La ‘rostrificación’ del cuerpo: la revolución de los productos corporales que funcionan como los de la cara
El tratamiento se vuelca en el cuidado de la piel del cuerpo. Pero, aunque los activos son viejos conocidos del rostro, no se pueden esperar resultados análogos.
Las redes sociales, siempre dispuestas a bautizar cualquier tendencia de consumo, hablan de la skinificación del cuerpo como ya hicieron con el cabello. Es decir, tratar con el mimo con el que se cuida el rostro la piel que queda por debajo del cuello. Recurrir a los mismos activos o a las mismas rutinas. Mascarillas, exfoliantes o sérums para acabar con la costumbre de usar solo una hidratante después de la ducha. Había demanda para estos nuevos usos, lo señala por ejemplo la consultora Kantar en On trend: The evolving beauty consumer, un informe que recoge los movimientos de la belleza en 2022: “El cuidado corporal ha tenido un desarrollo particularmente fuerte, creciendo un 10% en los dos últimos años”.
Es un cambio que llegó con la pandemia y se quedó entre un segmento de la población informado y deseoso de dedicarse tiempo. Por ejemplo, en el último año las búsquedas de “sérum corporal” crecieron un 19% en Estados Unidos, según Spate, firma analista de tendencias en la red: “Ahora mismo estamos viendo que los usuarios buscan ingredientes como alfahidroxiácidos, ácido hialurónico, colágeno, aceite de argán o retinol junto a sérum corporal”, indican desde la compañía. Activos que son frecuentes entre los tratamientos enfocados al rostro.
Pero, al igual que la piel de la cara no es la misma en toda su superficie (saben de ello los contornos de ojos), la del cuerpo también varía. “A nivel celular no hay distinción entre la piel de la cara y la del cuerpo, pero sí encontramos diferencias estructurales relativas al grosor de sus capas o a la composición de la barrera cutánea”, explica la doctora Natalia Jiménez, dermatóloga de Grupo Pedro Jaén y autora del libro Ponte en tu piel. “La piel del cuerpo es más gruesa que la de la cara y no tiene tantas glándulas sebáceas; de hecho, en algunas zonas como los codos, los antebrazos o los muslos, estas glándulas ni siquiera existen. Esto hace que la barrera cutánea (el manto hidrolipídico que recubre toda la piel para protegerla de agresiones externas y de la pérdida de agua) sea más frágil en estas zonas, que tienda a deshidratarse o descamarse. Por otro lado, la piel del cuerpo está menos expuesta a agresiones externas como el frío, el viento, la contaminación y, sobre todo, la radiación solar, pero sea más propensa a la flacidez, la celulitis o la acumulación de grasa”.
La ropa que cubre el cuerpo hace que el envejecimiento de este varíe: “El deterioro endógeno es similar”, apunta la doctora, pero “hay factores que se notan más aquí, como la flacidez asociada a la falta de ejercicio o a la caída hormonal que tiene lugar en la menopausia”. ¿Tiene sentido incluir productos con la batería de activos que trata al rostro? Solo cuando estén formulados específicamente para ello: “Es interesante que las cremas hidratantes corporales contengan antioxidantes y retinol. También existen productos con ingredientes drenantes, aunque en estos casos se trata de un complemento a un estilo de vida saludable (alimentación sana, ejercicio, fotoprotección) y de los tratamientos médico-estéticos”. En cuanto a estos últimos, desde Beldon Beauty aconsejan analizar primero las necesidades con un diagnóstico personalizado: “En términos generales, el mejor tratamiento para gestionar el paso del tiempo es la radiofrecuencia, un buen producto de hidratación y, sobre todo, constancia”.
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