El futuro huele (maravillosamente) a retro
Tras la sobredosis de azúcar que ha monopolizado la industria del perfume en el último decenio, regresan fórmulas más complejas y nicho. Los florales y los verdes protagonizan esta reivindicación que, a pesar de remitir a los años 70, transmite a la modernidad gracias a las nuevas técnicas de extracción.
Ya no se respira inmovilismo en el sector de la perfumería. «No me atrevo a decir que mañana llegará la revolución y los dulces desaparecerán, pero están en declive. No se les cortará la cabeza: hay cabida para ellos en el paisaje aromático. Pero la sobredosis llega a su fin», anuncia Rodrigo Flores, perfumista de Givaudan. Los datos lo confirman: en Europa, los florales se imponen, según la consultora NPD. Otras que vuelven: las notas verdes, reminiscentes de los 70. Una revisión que se viste de futuro. «Las técnicas de extracción nos permiten potenciar matices diferentes en esos acordes, por eso las fragancias, a pesar de basarse en notas similares, huelen hoy diferente», explica Flores. Esa es la filosofía detrás de esta etapa, donde el retrofuturo es la corriente. «Yo lo llamo el efecto The Beatles: si le pones una de sus canciones a un niño de 12 años, no sabrá quiénes son, pero seguro que piensa, ‘¡son buenííísimos!’. Eso es lo que sucede con notas como el galbano, que regresan, pero que la gente recibe de otro modo. La materia prima y las técnicas son la mitad del asunto, la otra es la percepción de la nueva generación», argumenta Flores. «Es una buena noticia: entristece ver cómo los perfumes de los últimos años han sido todos azucarados. La razón: la mayoría de las marcas están obligadas a testar los lanzamientos y el caramelo tiene mucho éxito, los perfumistas se han visto muy limitados», explica Christine Nagel, nariz de Hermès. Pero, ¿no eran los milénicos irreverentes?, ¿cómo encaja eso con su gusto por lo empalagoso? «Es parte de su dualidad, afortunadamente la tendencia cambia», responde la profesional. El riesgo es hoy mayor, incluso en empresas grandes, como Coty, que saca al mercado Bloom de Gucci, sin haberlo testado antes. «La fórmula es bastante nicho; es retro, en el buen sentido. Pero es calidad: huele a flor, a autenticidad. Es cero sintética y para elaborarla no hicimos concesiones. Alessandro [Michele, director creativo de Gucci] me pidió que no escatimara en el precio de la materia prima. Creo que el mercado generalista está preparado para estos lanzamientos más personales», explica el perfumista Alberto Morillas.
Flores ‘vintage’
Menos en España, donde los orientales han pegado fuerte –a causa del conocido efecto Good Girl (de Carolina Herrera) y Decadence (de Marc Jacobs), dos de los más vendidos este año– en Europa, los florales brotan (datos NPD). «Necesitamos a las flores más que nunca. Sobre todo en las grandes ciudades. Son poderosas; remiten a lugares donde ya no estamos, a relaciones que ya no tenemos, a paisajes que ya no vemos. Mis primeros recuerdos olfativos provienen de la lavanda o el muguete», nos confiesa Alessandro Michele. «Las casas ansían fabricar creaciones que evoquen jardines», reafirma Morillas. Así, esta temporada muchos lanzamientos incorporan variedades blancas como el azahar, el jazmín o la tuberosa, estas dos últimas presentes en Gabrielle, el primer perfume completamente nuevo de Chanel en 15 años y que Olivier Polge, su nariz, define como un floral abstracto. El conocido como el rey de los acordes, el jazmín, una nota vetusta con cierta pátina vintage, vertebra los aromas. «Es sofisticado, elegante, rezuma estilo. En un florero se marchita rápidamente, la única forma de mantener vivo su aroma es en un vergel o en una fragancia», afirma la diseñadora Carolina Herrera.
La retromanía aromatiza el sector. Las flores empolvadas, un viaje al neceser de nuestras abuelas, se modernizan con fruta. «Vuelven también las especiadas [el clavel] y amaderadas, ignoradas a la hora de fabricar propuestas para los más jóvenes», anuncia Christine Nagel, nariz de Hermès y autora de Twilly. «Volver al jazmín o la rosa es recuperar clásicos infalibles y subir el nivel», opina Rodrigo Flores.
Efecto Hygge
«El perfume es una medicina para los pulmones. Si estás alicaído, unas gotas, animan. Si cierras los ojos, te transporta lejos, a la vez que te ancla en el ahora», razona Morillas. Es decir, el aroma es puro
mindfulness, porque el olfato nos hace estar presentes y motiva. «No puedo crear cuando estoy triste. Es importante para mí poder expresar el sentimiento de felicidad en mis creaciones», añade. Para Alessandro Michele, es pura magia. «Cuando recibí la primera botella de Bloom, me sentí como en un cuento. Bastó con rociar un poco para dejar volar la imaginación y cuando me preguntaron qué opinaba, pude expresar lo que me hacía sentir: como un rey», confiesa. Persistentes, inmediatas y juguetonas, varias novedades se construyen sobre el confort e incluyen nuevas moléculas como el javanol, basado en el sándalo, capaz de llevarnos a nuestro hogar, incluso estando de viaje. Otros perfumes con vocación de arroparnos y alimentar cuerpo y espíritu son Blanche de Alaïa, Girl of Now de Elie Saab, Dans la Peau de Louis Vuitton, Black Opium Pure Illusion Eau de Parfum de YSL y La vie est belle L’Éclat L’Eau de Parfum de Lancôme.
La década verde
Los 70 vuelven abanderados por las notas verdes. «Es interesante: su regreso demuestra un interés por la frescura. Vivimos tiempos oscuros y este matiz vegetal es un consuelo», plantea Flores. La primera piedra la puso este perfumista mexicano con Peace, Love and Juicy de Juicy Couture. «Cuando aterrizó en 2010, la industria entendió la propuesta, la reivindicación del galbano y de la resina del pistachero», insiste.
La avalancha hoy es incesante: Tom Ford y sus Extraits Vert, Aura de Mugler, Mademoiselle Rochas, lo nuevo de Tiffany, con mandarina verde o Fleur the Parfum de Chloé… «Lo vegetal vuelve, pero no del mismo modo», matiza Daphné Bugey, nariz de Scandal de Jean Paul Gaultier. De hecho, en los 70, el galbano era el must have a causa del éxito de Chanel nº19. «Incluso los estadounidenses –que suelen salirse de la norma– estaban muy galbanosos. Pero la guerra de Irán e Irak imposibilitó su cultivo en Persia. Lo olvidamos y lo almacenamos… Hasta ahora, que lo refrescamos con las nuevas técnicas que nos permiten editarlo en un ejercicio de ingeniería, matizándolo mucho», plantea Flores.
Clásicos rejuvenecidos
Nº5 L’Eau de Chanel, cuya imagen Lily-Rose Depp es un anzuelo para veinteañeros, ha engordado las arcas de la compañía: el pasado abril anunciaron que las ventas de la línea Nº5 habían aumentado en un 20% gracias al nuevo L’Eau, una versión más fresca que la original. «Debemos encontrar una modernidad que logre que familias olfativas intensas revivan. En el taller de Hermès, la seda también se emplea para diseñar pañuelos de aire punk con artistas actuales», explica Nagel.
Para celebrar el 70 aniversario de Miss Dior, la firma francesa lanzó en agosto un eau de parfum. Su nariz, François Demachy, ha sustituido los acordes más terrosos y oscuros por otros más afrutados. El resultado, aunque no se parece al de 1947, es fiel a su filosofía: seducir a la mujer joven. «El perfume ofrece accesibilidad a una marca. Es posible que un consumidor lo adquiera en una gran superficie y termine entrando en una boutique. Para las firmas es una manera de dar a conocer la casa respetando su esencia», plantea Nagel. Por su parte, Dolce & Gabbana ha versionado dos taquillazos: Light Blue y The One. ¿Qué ha cambiado? «La fuerza de las moléculas actuales consigue que el aroma dure más en la piel», dice su nariz Olivier Cresp. Otro clásico revisitado, Angel Eau Sucrée de Thierry Mugler. «La tolerancia del cliente al dulce ha aumentado mucho», comenta Patricia Tranvouez, presidenta de Kenzo. «Pero también su predilección por las eau de toilette», añade. Flower By Kenzo Eau de Lumière se ideó para un cliente joven, pero cosechó un éxito plural: fue una de las más vendidas en Francia en el Día de la Madre.
Reino natural (y animal)
Se presentan novedades aliñadas con sal (en Rose Cruise CH Eaux) y pimienta (Soir d’Orient Eau de Parfum); con ámbar (Victoire d’Ambre Eau de Parfum de Rituals) o almizcle (Eau de Parfum de Tiffany, The One de Dolce & Gabbana). También las fórmulas que abandonan su aspecto limpio en pos de una identidad salvaje. «Mis perfumes vintages favoritos se basan en un líquido de 1920 llamado Animalis con acordes de origen animal –hoy prohibidos y sustituidos por sucedáneos químicos», confiesa Barbara Herman, fundadora de la firma de lujo Eris Parfums. La marca Zoologist también triunfa gracias a esta corriente: su fragancia Bat, fue premiada con un Art and Olfaction. Tras una etapa convulsa, llena de incertidumbre, estas notas visten y reconfortan. Además, dan calor y son perfectas cuando bajan las temperaturas. «Es como ponerse un jersey de cachemir en invierno», compara Herman. Otra combinación sexy en boga: mezclar flores con cuero. Y una golosa, la de la miel presente en Scandal de Jean Paul Gaultier. «Es intrigante. Sabe dulce, pero su olor es íntimo, sensual… Muy animal», afirma su nariz, Bugey.
El contrapunto
El toque dulce de la vainilla (Victoire d’Ambre Eau de Parfum de Rituals) o el matiz afrutado del yuzu (Trussardi Donna Eau de Toilette) y de la pera (Girl of Now de Elie Saab) avivan la sobriedad de las maderas de sándalo y de cedro. «Con el boom de lo dulce, el mercado se estaba uniformando: mismo packaging, mismo olor, mismos matices…», alerta Morillas. Los contrastes aromáticos rompen esta tendencia.
«Es la era del claroscuro: conviven creaciones muy frescas y chispeantes con lanzamientos densos, relacionados con la llegada del oud, influencia de Oriente Medio, y donde también encontramos mucho cuero y humo», explica Flores. «La dualidad es un aspecto importante hoy. Los acordes polifacéticos nos sirven para contar historias y para humanizar las creaciones reflejando la personalidad. Como los individuos, los perfumes son tridimensionales», corrobora Bugey.
Destilados
Aunque mire al pasado, el sector huele a futuro. «Las nuevas técnicas de laboratorio nos permiten aislar aspectos y partes concretas de los ingredientes y editarlos. Sucede como con la música, subimos o bajamos matices concretos de una nota y le ponemos efectos, como los djs», compara Flores. Nada se pierde, todo se transforma gracias a la tecnología y a los nuevos procesos de extracción. «En el pasado no podíamos usar calidades tan diferentes y superiores que dan mayor complejidad aromática», dice Bugey. Y como vamos al detalle, emplear múltiples variedades de un mismo componente es otro de los signos de los tiempos. Por ejemplo, en Miss Dior se funden rosas de Bulgaria y de Turquía y en Rose Cruise de CH, damascena, centifoglia y búlgara.
Las sinfonías se construyen también con una revisión de técnicas antiguas: «El iris es el ingrediente más caro de la perfumería, para condensar toda su intensidad hemos jugado con la antigua técnica de la infusión [en Prada Les Infusions Iris Rosa], con la que se obtenía el líquido dejando el activo durante incluso años en alcohol frío. Este proceso ha servido de inspiración», explica Elisabeth Vidal, perfumista de Puig.
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