El ocaso de los pechos grandes
Adiós al mito. El busto canónico no existe: las operaciones y tratamientos estéticos de aumento coexisten, cada vez más, con intervenciones para reducir.
Algo pasa con el pecho. Las intervenciones mamarias van mucho más allá de subir talla. Y eso pese a que estas operaciones (conocidas como mamoplastias de aumento) crecieron en 2013 (últimos datos disponibles) hasta la friolera de 1.773.584 a escala mundial, según informa la Sociedad Internacional de Cirugía Plástica y Estética (ISAPS, en sus siglas en inglés). En 2011 se practicaron en torno a medio millón menos: 1.205.251. Más modestas en número, las reducciones también se dispararon: pasaron de 428.129 en 2011 a 641.189 en 2013.
¿Y en España? Según la Sociedad Española de Cirugía Plástica, Reparadora y Estética (SECPRE), en el año 2014 se realizaron 2.763 reducciones mamarias. ISAPS, sin embargo, da un dato más abultado. La diferencia entre ambos organismos se debe a que tanto uno como el otro se basan en encuestas. Para el ente internacional, en 2013 se realizaron 9.863 operaciones de reducción frente a las 7.643 de 2011. Las cifras son distintas pero marcan una pauta clara: bajar de talla es tendencia.
La inmortal rubia demostró que un buen bustier es poderoso: recoge y junta ligeramente el pecho.
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1- ¿MÁS REALES?
En el quirófano se ha dejado de perseguir la silueta voluptuosa. Y eso a pesar del éxito de mujeres como Kim Kardashian. El ratio 45:55 es la proporción perfecta, según un estudio de los cirujanos plásticos Olivier Branford y Patrick Mallucci, del Royal Free Hampstead NHS Trust de Londres. O lo que es lo mismo, que el 45% del pecho quede en la mitad superior y el 55% restante, en la inferior. Consecuencia: adiós a las prótesis superlativas en forma de media naranja, esas que quedan enhiestas incluso cuando nos tumbamos boca arriba. Antes, las prótesis tenían esa forma y resultaban muy falsas. Ahora triunfan las conocidas como anatómicas, con silueta de lágrima, con un tamaño más cabal y más naturales. ¿Y en la calle? Todo crece. Al menos en Estados Unidos, donde en los últimos 15 años la talla media de sostén ha pasado de la 90B a la 95C. Endocrinos y nutricionistas lo achacan a la mala alimentación, ya que han aumentado las medidas de cintura y caderas.
– La alfombra roja, ‘en plano’. La última moda entre famosas es llevar aperturas en V hasta el abdomen. Es el escote sin escote, y Paltrow, Kate Hudson o Cara Delevingne ya los han lucido. Requieren un pecho escaso pero tonificado y un vientre rotundamente plano.
Soplan vientos de anatomías menos plásticas, como la de Keira Knightley. La actriz posaba en topless para la revista Interview el pasado septiembre con una cláusula incontestable: que no le retocaran su pequeño busto con Photoshop. Son pequeños pasos hacia una moda que, de llegar, lo hace lentamente. Basta con teclear «cómo aumentar el pecho con Photoshop» en el buscador de Google para encontrar 235.000 entradas. En cambio, «pechos sin Photoshop» se queda en los 31.400 resultados. Algo similar sucede con los grupos de «chicas planas» (flat chested) en Facebook. Sumados todos los likes apenas hay 2.356 en una comunidad con más de 1.200 millones de usuarios activos.
Las películas siempre han jugado con el erotismo. A principios de siglo triunfaron las mujeres delgadas pero nunca flacas, con senos algo distantes y caídos. Muy naturales.
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– NO al ‘topless’. Liberté, fraternité y biquini de cuerpo entero; ese es el lema de las galas. Lo revela, por ejemplo, un estudio publicado en una revista del país vecino: solo un 2% de francesas con menos de 35 años se broncea con los senos al descubierto. Una de las motivaciones es el éxito de movimientos como Femen o Free The Nipple, que reivindican que mostrar el pecho ya no es un acto hippy, sino que tiene ciertas connotaciones de activismo. También lo favorecedoras que son ahora las prendas de baño. Pero el miedo a los daños causados por los UV sigue teniendo peso. La dermatóloga Isabel Aldanondo, del Grupo Pedro Jaén lo apunta: «Hay una nueva franja de mujeres de entre 25 y 35 años que renuncia a tomar el sol por miedo a sus efectos nocivos, como el cáncer de piel y el envejecimiento prematuro».
La gran vencedora es la piel. «La radiación UV debilita las fibras de colágeno, que sujetan las mamas», dice el cirujano Miguel Chamosa. En esta zona, mejor con cuentagotas. «De tomar el sol, que sea poco tiempo y con protección alta», recomienda Javier Moreno, director de IML.
– Natural pero bien cuidado. La dermis tiene memoria solar: los excesos causan manchas y venitas en el escote. «La mayoría, sobre todo las lesiones pigmentadas, es decir, las manchas marrones, desaparecen con el láser Dual Affinity y el láser colorante pulsado V-Beam, perfecto para las rojeces y venitas causadas por dilatación de capilares en la dermis», explica la dermatóloga Paloma Cornejo, de IML (ambos desde 250 €).
Las arrugas también afean la zona, ya sea por la deshidratación debida al sol como por dormir de lado. «Se atenúan con infiltraciones de ácido hialurónico no trabeculado (que no aporta volumen), con silicio y vitaminas. Así se logran dos efectos: nutrir y revitalizar» (desde 250 €. En IML).
Para las fans de rituales poco invasivos funcionan protocolos para rehidratar o reafirmar (100 € cada uno. thebeautyconcept.com). «Primero se hace un cóctel de sueros con algas marinas, placenta, aminoácidos, péptidos, extractos tisulares (capaces de favorecer la producción de fibroblastos) y DMAE (una molécula muy reafirmante)», explica la directora de Beauty Concept, Paz Torralba. El siguiente paso es aplicar radiofrecuencia. «Así oxigenamos, estimulamos el colágeno y activamos el ácido hialurónico. También podemos tratar con Remodeling, una combinación de corrientes de distintas frecuencias que activa los receptores de la membrana celular y tonifica».
La década de los 80 fue superlativa en todo. El mundo del espectáculo lo dominaban famosas con copas E.
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2. REDUCIR
Aunque en España nunca se han llevado los implantes mamarios desmedidos ni la obesidad es tan severa como en otros países occidentales, cada vez más mujeres piden una mamoplastia reductora. Además, no existe una ley que marque una edad mínima para pasar por el quirófano. «Pero, por sentido común, no se suele tocar hasta pasados los 16 años ya que el pecho puede seguir creciendo hasta los 18», indica Marina García Moya, cirujana del Instituto Javier de Benito.
Según SECPRE, en 2014 se realizaron 88 aumentos de mama a mujeres menores de 18 años: 22 de aumento y elevación y 26 reducciones. «Hay dos tipos de pacientes: las que tienen un volumen excesivo, bien porque su desarrollo ha continuado así o porque, tras una lactancia, el tamaño de la mama no se ha reducido. También recurren a esta opción mujeres con sobrepeso», explica Porcuna, codirector y cirujano de la Clínica Porcuna-De Benito. «Dan este paso porque ese busto tan grande genera dolor de espalda y de cuello, impide practicar ejercicio físico y hasta puede repercutir en las relaciones sociales». También pueden provocar intertrigo. «Como la dermis en esa zona no transpira bien se acumula humedad, lo que puede traducirse en una irritación de la piel bajo el seno», explica el cirujano Guilarte.
– El momento de la verdad. En dos o tres horas de quirófano la paciente tiene nuevas medidas. «Se eleva la areola y el pezón y se remodela el resto del tejido. Lo que se elimina es el exceso de glándula en la parte inferior», explica Guilarte (7.000 €). Si la intervención es por motivos de salud la cubre la Seguridad Social. «Si el cambio de volumen no es exagerado, no suele haber problema con la tersura de la dermis. Pero si se reducen varias tallas, sí. La solución pasa por estirarla con una mastopexia, procedimiento que eleva y mejora las mamas caídas» (5.000 €)», explica Chamosa.
Hay una forma más barata de acortar dimensiones: practicar deportes como running o spinning (CPV en virginactive.es). «El pecho es, en gran medida, tejido adiposo y el ejercicio quema grasa», razona el entrenador personal Sergio Llull.
– Menos. «Una areola muy grande no es dañina pero puede ocasionar trastornos emocionales o vergüenza durante las relaciones sexuales», opina Guilarte. ¿Se pueden disminuir? «Sí, basta una incisión y una sutura permante alrededor de la areola para que no vuelva a crecer», contesta el experto (800 €).
Es el decenio del arrepentimiento: las celebridades con implantes exagerados (y redondeados en la parte superior) acababan retirándolos. En el caso de Johansson hay dudas de si tanta exuberancia fue siempre suya.
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3- ELEVAR
No es suficiente con tener el volumen idóneo. Todo debe estar en su sitio. Pero la relajación de los tejidos con la edad y la gravedad provocan una lenta e inevitable caída. Así se corrige el descolgamiento.
– El deseado retorno. En 2014 se realizaron en España 2.452 intervenciones para elevar o recolocar el pecho (mastopexias). Otras 3.970 acometieron una elevación con aumento de volumen, según la SECPRE. ¿Cuándo hacerlas? Tras la lactancia, si el pecho queda mustio, y en la menopausia, en casos de un gran aumento de peso que acelere la caída. «A veces es necesario colocar un implante en la parte superior para suplir la falta de tejido mamario», advierte José Mª Serra Renom, jefe de Cirugía Plástica del Hospital Quirón de Barcelona (6.000 €). Guilarte recuerda que «también pueden rellenarse con grasa de la paciente» (6.500 €).
– Sin bisturí. Un descolgamiento leve se puede corregir con el sujetador virtual. «Se estimula el músculo con las ondas producidas por Coco-08 y Trío-Nano Ondas a la vez que se activa la producción de colágeno» (en Carmen Navarro. 70 €).
La gimnasia, al tonificar el músculo pectoral, también contribuye, si no a elevar de manera exagerada, sí al menos a ralentizar la caída. Nadar a mariposa, ejercitarse con pesas (levantando los brazos con poco peso pero con muchas repeticiones) o con máquinas específicas, como el press de pecho o el press deck, logran dejar un busto respingón (Consultar precios en www.wellsportclub.com). ¿Y si ya había prótesis? Si está colocada sobre el músculo no hay problema. Si está de manera submuscular, no hay que excederse, ya que si este crece en demasía podría comprimir la prótesis y causarle un serio deterioro.
Los pechos pequeños también existen y no tienen ganas de desaparecer.
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4 – CORREGIR
Cremas con fitoesterol para lograr naturalidad, micropigmentación para matizar estrías y tatuajes para embellecer el pezón.
– Acercar posiciones. Aproximar dos pechos demasiado distantes no es fácil. «Se pueden acercar aprovechando una cirugía elevadora», señala Chamosa (5.000 €).
– En direcciones opuestas. Los llamados pezones estrábicos (no apuntan en el mismo sentido) tienen difícil solución. «Se disimulan colocando las prótesis algo desplazadas hacia los polos externos», advierte Moreno (1.800 €).
– Dos alturas. A veces el problema es la asimetría. «La solución es colocar una prótesis en el de menor tamaño o realizar una reducción en la que es de mayor tamaño», sugiere Moreno (en torno a 7.200 €).
– Naturalidad. En ocasiones, tras una intervención se aprecian los perfiles de la prótesis. Es el caso de la actriz Tori Spelling. «Sucede cuando el tórax es delgado y, de partida, había poco busto», explica la cirujana Josefina Royo de la Torre, subdirectora de IML. «Se puede disimular con una lipotransferencia: se rellena la zona con grasa de la paciente» (2.800 €). Si los defectos no son muy evidentes se pueden engrosar los contornos con una crema con fitoesterol. Este activo hincha los adipocitos y permite disimular los bordes de las prótesis.
– Como un lienzo. La variación de volumen en el embarazo y la lactancia puede generar estrías. También surgen tras dietas. «Se disimulan con micropigmentación, con tatuajes hechos con tintas ricas en titanio que no generan rechazo», comenta Alicia Alonso, tatuadora del Institut Vila-Rovira. «También camufla otro tipo de cicatrices e, incluso, se puede dibujar un pezón con gran verosimilitud en mujeres que han sufrido una mastectomía debido al cáncer» (300 €). Nutrir a diario con un aceite seco con coenzimas evita la aparición de las estrías (Q10 Aceite Seco Anti-Estrías de Nivea 6,50 €).
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