La historia detrás del perfume del cisne, la fragancia de Gloria Vanderbilt que marcó los años ochenta
Fue pintora, escritora y diseñadora de moda, ‘socialité’, heredera desde bebé de una fortuna millonaria, uno de los ‘cisnes’ de Capote y logró que las mujeres de la alta sociedad llevaran vaqueros azules
En 1982 Gloria Vanderbilt ya era una figura icónica. Famosa desde su nacimiento, era la hi de Reginald Claypoole Vanderbilt, heredero de una gran fortuna gracias al negocio familiar de la construcción y explosión del ferrocarril, y de su segunda esposa, Gloria Morgan. Su padre murió cuando ella sólo tenía 18 meses, lo que la hizo beneficiaria de inmediato de un fondo de cinco millones de dólares de la época junto a su medio hermana Cathleen Vanderbilt. Pronto la prensa la bautizó como “pobre niña rica”: su madre viajaba a menudo a París y llevaba un alto tren de vida, así que su tía Gertrude Vanderbilt Witney peleó la custodia de la niña en lo que los medios de la época llamaban “el juicio del siglo”. Los tribunales le dieron la razón y Gloria vivió con su tía la mayor parte de su infancia. A los 17 posó por primera vez para Harper’s Bazaar ante el objetivo de George Hoyningen-Huene y cuando cumplió los 21 recibió lo que quedaba de su herencia. Un año después, cortó la asignación que recibía su madre y decidió utilizar su fortuna para alimentar sus pasiones por la actuación, el modelaje, la pintura y el diseño. Vanderbilt estudió una temporada en la Art Students League de la ciudad de Nueva York, desarrollando un talento artístico por el que se haría cada vez más conocida durante su carrera. Solo tres años después, en 1948 y cuando tenía 24 años, presentó su primera exposición de arte.
Gloria también estudió interpretación y debutó en Pensilvania en 1954 con la obra de teatro The Swan, la primera referencia al cisne que después marcó su vida y su carrera. Su vida era tan fascinante que a menudo se ha dicho que Vanderbilt inspiró a Truman Capote el personaje de Holly en Desayuno en Tiffany’s, ese que después catapultó a la fama a Audrey Hepburn. Lo cierto es que ella era uno de esos ‘cisnes’ originales, damas de la sociedad neoyorquina casadas con hombres poderosos, y todas ellas elegantes y sofisticadas (Babe Paley, Gloria Guinness, Lee Radziwill…), con las que el escritor entabló amistad y a las que traicionó contando sus intimidades en La Côte Basque, 1965, relato que publicó en 1975. Su historia copará la nueva temporada de Feud, titulada Capote vs. The Swans, una miniserie de Ryan Murphy que FX estrenará a finales de enero en Estados Unidos.
Por aquel entonces, el personaje de Gloria Vanderbilt todavía tenía muchas capas por construir y ahora se había incursionado en el diseño textil, así que esperaba su gran oportunidad en el mundo de la moda. Y esta llegó en la década de los setenta.
En 1976, Murjani, un diseñador de origen indio con tienda en la Séptima Avenida de Nueva York, quería hacer destacar a sus pantalones vaqueros entre todos los demás. Vanderbilt ya estaba trabajando en una línea de blusas para la marca y aceptó la oferta: los jeans mostraban su nombre en el bolsillo trasero y tenían un pequeño cisne en el bolsillo delantero, una referencia a su debut en el teatro que se convertiría en su icono. En 1977 la propia Vanderbilt protagonizó el anuncio de televisión de los vaqueros, una campaña de un millón de dólares, y aquellos fueron bautizados como los primeros jeans de diseñador del mundo. Según contó Murjani en el día en el que salió el spot se agotaron los 150.000 pares de vaqueros que la compañía había producido. Dos años después su línea fue la más vendida en Estados Unidos, superando a sus rivales como Calvin Klein.
En ese momento de gran éxito, Gloria Vanderbilt dio otro giro en su carrera y creó uno de los aromas de la década. Porque como dijo Diane von Furstenberg en The New York Times tras el fallecimiento de Vanderbilt: “Ella fue relevante en todo lo que hizo. Ella mantuvo el espíritu de la época durante casi un siglo”.
En 1982, antes del gran boom de los diseñadores de moda aprovechando el filón comercial de los perfumes, Gloria Vanderbilt cerró un acuerdo con L’Oréal que duró hasta 2002. Y lanzó Vanderbilt, una botella decorada con un cisne tallado que, a diferencia de otros grandes nombres, se vendía a un precio asequible. Más tarde, Chanel creó Coco en 1984 y Calvin Klein lanzó Obsession en 1985, el mismo año en el que Dior lanzó Poison. Por primera vez los nombres de diseñadores eclipsaban a las marcas de perfumes: Paco Rabanne con Calandre (1984), Lagerfeld con los perfumes de Chloé en 1987 y un año más tarde, en 1988, Emmanuel Ungaro sacó Diva.
La fragancia fue creada por la maestra perfumista Sonja Grojsman, la nariz detrás de Yves Saint Laurent Paris, Trésor de Lancôme, Prescriptives Calyx y Frédéric Malle Outrageous, por nombrar algunos de sus éxitos. Es una fragancia floral y, como ocurre con otros perfumes de la década de los ochenta, su aroma es bastante abrumador. Las fragancias femeninas de la época eran atrevidas, estaban pensadas para lanzar una declaración de intenciones y se usaban en grandes cantidades. Les caracterizaban aromas audaces, intensos y complejos. Definitivamente, Vanderbilt olía a su época. La composición floral de Vanderbilt incluía notas de flor de naranja, lavanda, piña, bergamota, jazmín, nardo, ylang ylang, clavel, rosa, lirio, vetiver, opopónaco, sándalo, algalia, almizcle y vainilla.
La unión de Gloria Vanderbilt con L’Oréal dio como resultado 16 fragancias, la última lanzada en 2016, elaboradas por muchas narices famosas y de prestigio, como Dora Baghriche (creadora de Mon Paris de Yves Saint Laurent junto a Olivier Cresp), Francis Kurkdjian (actual Director Creativo de Perfumes Dior y autor de Baccarat Rouge 540), Christine Nagel (Miss Dior Chérie es obra suya), Sonia Constant (que ha trabajado para Tom Ford, Narciso Rodríguez o Carolina Herrera) u Olivier Pescheux (artífice de perfumes icónicos como One Million, de Paco Rabanne).
La vida de Vanderbilt, que vendió los derechos de su nombre en 1978, continuó forjando su leyenda con cuatro matrimonios (el primero con un mafioso de Hollywood, Pad DiCicco; el segundo con un director 42 años mayor que ella, Leopold Stokowski; el tercero, con el director Sidney Lumet, y el cuarto con el autor Wyatt Emory Cooper). Entre sus amores estuvieron también Marlon Brando, Frank Sinatra, Howard Hughes y Roald Dahl. En lo profesional, también siguió siendo prolífica: escribió colecciones de cuentos, fue colaboradora habitual de The New York Times, Vanity Fair y Elle, y a los 85 años sorprendió a la sociedad de Nueva York cuando publicó una novela gráfica erótica. Mil vidas en una sola. Murió en 2019 a los 95 años. En Manhattan, como no podía ser de otra manera.
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