¿Cubre y dura el tinte de pelo 100% orgánico tanto como el convencional?
El interés por los productos ecológicos invita a las marcas a anunciar a bombo y platillo su composición totalmente no sintética. El resultado, sin embargo, podría no ser el deseado.
El mercado de productos para el cabello orgánicos sigue la estela del resto de la cosmética ecológica. Se fortalece, y se espera un crecimiento continuado en el tiempo. Para 2022, la consultora Credence Research prevé un valor superior a los 4.000 millones de euros, lo que supondría un aumento del 40% respecto a los últimos ocho años.
Dentro de esta categoría se encuentran los tintes 100% orgánicos. El interés por evitar el daño al cabello que se presupone a la coloración convencional empuja a la consumidora a buscar opciones más respetuosas. Tal es la demanda que incluso los grandes grupos, como L’Oréal, ofrecerán pronto sus versiones para teñirse en casa. Pero ¿son tan efectivos estos como los tradicionales?
Primero, ¿qué es un tinte orgánico?
Si la etiqueta natural exige que los ingredientes de la fórmula no incluyan químicos que se deban sintetizar en laboratorio que no se puedan extraer de la naturaleza, la orgánica va un paso más allá. «No solo incluye la naturalidad de la materia prima, sino que indica que se vigila que proceda de agricultura ecológica», explica Cristina Biurrun, directora científica de L’Oréal España. «Los métodos de producción agrícola y ganadera respetan el equilibrio de los ecosistemas naturales, excluyen el uso de productos químicos sintéticos y organismos modificados genéticamente. También limita el uso de elementos procesados, es decir, productos que no están presentes de forma natural en la tierra».
Para los tintes, se emplean pigmentos vegetales que se adhieren a la cutícula, aportando color al cabello. Diego Hoyos, farmacéutico responsable de formación de Phergal Laboratorios, nos lista los más comunes. «El índigo aporta reflejos azulados; la henna sirve para reflejos rojizos o anaranjados, el ruibarbo funciona en reflejos dorados y la camomila, para reflejos amarillentos».
¿Son más seguros que los convencionales?
Uno de los motivos que llevan a las consumidoras a comprar en la categoría orgánica es su infundada mayor inocuidad. Gran parte del marketing de la cosmética ecológica y natural se ha basado en los ataques a la química y su supuesta agresión. Los profesionales, por su parte, no paran de desmentir los peligros de lo sintético.
Desde la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS), que se encarga de controlar la calidad y seguridad de, entre otros, los tintes en España junto a las autoridades sanitarias de las comunidades autónomas, aseguran que deben cumplir la legislación vigente. «El objetivo fundamental es la protección de la salud humana, garantizando que los productos cosméticos que se comercialicen sean seguros cuando se utilicen en las condiciones normales o razonablemente previsibles de uso».
Por lo tanto, cualquier coloración disponible en tienda, independientemente del origen de su formulación, no debería suponer un peligro para la salud de la consumidora.
Las reacciones alérgicas, posibles en ambos casos
Esta garantía no exime de posibles alergias. «Estos productos no son inocuos y, al ser aplicados sobre las partes superficiales del cuerpo humano, existiendo un contacto externo del producto con el organismo, ocasionalmente pueden producir efectos no deseados tanto locales como sistémicos, siendo en su mayoría casos leves», señalan desde la AEMPS.
Los tintes naturales no escapan a estos efectos. «Cualquier persona puede ser alérgica a cualquier tipo de colorante, incluso a los de origen vegetal. No hay que olvidar que hay alérgicos a las fresas o a los cacahuetes», apunta Cristina Biurrum, de L’Oréal. Las peluquerías tienen su propia técnica para comprobar si la persona reacciona negativamente al producto. Elias Pedrosa, director creativo de Oculto hair club, nos la cuenta. «Aplicamos una pequeña cantidad de tinte en la piel, tapamos con una tirita y si al cabo de 24 horas no ha sufrido reacción alérgica, procedemos con tranquilidad».
La AEMPS, por su parte, recomienda que estos test se realicen en un centro sanitario. «Para una prueba exhaustiva y de auténtica validez clínica, el diagnóstico de una alergia solo puede llevarse a cabo por un médico alergólogo, que examine al paciente y lleve a cabo las correspondientes pruebas epicutáneas». En caso de usar un tinte y experimentar cualquier sintomatología, el procedimiento que debe seguir la consumidora está claro para la institución. «Debe retirarlo y acudir a un centro sanitario, y también puede notificarlo al Sistema Español de Cosmetovigilancia. Este sistema, que gestiona la agencia, recoge, evalúa y hace seguimiento de toda la información sobre los efectos no deseados observados como consecuencia del uso normal».
Resultados dispares
Además de en la composición, estos tintes se diferencian en su eficacia. «Encontramos una menor cobertura de canas y una paleta de colores más limitada», concede Cristina Biurrun, de L’Oréal España. Eso no quiere decir que no funcione. «Sí que cubre, aunque quede transparente, y se fija bastante, no se quita con los lavados», destaca Claudia di Paolo, creadora en España del concepto spa capilar. «Sus resultados en el momento es que la cobertura de las canas es menor, pero a medida que se va aplicando aumenta». Lo recomendarían, por tanto, para esas mujeres que quieren disimular sus canas, pero con un aspecto más natural.
Una pega en la que coinciden todos los expertos consultados es la variedad de colores. Las tonalidades se quedan en las que ofrecen esos ingredientes naturales, no pudiendo modificarlas con otros compuestos de origen químico. Aun así, el abanico vale para la mayoría de cabellos.
Para entender por qué el color no cubre igual, se debe entender cómo funciona cada uno. «Un tinte 100% natural suele ser un polvo que se mezcla con agua tibia», cuenta el estilista Elias Pedrosa. El resultado se aplica sobre el cabello y los pigmentos naturales se depositan sobre él. «Los colorantes vegetales se infunden dentro de la fibra capilar, pero sin modificar su estructura», añade Biurrun. Por tanto, con el paso del tiempo, si no se sigue utilizando el resultado se iría aclarando. Hay que seguir, por tanto, el consejo de Claudia di Paolo: continuar con él para un efecto óptimo.
Los tintes tradicionales, en cambio, sí apuntan al interior del cabello para cambiarlo. Claudia di Paolo nos lo explica. «Para teñir el cabello necesitamos realizar un proceso químico que abra la cutícula, la oxide y quite su color natural, y después se aplican los pigmentos que cada persona quiera. Con algo que no conlleve un proceso químico no se puede hacer».
Diego Hoyos, de Phergal, recomienda la coloración natural también para revitalizar el mismo tono de la melena. «Si se aplican sobre la misma base de color, intensifican y realzan el tono natural del cabello».
En cuanto a si uno u otro son mejores o peores para el cabello, no existe acuerdo del sector. Unos estilistas prefieren el tinte natural y hablan de beneficios, mientras otros le acusan de sobresaturar y secar. Lo mismo sucede con el sintético. Lo cierto es que ambos, de algún modo, van a afectar al cabello, pero en principio las fórmulas actuales reducen estos daños al mínimo. «A día de hoy, la ciencia nos permite conseguir resultados fantásticos sin apenas dañar el cabello», opina Elias Pedrosa.
Como conclusión, en función de los resultados que se busquen (un baño de color completo y permanente o un acabado más natural), la usuaria deberá optar por una u otra opción.
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