Hilos tensores, el nuevo lifting sin cirugía
El nuevo lifting no necesita cirugía. Ahora se implantan hilos intradérmicos que consiguen tensar el óvalo facial, borrar las arrugas y la flacidez.
Lo último en belleza es cosa de coser y cantar. La colocación de hilos tensores es una nueva técnica no invasiva que consigue un efecto más suave que un lifting quirúrgido, pero más natural.
El procedimiento consiste en la colocación de unos hilos intradérmicos que van desde la zona anterior de la oreja hasta el surco nasogeniano (el surco que se forma entre la nariz y la boca) y hasta el lateral del mentón. De este modo consiguen recolocar el pómulo en su posición original, tensando y reafirmando el óvalo facial. Se pueden colocar en forma de abanico o en forma de red.
El tratamiento se realiza en la misma consulta del médico estético y se prolonga una media de 40 minutos. No es necesario el ingreso hospitalario ni pasar por el quirófano porque no hay heridas, ni suturas, únicamente el punto de inyección del hilo, que viene previamente enhebrado en una cánula que se pasa a través de la piel. Solo se requiere anestesia local y ni siquiera en todos los casos.
Los hilos están fabricados en un material 100% biocompatible -el mismo que se utiliza en las suturas quirúrgicas-, son totalmente reabsorbibles y su grosor es de micras. Los más gruesos tienen grosor de un hilo de pescar, pero los hay mucho más finos, para zonas sensibles como la del contorno de ojos, en cuyo caso su colocación no se prolonga más de un minuto ni siquiera necesita de anestesia. Se pueden poner un mínimo de seis hilos (con un precio medio de partida de 150 euros) si solo es en una zona, o hasta unos 40 hilos cuando el tratamiento se extiende al rostro completo.
“La cánula se introduce por una zona, por ejemplo por la patilla del pelo, y se saca por otra, como puede ser el mentón. El hilo queda dentro y no va atado, porque lleva unos conos que impiden que se muevan y que no se puedan sacar ni en un sentido ni en otro”, explica José González Vidal, director médico de la Clínica Miestetic. “El mecanismo del hilo es un efecto mecánico de tensión y, a largo plazo, la estimulación para la formación de colágeno, a partir de los quince días o un mes de su colocación y hasta un año después, por lo que mejora la calidad de la piel y su flacidez”, prosigue.
Este tratamiento es heredero de los antiguos hilos de oro de los años ochenta, que dieron problemas de alergia. Su versión de última generación son los llamados hilos “mágicos” o coreanos, una versión modificada de los hilos tensores que son más finos, vienen ya cargados en una aguja y, aunque no consiguen tensar tanto, a cambio tienen la ventaja de no precisar de anestesia, por lo que son menos invasivos.
La expresión del rostro no cambia tras el tratamiento, asegura la doctora Lidia Díaz Méndez, directora médica de la clínica Armonía de Madrid. “En ningún caso se trata de rellenar o construir una cara nueva. Se trata de conservar las estructuras faciales y lograr un rostros armónico y equilibrado, pero de forma natural”.
Por poner un pero, la doctora Elia Roó, presidenta del Grupo Español de Dermatología Estética y Terapéutica, advierte de que la falta de evidencia científica en torno a los hilos “mágicos”, no ya en cuanto al material en sí, que se ha utilizado en procedimientos quirúrgicos con larga experiencia, sino en cuanto a la técnica propiamente dicha. “Que yo sepa no hay ningún estudio en curso para demostrar su eficacia clínica ni existe literatura científica. España es un país de modas y se cree que lo último que llega es lo mejor, pero hay que ser cautos”.
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