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Adiós al CD, hola APP

Las ventas del disco compacto caen desde 2000. En un año, y solo en España, bajaron en un 23,3%. Pero la música no pierde el compás: el sector explora vías como el streaming y coquetea con las aplicaciones.

Vampire Weekend

Lo han sentenciado a muerte. El CD, nacido en los 80, lleva en caída libre desde el año 2000. Y nada parece frenar su derrumbe. Pero la música sigue sonando. En otros formatos.

Dos tendencias, en principio antagónicas, conviven en 2013. El formalismo más puro –con el rescate de un viejo amigo del sector, el vinilo– y el digitalismo más feroz, con el lanzamiento de álbumes en aplicaciones como el de ARTPOP, de Lady Gaga, previsto para el 11 de noviembre. ¿Y qué tienen en común estos dos fenómenos? Ambos recuperan el disco como concepto, como un todo, y no como una lista de canciones que se bajan como si fueran singles.

Los datos mundiales de ganancias del sector son halagüeños. Los españoles, algo menos. El mercado internacional sube por primera vez desde 1999: un leve repunte del 0,3% (2012), según la International Federation of the Phonographic Industry (IFPI). Y todo gracias a la buena salud de lo digital. Aunque, eso sí, lejos quedan los 38.000 millones de dólares anuales [28.762 millones de euros] de hace una década. Hoy, se genera la mitad: 16.500 millones de dólares [12.489 millones de euros].

«En España las cosas van algo peor. El volumen de venta es como el de Holanda, donde viven 18 millones de personas. Aquí, somos 45 millones», compara Antonio Guisasola, presidente de Promusicae, asociación que representa el 98% de los sellos. La venta de discos y DVD musicales –en soporte físico o digital– se ha desplomado a los niveles más bajos desde que existen estadísticas. Durante los seis primeros meses de 2013, se desembolsaron 55,9 millones de euros en estos formatos; es decir, un 12,4% menos que en el mismo periodo de 2012 (63,7 millones). La cifra era seis veces mayor en 2001.

«No todo son malas noticias, el streaming sube (un 18,5% en un año). El problema: el despegue es tímido; en Noruega, EE UU o la India, lo digital supera desde hace años el 50% del total. Aquí ha alcanzado en el último semestre el 46%», informa Guisasola. «Suecia, el país que inventó Spotify, cerró Pirate Bay [portal de enlaces de descargas] hace un par de años. Según un estudio, desde entonces, lo virtual parece que se ha disparado. En España, la web sigue en pie», añade.

«Al principio de la revolución digital, se solía decir que estaba matando a la música, ahora podemos decir que la está salvando», sentencia Edgar Berger, ejecutivo internacional de Sony Music Entertainment. Pascual Crespo, digital manager de Universal, coincide: «Spotify reduce la piratería: en Noruega, los niveles han bajado en un 80%».

Uno de los precursores de los discos apps, Calvin Harris, en Miami. 18 Months solo se podía oír en el móvil mientras se bailaba.

Getty Images

Para algunos expertos, las apps podrían convertirse en el nuevo MySpace: para teléfonos inteligentes funcionan como webs de grupos; sirven para promocionar y distribuir música y otros contenidos. Mobile Roadie, desarrolla desde hace cuatro años, esta tecnología. «Hemos lanzado cerca de 1.000 aplicaciones. Los fans quieren saber qué hacen y dónde están sus ídolos», nos cuenta Michael Schneider, CEO de esta empresa. Y añade: «La de Adele, con más de dos millones de descargas, ha sido un pelotazo, y Taylor Swift ha recaudado más de 500.000 dólares [376.672 millones de euros] a través de la venta de entradas, politonos, etc.».

El de Lady Gaga es uno de los lanzamientos más esperados del año. Y no solo por los fans. La artista tiene a la industria en ascuas: ¿podrá ARTPOP repetir el éxito de anteriores trabajos? La obra es todo un experimento. Ya lo contábamos en S Moda cuando la entrevistamos en exclusiva para España el pasado septiembre: el disco saldrá en formato app. «Se trata de un sistema visual y musical que permite compartir arte, moda y tecnología con una nueva comunidad interactiva», explica la cantante en su blog. Jay Z también reescribe las reglas del sector: Magna Carta… Holy Grail, su último álbum, se escuchó en primicia el 4 de julio. ¿Y quiénes lo estrenaron? Los usuarios de Samsung Galaxy, gracias a una aplicación especial. La jugada le salió redonda: Samsung le ha pagado cinco millones de dólares (3,8 millones de euros) por un millón de descargas. Bluebrain riza el rizo: el dúo de electro-pop edita álbumes apps que solo se escuchan en zonas específicas de una ciudad a través de una aplicación. «Es una de las áreas que más estamos trabajando. Las apps requieren un desarrollo tecnológico potente y un contenido exclusivo, con noticias, vídeos, fotos, entrevistas… Se empezaron a usar hace unos cuatro años. Y aquí las hemos utilizado con Pablo Alborán o Macaco», explica Simone Bosé, director de Parlophone España. Pero, ojo: no es la panacea: las aplicaciones son caras de desarrollar, se pueden colgar –como le pasó a la de Jay Z– y piratear. La industria sigue esperando el formato mesiánico, una alternativa al CD que venda. ¿O no? «La mayoría ya ha asumido que el modelo ha cambiado. No se trata de sustituir un sistema por otro, sino de adaptarse. El margen de beneficio se ha reducido, pero se puede compensar con más volumen de suscriptores a plataformas en streaming», propone Guisasola. 

Lady Gaga lanza ARTPOP el 11 de noviembre. El disco, un experimento multimedia, saldrá en formato app. Aquí, un momento de la gira de Born This Way Ball, en Las Vegas.

Cordon Press

FIEBRE RETRO. La última vuelta de tuerca nostálgica se la debemos a Beck. El cantante lanzó hace unos meses Song Reader, un álbum con 20 temas en partitura y sin música. Tal cual. Todo un anacronismo y un guiño al crooner Bing Crosby, quien en 1937 vendió 54 millones de copias de la partitura de Sweet Leilani. El experimento de Beck convierte al oyente en compositor, en cómplice. Más desvíos que reivindican la corporalidad del disco: Hesitation Marks, el próximo largo de Nine Inch Nails, saldrá con cuatro portadas diferentes: todas del artista Russell Mills y elaboradas con sangre, óleo y tierra.

Los agoreros enterraron el vinilo hace 30 años. Decenas de fábricas de prensado cerraron. Ironías de la vida, una docena ha abierto en EE UU en la última década. El vinilo está vivo. En 2012 supuso 177 millones de dólares (un 18% más respecto a 2011) en el mundo. Según la IFPI, la cifra más alta desde 1997. La tendencia es al alza en España: en 2010 las ventas aumentaron en un 18%; un 11,9% en 2011 y un 13,6% en 2012. «Pero es residual: el año pasado se vendieron 75.000 frente a más de siete millones de ventas físicas», aclaran desde Promusicae.

«Reeditamos mucho: los Beatles, Pink Floyd, David Bowie… Es un formato nostálgico, en auge. Su renacer es una reacción ante la frialdad del MP3», opina Bosé. Y una manera de llevar la contraria: si los padres escuchan CD, los hijos, vinilos. Los datos lo corroboran: las novedades se editan en LP. El vinilo más vendido en EE UU en 2012 fue Blunderbuss de Jack White, con 34.000 copias. Daft Punk, con 19.000 de Random Access Memories, triunfa este año. Es la era de la retromanía, de lo hipster. Por eso, algunos hablan de burbuja. «Los jóvenes se han pasado al LP porque está de moda. Cuando no lo esté, lo abandonarán», augura Gerardo Cartón, jefe del sello PIAS en España. Y añade: «El CD se extinguirá y el LP permanecerá para coleccionistas. Pero nunca será el sustento del mercado». Además, tampoco pueden editarse muchos más: con la aparición del disco, las empresas cambiaron de tecnología. El modelo de prensado de vinilo más reciente se remonta a 1982. Algunos emprendedores han intentado elaborar uno nuevo, pero sus ansías se han visto frustradas por el coste (unos 500.000 dólares).

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