El gigoló que enamoró a los hombres influyentes
El libro ‘Best-kept boy in the world’ descubre la figura del gigoló Denham Fouts, amante de reyes y artistas y numen de escritores como Truman Capote o Gore Vidal.
Media docena de novelas dan muestra de la influencia de Denham Fouts en la obra de algunos escritores estadounidenses del siglo XX. Su nombre inspiró un puñado de personajes literarios, conquistó y arrancó el corazón de quienes lo siguieron y, como toda estrella fugaz, vivió intensamente y murió joven. Su celebridad en los círculos literarios se desarrolló lejos de toda mirada intrusa que pudiera desbaratar la magia de aquella personalidad. La editorial Riverdale Ave Books acaba de reeditar el libro Best-kept boy in the world, del ensayista Arthur Vanderbilt, que recoge la azarosa vida sentimental del gigoló Denham Fouts.
Nació en 1914 en Florida, recaló un tiempo en Washington D.C. y con 18 años se estableció en Nueva York. Sus atributos físicos y una buena educación le sirvieron para ganarse la confianza de los hombres más influyentes. «Era un homme fatal, un tipo que tenía que haber escrito sus memorias y nunca lo hizo», dijo Gore Vidal en una ocasión. Era como el personaje de Tadzio en Muerte en Venecia, de Thomas Mann; la Lolita de Nabokov, o la tormentosa mitad de Gatsby en la novela de F. Scott Fitzgerald. Un poderoso imán de estructura apolínea que mercadeó con sus encantos y pasó su vida de cama en cama.
El escritor Truman Capote fue uno de sus mejores amigos y se inspiró en él para escribir la novela Plegarias atendidas –su última venganza contra la alta sociedad–. Aquel libro contaba las desventuras de un chapero de lujo cuyas virtudes se cotizaban muy bien entre una élite compuesta por «monstruos perfectos». En la novela se entremezclan el fulgor de una casta descastada y sus inevitables miserias. Capote dispara a matar en un teatro en el que cabe todo el mundo, de Greta Garbo a Peggy Guggenheim. No fue el único que se valió de la historia vital de Fouts para crear. En 1956 Gore Vidal escribió un libro de relatos llamado A thirsty evil: Seven short stories, basado en la vida del gigoló.
Truman Capote, uno de sus grandes valedores.
Cordon Press
«Cuando Denham llegó a Nueva York se dio cuenta de que poseía poderes extraordinarios: caminaba por la calle y la gente lo miraba y lo admiraba. Lo invitaban a bares, fiestas y espectáculos de Broadway, y hasta le propusieron viajes a Europa. Sin venir a cuento se convirtió en el centro de todas las miradas», cuenta Vanderbilt en el libro. El escritor Glenway Wescott, una estrella en los años 30 gracias a su libro Las abuelas, fue su primer amor –más bien cliente–. Fouts se dejaba querer y se dejaba llevar. Juntos viajaron por el viejo continente y asistieron a decenas de fiestas.
En Londres, en un evento en Tredegar House, conocieron al príncipe Pablo de Grecia, abuelo de Felipe VI, que vivía exiliado en el país junto a su hermano Jorge. «Al poco tiempo Pablo invitó a Denham a un crucero por el Mediterráneo», explica Vanderbilt en el libro. De los días con el futuro monarca, quien reinaría en Grecia entre 1947 y 1964, pasó al desenfreno sicalíptico con el coleccionista de arte Peter Watson, gran amor del diseñador y fotógrafo de moda británico Cecil Beaton. Watson mimó a Fouts como nadie. Visitaron París, Cannes y Niza; más tarde pasearían por Sankt Moritz, Milán y Roma.
Gore Vidal escribió «A Thirsty Evil» (1956), una serie de relatos inspirados en la vida de Denham Fouts. A la derecha, el escritor británico Christopher Isherwood.
D.R. / Cordon Press
Con solo 21 años Fouts ya era un adicto a fumar opio. Los continuos cambios de humor que aquello le provocaba dieron la puntilla a su relación con Watson. «No compartíamos ninguna inquietud intelectual y, pese a que solo nos separaban seis años, me convertí en una especie de padre que lo único que hacía era dar dinero a Denham», cita Vanderbilt a Watson. Tras numerosas peleas y malentendidos, la pareja rompió su unión. Pese a la separación, el coleccionista de arte siguió ayudando a Fouts en su lucha contra sus adicciones.
Este prosiguió su camino y buscó refugio en el novelista británico Christopher Isherwood, quien se inspiró en él para un personaje del libro Down there on a visit. «El prostituto más caro del siglo XX», como dijo en una ocasión Isherwood, era también «el tipo más guapo del mundo», según Capote. Sus últimos días, antes de morir a los 34 años, discurrieron a caballo entre Europa y Estados Unidos. Alternó con lo mejor y lo peor y acabó sucumbiendo a todos los excesos. Un ataque al corazón fulminó en Roma el poderoso magnetismo de un hombre que, como dijo Capote, «si se hubiera acostado con Hitler habría salvado al mundo de la Segunda Guerra Mundial».
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