De estigma de locura a símbolo de poder: el nuevo significado de la mujer con la cabeza rapada
Tradicionalmente ligado a la rebeldía o el cambio de etapa vital hoy vuelve más ligado a la moda que nunca. Y quien dice la moda dice la bofetada a los cánones de belleza clásicos y el feminismo.
Una mujer que se rapa la cabeza tiene que tener preparada una respuesta para cuando le pregunten “¿por qué?” Ese corte siempre va a acompañado de asombro y curiosidad. Está en la cabeza de quien lo lleva y la mirada de quien lo ve. Tradicionalmente ligado a la rebeldía o el cambio de etapa vital (ya veremos si los expertos nos confirman si es cierto) hoy vuelve más ligado a la moda que nunca. Y quien dice la moda dice la bofetada a los cánones de belleza clásicos, el feminismo y la foto compartida en redes sociales. Todo es moda.
Iris Law apareció en el pasado festival de Cannes con su cabeza rapada y teñida de rubia. Según sus declaraciones (siempre las hay en un corte al que se piden explicaciones) el suyo no responde a ningún trauma ni la exigencia de un guion: se cortó el pelo porque le apetecía. «Quería hacer algo que fuera liberador. El día que me afeité la cabeza mi vida cambió”, contó a Vogue UK. Su gesto fue documentado por la revista y presentado en Tik Tok, el altavoz de toda una generación. De forma casi simultánea, al otro lado del Atlántico, Jada Pinkett Smith reveló en Instagram su cabeza afeitada inspirada por su hija Willow que la pasada semana se rapó su melena afro mientras interpretaba la canción Whip my hair y lo retransmitía por Facebook Live. Detrás del gesto de la madre se escondía un motivo prosaico: la actriz declaró que sus problemas de caída de cabello la habían conducido a este corte extremo. Tras el de la hija había la intención de marcar un camino nuevo: “Siempre me rapo en momentos importantes de mi vida, cuando las cosas están cambiando y este es, definitivamente, uno de ellos”, declaró en sus redes sociales. Además, con esa performance Willow Smith confirmó su alto sentido del espectáculo.
El rapado de cabeza o buzz cut en inglés, tiene un origen obvio: el nacimiento de la maquinilla de afeitar, primero manual y después eléctrica, algo que ocurrió en el siglo XIX. Este corte se extendió entre militares y en el ejército y de ahí saltó a la calle siendo entonces patrimonio solo de los hombres. Los caso de mujeres que lo llevaban eran dramáticos porque nunca era un corte realizado por ellas, sino un corte de castigo. El ejemplo de la Falconetti, como la Juana de Arco de Dreyer en 1920, ilustra una estética que tuvo su continuación todos los conflictos bélicos del siglo. Cuando a una mujer se la condenaba o se la querían anular se le rapaba la cabeza. Un caso cercano tuvo lugar la España franquista, durante la guerra civil y la posguerra. El rapado era un método de represión y humillación. En el libro El lector de Julio Verne de Almudena Grandes aparece mencionado este sistema de castigo. Las únicas mujeres que se atrevían a raparse motu propio, hablamos de los comienzos del siglo XX, fueron artistas como Claude Cahun, que desafiaban las convenciones de género. Sus autorretratos pueden verse, junto con el de otras pioneras de la fotografía en una exposición llamada The New Woman Behind the Camera que acaba de inaugurar el Museo Metropolitan de Nueva York. El de Cahun fue un caso aislado, porque las mujeres no comenzaron a raparse la cabeza por iniciativa propia hasta los años 70. El punk, como reacción al movimiento hippie y a las trenzas llenas de flores, necesitaba su propio corte y este era el pelo al cero; era perfecto porque desafiante y contracultural. Ahí se marcaron los atributos que harían a ese corte un peinado/nopeinado recurrente a partir de entonces. Y se le añadió otro que es el predominante hoy: el del corte de manga a esa idea de la belleza femenina que incluye una melena larga. Mujeres como Sinead O´Connor, Grace Jones o Annie Lennox, cada una desde su identidad, se convirtieron a finales del siglo XX en abanderadas de esta nueva idea de belleza.
Y llegó Britney. Con ella el rapado de cabeza se resignificó de nuevo. Aquel 16 de febrero de 2007, el mundo vio a una joven tristísima que se afeitaba la cabeza delante de un ejército de paparazzis como respuesta a una situación de desamparo y vulnerabilidad. La opinión pública fue unánime: Britney estaba desequilibrada. Pobre Britney. Su rapado estaba cargado de emociones, y ninguna era positiva. Por aquellas fechas ella acababa de volver de una clínica de rehabilitación en Barbados y acudió a un salón de tatuajes, donde agarró una maquinilla y ese afeitó ella misma. Muchos años después declaró que lo hizo porque no quería que nadie le tocara la cabeza, porque estaba harta de que la gente le tocara el pelo. Ese pelo tan sensible era una melena rubia que había ayudado a construir su imagen de estrella del pop post-adolescente y era mucho más que pelo. El rapado de Britney lo tenía todo: desafío, rebeldía, ruptura: era el es el corte metáfora por excelencia. Su corte coincide con la tesis de los expertos. El rapado de cabeza según Mª Victoria Sánchez. Psicóloga Clínica del Grupo Laberinto Psicoterapia para la salud “sería una forma simbólica de empezar de 0. Esta experta afirma también que “puede referirse a una decisión interna, por ejemplo, “a partir de ahora voy a hacer lo que yo quiera sin que el miedo a ser juzgad@ me bloquee”, “ya no va a ser más mi prioridad agradar o hacer lo que los demás esperan de mi” “ha llegado la hora de tomar las riendas de mi vida/mi cuerpo/mi imagen”, “quiero dejar atrás el control/la carga que llevaba”.
Al rapado, como a algunos hoteles, no se llega por casualidad: es un corte-destino; mucho menos ahora, tras meses muy emocionales. José Miguel Gallardo, director de, Tea Cut Studio, afirma que, “al igual que muchas mujeres decidieron dejarse las canas después del confinamiento, en el salón nos encontramos ahora con muchas otras, principalmente jóvenes, que están decididas a acabar con su melena. Cuando hablamos con ellas, muchas coinciden en que, después de lo que hemos vivido en estos tiempos difíciles, han adquirido seguridad. Quedarse en casa todos estos meses ha hecho plantearnos si queremos seguir renunciando a nuestros espacios de libertad, a los que nos quedan y que no afectan a la salud de los demás. Raparse el cabello es uno de esos, aunque sepamos que no siempre va a ser bien recibido por las personas que nos rodean”. Quien se rapa el pelo, igual que quien decide no teñirse las canas, tiene espera un juicio o, como mínimo, un “por qué”. Ese por qué tiene que ver con las ansias de liberarse de una imagen de belleza estereotipada, con la urgencia de tomar las riendas de la propia imagen. Gallardo habla de las mujeres que acuden a su salón sevillano “lo hacen convencidas, y desean vivir la experiencia de una manera casi reivindicativa. Lo hacen por elección y dan rienda suelta a un deseo oculto de sentirse libre, de experimentar, y desde luego, por convencimiento. A la hora de demandarlo aparece la admiración, la necesidad de mostrarse de otra forma, las hace conectar con su sensualidad. Quieren verse más sexys, quieren estar más cómodas, que el tiempo que le dediquen al cabello, no sea tanto”. Estos casos mediáticos recientes confirman que este es un corte que siempre tiene detrás un motivo y muchas emociones.
El corte rapado surge con más frecuencia en verano. Elías Pedrosa, Director Creativo de Oculto Hair Club lo confirma: “Ahora mucha gente se decide a desprenderse de su cabello, bien para cambiar de look, renovar energías o simplemente por estar más cómodos”.” Britney se rapó ella misma, pero no es lo más recomendable”. Este mismo estilista insiste en que “es importante que el rapado esté bien cuidado y no pecar de hacerlo nosotros en casa, ya que en los detalles está la diferencia, No es lo mismo un rapado con los contornos cuidados y degradados, que un rapado todo al mismo número y con líneas irregulares”. Los cortes de pelo de Iris Law, Jada Pinkett o Willow Smith, aunque expresan un cambio interno, están en las antípodas del triste y arrebatado de Britney Spears. Los tiempos, además, han cambiado: ahora están cuidados y estilizados y teñidos. Un corte real elimina gran parte del mantenimiento de una melena, pero no todo. Fran Galán, estilista de The Beauty Concept cuenta a S Moda que “requiere proteger el cuero cabelludo y exfoliarlo para eliminar toxinas y residuos del medio ambiente y de los restos de productos con el que se ha trabajado”. El corte al cero permite probar con colores, exige una piel bien cuidada y mucha conciencia del look general. Una de las abogadas que aparecen en The Good Fight lleva la cabeza rapada y aparece siempre con enormes piezas de bisutería dorada y vestida de manera impecable. El suyo es un corte orgulloso y burgués igual que el de Iris Law es tiktokero y refrescante. La campeona olímpica, Yulimar Rojas, exhibe, también un corte rapado y teñido. Todo en él es orgullo y majestuosidad.
El rapado de hoy, además de fotogénico en la era de la sobre exposición es una excusa para contar algo más de una misma y dejar un recado. Este corte tiene dentro menos resentimiento que en épocas pasadas, aunque supone una huida de una idea de belleza generada por la mirada masculina un gesto de liberación y poder en un momento en la que nunca sobran. Una cabeza rapada nunca es inocente .
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