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Matrimonios abiertos: qué cuentan (bueno y malo) las parejas que lo han vivido

El mediático divorcio de Lily Allen ha reabierto el debate acerca de si las relaciones abiertas pueden realmente funcionar

Marita Alonso

“Intenté ser tu esposa moderna”, canta Lily Allen en Relapse, uno de los temas de su álbum West End Girl, que funciona como un combativo diario en clave sonora en el que mediante la letra de sus canciones, la británica hace saber al mundo jugosos e íntimos detalles de su maltrecho matrimonio. “He estado intentando ser abierta. Solo quiero cubrir tus necesidades. Seré tu mami no monógama. Solo estoy intentando ser abierta”, canta en Nonmonogamummy, indicando así que el motivo por el que Allen aceptó tener una relación abierta con David Harbour era contentar al actor.

Aunque ella ha aclarado que en sus letras hay también ciertos elementos ficcionados, el nuevo disco de Allen podría estar desvelando cuáles eran las normas que ambos pactaron al abrir la pareja. “Teníamos un acuerdo. Sé discreto y no seas descarado. Tenía que ser con desconocidos. Pero tú no eres una desconocida, Madeline”, dice en el tema Madeline, indicando así que el actor de Stranger Things incumplió las normas. “Dale a un hombre una relación abierta y aun así encontrará la manera de engañarte”, titula la periodista Rowan Pelling a un artículo de opinión publicado en The Telegraph en el que es tajante. “La promesa de la no monogamia es una mentira porque, como revela el nuevo álbum de Lily Allen, las reglas consensuales rara vez impiden la infidelidad”, asegura.

“Lo que me sorprende de este caso es que parece no tener nada que ver con relaciones abiertas, en las que precisamente el acuerdo es que se pueden tener relaciones con otras personas, habitualmente con ciertos condicionantes, porque no es un todo vale”, dice Arola Poch, sexóloga de Wyylde. “Cada pareja tiene sus propios acuerdos y si se incumplen, cada cual tomará las decisiones que considere oportunas, según el tipo de acuerdo roto y lo grave que se considere. Las claves de las relaciones abiertas son tener una comunicación honesta, hablar de miedos, inseguridades, expectativas… Es importante hablar antes y después, para valorar qué tal ha ido y cambiar lo que sea necesario. En definitiva, la comunicación constante es necesaria”, dice a S Moda.

La antropóloga Helen Fisher lleva décadas investigando el amor y considera que aunque las parejas abiertas han existido desde siempre, “nunca funcionan a largo plazo” . “Son personas que lo quieren todo: mantener su profundo vínculo con una pareja y tener romances con otras. Y quieren ser honestas al respecto. Pero lo que no te dicen es que nuestro cerebro no funciona muy bien para aceptar algo así”, dice la antropóloga.

Eva Moreno, sexóloga, terapeuta de pareja y fundadora de Tapersex, está de acuerdo siempre y cuando no tengan claro lo que significa abrir la relación ni tengan muy claras las razones por las que lo hacen. “Abrir la relación exige una dedicación tremenda y tener una base muy sólida para gestionar las complejidades que conlleva abrir una relación a nivel emocional y logístico. Y para eso hay que saber muy claramente cuáles son las motivaciones que llevan a esa pareja a abrir la relación”, dice la sexóloga de Gleeden. Aclara que es fundamental que ambos miembros de la pareja estén al cien por cien de acuerdo con dar ese paso.

Cecilia Bizzotto, socióloga y portavoz de JOYclub España, hace una apreciación muy interesante: cuando una relación monógama termina, nadie culpa al modelo monógamo, mientras que si una relación abierta se rompe, se suele atribuir a la apertura. “Abrir una relación no garantiza el fracaso, igual que la monogamia no garantiza el éxito. Lo que marca la diferencia es cómo se gestiona. Una relación abierta implica trabajar inseguridades, celos y creencias sobre el amor romántico. Si se abre la relación para ‘arreglar’ un problema previo, o sin trabajo personal y comunicación, lo más probable es que duela. Pero si hay una base sólida, honestidad y herramientas para gestionar las emociones, puede ser una experiencia que fortalezca el vínculo”, dice.

Bizzotto considera que el caso de Lily Allen permite hablar del concepto de fidelidad en el ámbito de las no monogamias. “Existe el estereotipo de que en las relaciones no monógamas no hay infidelidades; yo he oído muchísimo que las relaciones abiertas son infidelidades consentidas o me llegan comentarios a las redes sociales donde dicen: ‘¿Y estas relaciones no son simplemente ser infiel y ya?’… Se asume que la exclusividad sexual y afectiva son sinónimos de fidelidad, esto es porque en el marco de las monogamias, la fidelidad radica en que no te enamores o te acuestes con otra persona”, comenta Bizzotto. “En las relaciones no monógamas, la fidelidad se centra en otro tipo de acuerdos que no ponen la exclusividad en el centro si no en otras normas; en el caso de Lily Allen, el acuerdo era no tener relaciones con personas cercanas de ambos. Para ellos romper este acuerdo es romper el pacto principal de la relación, de la misma forma que en una monogamia, una infidelidad hubiese supuesto el pacto de la relación. Este caso ,sirve para cuestionar la idea de la fidelidad tradicional centrada en la exclusividad sexual”, dice.

La película Splitsville se orquesta alrededor de las relaciones abiertas y como escribe en The Atlantic Faith Hill, aunque en muchos momentos parece una burla sostenida a los matrimonios abiertos, en última instancia, el verdadero problema no es ni la monogamia, ni la no monogamia… Sino los miembros de la pareja. “La película sugiere que sean monógamos o no, los humanos siempre serán humanos. Siempre estarán atormentados por el camino no tomado; lucharán sin cesar contra las leyes de la naturaleza y del tiempo, contra la mortalidad; nunca lo tendrán todo. Si están condenados a la insatisfacción, al menos están condenados juntos”, escribe. La película Together lleva al mundo del terror la idea de la pareja tradicional al convertir en una pesadilla la idea de entregarse por completo a una relación. No es un ‘spoiler’, sino parte de la trama, contar que la pareja comienza a fusionarse hasta ser una única persona, adentrándose así en el género de body horror de largometrajes como La sustancia.

Carmen Díaz, consultora de IT, explica a S Moda que en el proceso de conocer su pareja, hablaron sobre si creían en las relaciones abiertas. “Diría que fue algo totalmente natural. Las normas son las siguientes. Puede ser algo puntual, pero no se puede mantener el contacto con esa persona después y por lo tanto, no puede ser alguien del entorno. En nuestra cama está prohibido salvo que participemos los dos. Y SIEMPRE con protección”, asegura. “Lo que está condenado al fracaso es una relación monógama con el paso del tiempo. Es humano sentir deseo sexual por otras personas y eso no está reñido con el amor y el compromiso con tu pareja y ese proyecto de futuro juntos. La represión conlleva frustración o mentiras y no quiero ninguna de esas cosas ni para mí, ni para mi pareja”, explica.

“No quiero dar mis apellidos ni decir mi profesión porque mis amigos no saben que teníamos una relación abierta. Me da miedo que me digan que soy tonta por haber dicho que sí a algo en lo que no creía”, dice Sofía. “Llevábamos cinco años juntos y apenas teníamos sexo. Me dijo que o abríamos la pareja, o me dejaba. Me siento estúpida al decirlo pero accedí, aunque nunca me acosté con alguien. Lo hice para que no me dejara. Mi norma era una: que nunca me contara lo que hacía”, confiesa. Ya no están juntos (“Los celos pudieron conmigo”, aclara) y al hablar de la condición que puso a su pareja, esboza el contexto perfecto para hablar del modelo de relación abierta DADT (Don’t Ask, Don’t Tell), que responde a acuerdos dentro de relaciones no monógamas en los que se permite tener vínculos sexuales o afectivos con otras personas, pero sin compartir esa información con la pareja principal. “Hay relaciones abiertas en las que se impone la máxima de ‘ojos que no ven, corazón que no siente’. Luego hay otras parejas que establecen, por ejemplo, la regla de los 100 kilómetros, que dentro de una relación abierta, implica que por ejemplo, uno de los dos se va fuera un fin de semana con las amigas y puede hacer lo que le plazca”, dice Moreno.

Caso de éxito

Al año de comenzar su relación, Alberto Sobrado, copywriter, y su novio, se informaron acerca de las relaciones abiertas. Asegura que la fórmula les ha funcionado. “Hay dos planos distintos para mí, el romántico y el sexual, que suele ser el mayor punto de conflicto por lo que he comprobado al conversar sobre este tema”, aclara. “Mi proceso ha sido largo y con mucha calma al principio, pero ha ido escalando en velocidad al ir consolidándose las dinámicas. Hay gente con una mayor predisposición para este tipo de relación que otras y es muy importante que respetemos nuestros tiempos personales de adaptación y no querer correr sin estar preparados para caminar. Desde mi experiencia hay unos factores fundamentales para que esto salga bien: la comunicación, la confianza, la responsabilidad afectiva y la comprensión. La idea es que todo el mundo esté cómodo con esto, tanto nosotros como las personas externas”, asegura.

“Las relaciones abiertas son más que ‘voy a tener sexo con X’; se trata de establecer otro tipo de vínculos con la gente. Si se hace desde un punto de vista sano, acabas encontrando a personas que te aportan más allá del mero acto sexual y al tener un approach centrado en respetar, el hecho de mantener relaciones interpersonales con responsabilidad afectiva suele crear un mejor entorno en general, más sano y que intente que a todo el mundo le sume”, añade. Señala que si alguien no cree que las relaciones abiertas puedan funcionar en su caso, puede intentar llegar a un entendimiento a través de la comunicación. “Anímate a probar y si no encaja contigo, simplemente buscad una alternativa o replantearos si realmente lo que tenéis puede funcionar. No es malo querer ser monógamo, pero tampoco querer ser abierto o poliamoroso. Lo malo es no estar a gusto en una relación. Las normas no son inamovibles, no son la piedra de los mandamientos, se van quitando y poniendo en función de las necesidades de la gente y el momento. No os queráis más, quereos mejor”, dice para terminar.

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Sobre la firma

Marita Alonso
Redactora especializada en cultura pop y estilo de vida. Licenciada en Comunicación Audiovisual por la Universidad Complutense de Madrid. 
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