos inhibe la producción de melatonina, la hormona que naturalmente producimos para dormir y que empieza a actuar a medida que la luz declina. Si sigue habiendo luz, el cerebro interpreta que es de día y no hay que dormir. Cuando por fin nos metemos en la cama, que ya de por sí es más tarde de lo debido, el sueño tarda en aparecer”, advierten los doctores Juan Antonio Madrid y Ángeles Rol, expertos en sincronización del sistema circadiano del grupo Cronolab de la Universidad de Murcia.

2. Exceso de estrés

 El estrés es una reacción natural del cuerpo ante una situación de emergencia. La coach de ASESCO , Carmen Parrado, establece una diferencia entre el estrés episódico, muy intenso, pero de corta duración (cuando te dejas el bolso en un taxi con toda la documentación) y el crónico, que es la exposición constante a situaciones de agobio (clientes que te obligan a cambiar los proyectos varias veces, plazos de entrega demasiado cortos o la sensación de que no tienes tiempo suficiente para ir al gimnasio). “Cuando el estrés se alarga en el tiempo se convierte en distrés. Aparece el cansancio, la fatiga, la desgana, la irritabilidad y la sensación de bloqueo mental”. Un primer paso es revisar cómo organizas tu agenda, tu propia autoexigencia (a lo mejor no puedes ser perfeccionista con todo) y asumir que tal vez tienes dependencia de la aprobación de los demás (vienen amigos a cenar a casa y, en vez de encargar pizzas, montas un ágape digno de Masterchef para que digan lo buena cocinera que eres). Si la situación empieza a debilitarte demasiado o hay síntomas de ansiedad o depresión, busca un psicólogo o un psiquiatra por si hay que abordar con tratamiento farmacológico.

3. Eres sedentaria

 ¿Notas que cada vez duermes peor, y eso que no vas al gimnasio y trabajas sentada? No es malo pasarse un fin de semana sin dar un palo al agua (llámalo ‘disfrutar del hygee sin salir casa’, que queda más cool). El problema es cuando esa es la pauta habitual. Desde la Unidad de Salud Deportiva del Hospital Nisa Vithas Valencia 9 de Octubre, su responsable el doctor Darío Sanmiguel, advierte que el sedentarismo altera el patrón de sueño. “Tras hacer cualquier tipo de actividad física hay un cansancio saludable que va a ayudar a conciliar el sueño y a dormir mejor. Cuanto más cansado estás, mejor vas a descansar”. Añade otro problema: cuando no hay actividad física de ningún tipo, los músculos se debilitan y la salud cardiovascular empeora. Por eso cualquier pequeño esfuerzo te cuesta horrores.

4. Tienes anemia

¿Sabías que el 20% de las españolas en edad fértil padece anemia ferropénica? Consiste en un déficit de hierro, un mineral imprescindible para la formación de la hemoglobina encargada de llevar oxígeno a las células del cuerpo, incluido el cerebro. Si escasea lo vas a notar como agotamiento, dolor de cabeza, mareos o somnolencia. Aunque la receta de las abuelas sea siempre comerse un par de filetes (tres kilos de kale si eres vegana), no siempre es la solución. “La anemia no siempre se debe a un bajo consumo de alimentos con hierro”, explica la hematóloga Patricia Martínez Pons, del Hospital Vithas Castellón. “Puede haber otras razones, como que se pierdan más hierro y glóbulos rojos de los que crea el cuerpo (atención a las menstruaciones muy abundantes o algunos deportes con alta destrucción de hematíes, como los ultramaratones) o que el cuerpo no pueda absorber bien el hierro que se consume por una enfermedad celíaca o enfermedad de Crohn”. Si ves que tu dieta no cojea, pero te sientes agotada es mejor consultarlo con el médico y pedir unas analíticas que comprarte un suplemento de hierro por tu cuenta y riesgo. De paso evita mezclar en la misma comida alimentos con hierro y taninos (vino, café, chocolate), ya que dificultad su absorción. O, al menos, espera 60-90 minutos para tomarlo.

5. Falta vitamina B12

Solemos echarle la culpa al hierro, pero no siempre es cosa suya. Para que el cuerpo fabrique glóbulos rojos hace falta vitamina B12. Se encuentra en niveles aceptables en todos los alimentos de procedencia animal, pero si eres vegana sí o sí debes suplementarte. “Con un simple análisis de sangre podemos contar las células sanguíneas y medir el tamaño de los glóbulos rojos. Si son muy grandes o hay pocos la causa de la anemia podría ser falta de vitamina B12, aunque hay que descartar otras causas”, declara el hematólogo Carlos Besses Raebel, miembro de Topdoctors.

6. Tienes apnea del sueño

Duermes tus ocho horas diarias, pero te levantas cansada y te tiras el resto del día medio zombie. Pregúntale a tu pareja si roncas por la noche o si, de pronto, dejas de respirar más de lo normal. Podrías tener apnea del sueño. “Los pacientes con apnea del sueño duermen las mismas horas, pero no las duermen bien. Su eficiencia del sueño está disminuida. Por eso se sienten cansados durante el día”, declara la doctora Olga Mediano, neumóloga y coordinadora del Área de Sueño de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR).

7. Demasiada empatía

Tomarse los problemas ajenos como propios o involucrarse demasiado en cuestiones que exigen decisiones delicadas, pero que no están en nuestro poder, puede llegar a agotar. El psicólogo Carlos Antonio Rodríguez Méndez, responsable del área Psicología y Mindfulness de Slow Life House, advierte de que demasiada empatía no es buena. “Quienes constituyen personalidades demasiado empáticas son, a su vez, personas muy influenciables. Esto provoca un profundo agotamiento, más cuando casi siempre ocupan la posición de cuidadores o ‘escuchadores’. Esta fatiga por compasión no solo provoca cansancio físico y emocional, sino que puede derivar en un riesgo a desconectarse emocionalmente de sí mismos, asumiendo los problemas de los demás como propios”.

8. Problemas con el gluten

Tanto la enfermedad celiaca como la intolerancia al gluten pueden provocar dolores de cabeza o de las articulaciones y cansancio. En el caso de la celiaquía puede aparecer incluso anemia. Desde la Federación de Asociaciones de Celiacos de España apuntan que la celiaquía afecta al 1% de la población europea, siendo el doble de frecuente entre las mujere

9. Sufres astenia primaveral

Es llegar el buen tiempo y, de pronto, sentirte como apalizada. Bostezos, cansancio, irritabilidad, inapetencia… Llegas a casa que no puedes con la vida y no entiendes bien por qué. Tienes astenia primaveral. O la sufre tu hijo, que pasa de ser un polvorilla en el colegio a regresar como si le hubiera pasado una aprisionadora por encima. El doctor Salvador Martínez Arenas, responsable de la Unidad de Pediatría del Hospital Virgen del Consuelo de Valencia y del Hospital Vithas Nisa Rey Don Jaime de Castellón, explica por qué sucede: “Los cambios de estación causan una disminución de la betaendorfina, que es la hormona que produce bienestar en el organismo. Es una patología leve que dura entre una semana y quince días, más o menos lo que tarda el organismo en adaptarse a los días más largos de sol y a las nuevas temperaturas”.

10. Hipotiroidismo

Comes bien, saludable y equilibrado. Puede que incluso hayas ganado algo de peso. Podría ser hipotiroidismo: tu glándula tiroides tiene dificultades para fabricar sus hormonas (la más importante es la tiroxina) y tu metabolismo no funciona bien. “No siempre se observa ganancia de peso. En cambio, son más frecuentes otros síntomas muy inespecíficos como cansancio, depresión, disminución de la memoria, piel seca, caída del cabello…”, declara el doctor Luis Vila, de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN). Puede ser porque tomas poco yodo con la dieta (apunta en la lista de la compra leche, pescado y sal yodada). Pero también puede haber un proceso autoinmune e, incluso, algún tumor. Consúltalo con el médico para salir de dudas.

11. Entrenas demasiado

Te has apuntado a un maratón y todas las semanas corres muchísimos kilómetros. O haces horas extra en el gimnasio para meterte en el vestido de novia. Puede que el programa de entrenamiento sea demasiado exigente para tu nivel o que duermas poco y no termines de recuperarte. Te levantarás cada día más cansada y tu rendimiento deportivo será cada vez peor. Además de estar para el arrastre, tienes muchas papeletas para lesionarte. Y es lo último que quieres, ¿verdad?

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