Andrea Levy y la polémica por sus vestidos de ‘influencer’ en Instagram
La controversia por la promoción de las firmas que viste la delegada de Cultura del Ayuntamiento de Madrid desde sus redes abre el debate sobre los contextos de promoción entre cargos públicos y empresas de moda.
Tras la tormenta mediática que originó el discurso de Andrea Levy en la presentación del nuevo calendario de Naves Matadero de Madrid por sus referencias a «la izquierda sectaria», otra polémica se ha abierto en torno a la delegada de Cultura del Ayuntamiento de Madrid sobre ese mismo acto: lo que llevaba puesto. Levy compartió en su cuenta de Instagram la imagen del día y al final de su texto incluyó «Look @zara» en el que tagueaba (mencionar directamente mediante la arroba) a la marca que la vestía, promocionándola así ante sus más de dieciséis mil seguidores –el texto aparece ahora editado, sin la palabra «look» y sin la mención directa a Zara–.
La estrategia de publicitar los posts mencionando a marcas, habitual y normalizada entre influencers de la moda pero poco habitual entre miembros con cargos en la Administración, dio pie a críticas entre la oposición y ciertos sectores de la prensa. «Andrea Levy, en caída libre. ¿No hay nadie en su equipo o en su partido capaz de parar esta deriva? Y otra duda, ¿lo de ‘look Zara’ es porque le ceden la ropa? ¿Porque hace publicidad gratuita a la marca? ¿Puede hacer esto un cargo público?», tuiteaba la periodista de cultura de la cadena SER, Marta García Miranda. Rita Maestre, portavoz externa de Mas Madrid, recurría a varios emoticonos con sonrojo al compartir la noticia que firmó Sofía Pérez Mendoza en eldiario.es destacando el titular «La concejala Andrea Levy publicita en redes sociales marcas de moda que le ‘prestan’ ropa».
Es habitual que los representantes del sector cultural promocionen la moda española en eventos y distintos ámbitos para visibilizar el talento nacional. Mientras fue ministra de Cultura, Ángeles González-Sinde unió fuerzas con la Asociación de Creadores de Moda de España (ACME) para promocionar la moda española en Nueva York y ella no se cansaba de vestirla en actos públicos. A lo que no estábamos habituados, teniendo en cuenta los cambios en comunicación política que han instaurado las redes sociales, es a ver a un cargo público promocionando a un gigante empresarial desde su cuenta personal de Instagram mientras explica políticas públicas culturales. Ese es el caso de Levy, que además de compartir los estilismos que ha vestido de creadores españoles en actos públicos, como Duyos o Ágatha Ruiz de la Prada –firmas que forman parte de la ACME–, ha promocionado públicamente a Zara en varias ocasiones desde su cuenta (todas las menciones que existían en su cuenta de Instagram fueron editadas a raíz de la polémica sobre su product placement).
Si bien el equipo de comunicación de la delegada de Cultura optó por no hacer declaraciones al respecto, desde el equipo de Juan Duyos se aclaró que este tipo de acciones son «el día a día del trabajo de un diseñador y su equipo», y que son «innumerables los personajes públicos que visten su firma». Fuentes de Inditex, por su parte, especificaron que Zara no ha cedido ninguna de las prendas a Levy para que las promocione porque «no existe ninguna colaboración ni trato preferente con la delegada de Cultura». Es decir, que ha sido ella misma quien ha decidido destacar que iba vestida del gigante empresarial español. Una estrategia de comunicación política en redes poco habitual que aplaude la actual directora ejecutiva de la ACME, Pepa Bueno: «Lo que ha hecho es una declaración de intenciones, a mí me gustaría que vistiese siempre de creadores españoles, pero he aquí un cargo público vistiéndose de diseño español y anunciándolo a sus seguidores», defiende. Bueno destaca que Levy siempre se ha interesado por la labor de la ACME y que está desarrollando estrategias por la moda española más allá de vestirla en actos públicos: «Mucho antes de ser delegada de Cultura ya venía a desfiles. Ahora apoya el desarrollo de las pasarelas y acciones en el centro de Madrid como soporte relevante a la industria», destaca.
¿Políticos ‘influencer’? Las difusas fronteras de la promoción
En 2018, en EE UU, se vivió otra polémica sobre la promoción de firmas de moda en redes sociales desde la Administración. Lo hizo Louise Linton, la esposa del secretario del Tesoro de la Administración Trump, Steve Mnuchin. Actriz y modelo escocesa, Linton tuvo que ofrecer una entrevista a la revista Elle para blanquear su denostada imagen tras el «incidente de la bufanda de Hermès» en su cuenta de Instagram (que derivó en que se hiciera público que su marido pidió usar un avión privado del Gobierno para su luna de miel). Cual influencer incapaz de separar la labor pública de su marido con la exhibición de estatus personal, Linton subió una foto a sus redes mientras estaba de viaje oficial y decidió promocionar las marcas que vestía con hashtags (#BufandaHermés, #pantalonesRolandMouret, #gafasdesolTom Ford y #zapatosdeValentino). Sus seguidores pusieron el grito en el cielo y ella no dudó en contestarles con desprecio y de forma sarcástica, lo que acrecentó todavía más el escándalo y abrió la veda a una oleada de artículos sobre el excesivo estilo de vida del matrimonio. Un año después, pidió perdón desde las revistas femeninas aclarando que trataba de «aprender a vestir con respeto según el sitio» que visitase.
En una era en la que los políticos utilizan las redes para crear imagen de marca personal, generar cercanía y alejarse de la frialdad institucional (ahí está toda esa legión de candidatos y representantes horneando magdalenas o haciendo directos de Instagram desde su casa cocinando frijoles mientras explican sus planes de gobierno), las nuevas estrategias de comunicación política se reescriben día a día. Linton pidió perdón y Levy ha editado sus propias publicaciones a raíz del revuelo causado. Mientras la oposición y la prensa arqueaba la ceja frente a la publicidad de Zara de Levy, la congresista estadounidense Alexandria Ocasio-Cortez compartía varios stories de Instagram donde promocionaba directamente a la firma M. M. LaFleur, una marca de ropa femenina que ha hecho del power suit su enseña y que se ha ofrecido a vestir gratis a cualquier candidata que se presente a un cargo público, ya sea a un Ayuntamiento o a la Cámara de Representantes. ¿El objetivo? Conseguir elevar el 27% de mujeres en la Administración animando a las mujeres a vestirse (gratis) para el cargo. Una estrategia redonda para alinearse con el poder que contó con el apoyo de congresistas y empresarias de todo tipo desde sus cuentas de Instagram y donde, una vez más, se borraron las barreras entre política y promoción empresarial. No será la última.
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