¿Qué le ocurre a nuestra piel cuando volamos?
El avión es el medio de transporte más agresivo para piel por la sequedad del ambiente. Para estar preparados y no sufrir los estragos he aquí una guía útil para saber cómo cuidarse antes, durante y después de un viaje. Despegamos.
Pasar ocho horas en un avión supone para la piel una proeza similar a la de atravesar el desierto. Para dar con este símil, el Centro de Investigaciones Epidérmicas y Sensoriales de Chanel construyó, en 2004, un laboratorio aéreo donde estudiar al detalle la dermis de un grupo de pasajeras voluntarias, midiendo el nivel de hidratación de su rostro a cada momento. Los cambios de presión atmosférica, la temperatura y unos niveles de humedad ambiental del 8% (cuando bajar del 20% ya supone una grave afrenta para el cuerpo) son los obstáculos que impiden aterrizar con buena cara.
Otros enemigos son los materiales que revisten estos aparatos: compuestos orgánicos como carbono, flúor, cloro y nitrógeno pueden causar irritación y dolor de cabeza. El aire acondicionado excesivo es sinónimo de escasa humedad, lo que favorece la evaporación del agua, y el cambio de ambiente apaga el tono y forma arrugas. «Este mecanismo baja los niveles de oxígeno dérmicos», alerta Leticia Carrera, especialista en bioquímica y nutrición del centro de belleza Felicidad Carrera. Incluso pueden aparecer patologías oportunistas, como enrojecimiento excesivo o acné. La única ventaja la tienen las pieles grasas: sufren menos porque su capa hidrolipídica es más gruesa.
La cronología de desastre
A las tres horas de vuelo, el porcentaje de agua corporal se reduce en un 20%. Una hora más tarde, ni la frente, más resistente, mantiene las condiciones óptimas de líquidos. Los nervios influyen: «La relación del estrés con el estado de la epidermis es muy estrecha», avisa Elia Roo, dermatóloga clínica y estética en la Clínica Clider. El truco: beber los tres días antes del viaje un vaso de zumo de limón caliente, pues contrarresta los efectos de la hormona del cortisol.
Cómo prepararse
«Frutas y verduras han de ser la piedra angular de la alimentación los días previos a un vuelo», aconseja Carrera. La barrera cutánea se refuerza con los siguientes activos: proteoglicanos de hidratación mantenida (Flavo-C Ultraglican de Isdin; 38,50 €); glicerol, (Aquaporin Active de Eucerin, 17,25 €); ácido hialurónico (Hydra Hyal Serum textura patch de Filorga; 51 €); y antioxidantes (Serum 10 de Skin Ceuticals; 89 €). Además conviene hacer ejercicio. «Las endorfinas que se liberan ayudan a adaptar mejor nuestro reloj biológico y a relajarnos durante el vuelo», explica el entrenador Ángel Merchán.
En la terminal y a bordo
Esto es todo lo que hay que llevar en la bolsa de mano: Thermal Water de Caldes de Boí (9,90 €); no se limita a hidratar o refrescar, sino que tiene propiedades terapéuticas regenerantes. Protector solar para zonas sensibles de Anne Möller (9,95 €); una hora en la cabina del piloto equivale a la radiación que se recibe durante 20 minutos en una de rayos UVA. Moisture Cream Skin Energy de Juvena (46 €) e Hydra Bomb de Garnier (8,90 €); con el fin de mantener en condiciones óptimas la barrera cutánea hay que extender la crema hidratante cada tres o cuatro horas. Viscofresh monodosis (2,25 €); los ojos también sufren la sequedad ambiental, por lo que hay que utilizar colirio. Vitiven Piernas Ligeras de Arkopharma (8,65 €) y parches transdérmicos Legvass de Martiderm (16,50 €); alivian la sensación de extremidades pesadas y el síndrome de la clase turista. StemCell Glam Balm de Rodial (39 €); para proteger los labios cortados. En relación con la alimentación, «es preferible comer algo antes en el aeropuerto, ingerir productos ricos en triptófanos y aminoácidos que contribuyan a generar serotonina y melanina, como el chocolate o el plátano, y evitar tomar a bordo bebidas con gas que solo contribuyen a potenciar la retención de líquidos», aconseja Paula Rosso, del Centro Médico Lajo-Plaza (royalmedical.es).
Billete con escalas
Muchos aeropuertos cuentan con spas y centros de belleza en los que relajarse y ponerse a punto cuando sobran dos o tres horas en una travesía con enlace o el avión sufre un retraso importante. Oxigenar y rehidratar el cutis y relajar la musculatura y los sentidos deben ser los objetivos principales al elegir entre su carta de tratamientos. Estos son los más demandados del espacio aéreo. Madrid. El Esenza by Sha, una pequeña sucursal del Sha Wellness Clinic de Alicante, ofrece protocolos para rostro y cuerpo de entre 15 y 60 minutos de duración. El más reclamado es Facial Exprés (45 €). Su servicio de peluquería blow dry (peinado en seco, 30 €) puede salvar de un apuro a visitantes que llegan a una reunión de trabajo sin tiempo para pasar por un salón de peluquería. Lo último son las sesiones de yoga, taichí y stretching que ofrecen de forma gratuita a los viajeros. Nueva York. Un masaje corporal con exfoliación mejora la microcirculación y la oxigenación celular, dos claves para embellecer. Destaca el Neck & Back Massage en el XpresSpa del JFK (31 € aprox., 15 minutos); se realiza en un sillón ergonómico y pone a punto las zonas que más sufren durante el vuelo. Londres. El Bliss Spa at Aspire, del Heathrow Airport, trabaja con un protocolo regenerador a base de oxígeno, el Oxigen Blast Facial (60 €), que purifica, calma y devuelve el equilibrio a los tejidos mientras relaja la mente. Deshacerse de las células muertas mejora la penetración de los activos en la piel.
Una vez en el destino
Los viajes de este a oeste son los peores. Como explica Merchán, «el ciclo del organismo se alarga y durante el vuelo conviene estar activo e intentar no dormir. A la vuelta, los desarreglos son menos evidentes». Una vez se llega al destino, las funciones vitales están alteradas y la presión arterial es más baja. «El primer día conviene hacer un ejercicio suave al aire libre, para que la luz nos ayude a la adaptación horaria y no meterse en la cama hasta la hora habitual del lugar, bajo total oscuridad», añade el experto. Desde el punto de vista nutricional «hay que ingerir alimentos drenantes, antioxidantes y cargados de Omega 3», añade Rosso.
¿Tierra, mar o aire?
El avión es el medio de transporte más agresivo, por la sequedad del ambiente. El menos invasivo para el rostro es el tren, aunque puede afectar a otros órganos. La doctora Paz Cerdá, dermatóloga de la AEDV, lo detalla: «El aire acondicionado de los vagones daña los ojos. No está de más utilizar colirio y no quitarse las gafas de sol en todo el viaje. En barco, el único enemigo que hay que esquivar es el sol, y la zona que más sufre, el cabello. La radiación UVA reseca el pelo, el viento le resta brillo y el yodo fragiliza la fibra capilar».
Tratamientos contra el Jet lag
Mudar de piel. El pack deluxe comienza con un masaje de 30 minutos de duración con rosa mosqueta, que mima las pieles sensibles y mejora su elasticidad. A continuación, se extiende el flash facial a base de esta flor para mejorar el tono del rostro mientras se da un masaje en el cuero cabelludo. El tratamiento finaliza con la aplicación de un compuesto de aceite del mismo ingrediente que aporta luz al rostro. En Chi Spa en Madrid y Barcelona (70 €).
Ataque a dos bandas. Si se realiza siete días antes de tomar un vuelo, minimiza al máximo los efectos de este desajuste horario en la piel. Combina péptidos activadores del colágeno, vitaminas antioxidantes y ácido hialurónico no reticulado. En la Clínica Mira + Cueto de Madrid (245 €).
Devolver la luz. La línea cosmética Amala retorna a la piel su vitalidad con ingredientes como el jazmín. El agua de hamamelis se encarga de activar la hidratación. En el spa de La Mamounia de Marrakech (165 €).
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