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Tribuna
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Cómo Cate Blanchett se convirtió en un icono lésbico

Ser icono lésbico no tiene nada que ver, o no solo, con la orientación sexual de quien lo es

Cate Blanchett
Cate BlanchettWILSON WEBB (Image supplied by Capital Pictures / Cordon Press)

Es junio de 2023, Pop Crave, empresa de medios y noticias virales fundada por WillCosme, lanzaba una pregunta abierta en su cuenta de Twitter (X). “What’s yourfavourite moment from a celebrity interview?” (o “Cuál es tu momento favorito de una persona famosa en una entrevista”). La respuesta fue inmediata, unánime: millares deusuarios compartieron un fragmento de una entrevista de Cate Blanchett durante la promoción de Tár (2022), un filme de Todd Field protagonizado por ella misma. En el clip de vídeo, la actriz responde con un desenfadado: “Yeah, baby!”, tras preguntarle sies o no icono lésbico. Además, comenta que es muy agradable disfrutar de ese lady status, signifique este lo que signifique. “I take it” (o “Lo asumo”), rio.

El nacimiento de esa pregunta sobre su iconicidad no se sitúa en esta entrevista. Desde hace algunos años, le sigue allá donde va, le acompaña y no le pesa. Parece, incluso, que le hace flotar. Ya no camina. Además, el hecho de que ese reconocimiento se comprenda dentro del marco de interpretación del lady status no es casual, pues setrata de un consenso que mana de una comunidad de mujeres. Un tiempo antes de 2023, en una secuencia de la exitosa Orange is the new black (2013), la serie creada por Jenji Leslie Kohan, sucedía lo que sigue. Laura Prepon, que daba vida a Alex Vause, la siempre irresistible y tóxica ex novia de Piper Champan (Taylor Schiling) suspiraba en el comedor de la prisión: “Mi fantasía es tomar un batido junto a Cate Blanchett. Además, quiero a alguien que me masajee la cabeza y ella parece que tiene los dedos adecuados”. De estas líneas sencillas de guion, se extraen cuatro conclusiones de baby dyke (o “lesbiana recién salida del armario”). Lo importante que es que el deseo suceda primero en la mirada, la carga simbólica de las manos; también la permeabilidad e impacto para ese momento de la película Carol 2015), de otro Todd, Haynes, en el hipocampo de todas las lesbianas del globo, incluso del de aquellas que están en la cárcel. Como broche final, la ilusión, Do not Ruin my Fantasy (o “No arruines mi fantasía”), su papel en la lesbian culture.”¡No destroces mi ficción, es decir, no me prives de imaginar a Cate Blanchett como yoquiera!”, se desespera Vause ante la mirada reprobatoria de Chapman.¿Qué es un icono? Demasiado grande. ¿Qué es un icono lésbico? Mucha responsabilidad. ¿Qué es el icono lésbico “Cate Blanchett”? ¡Bingo!

 Rooney Mara y Cate Blanchett en 'Carol'.
Rooney Mara y Cate Blanchett en 'Carol'.Courtesy Everett Collection (©Weinstein Company/Courtesy Everett Coll / Everett Collection / Cordon Press)

Qué hace que actrices como Carrie Coon o Kathryn Hahn, ¿Rachel Weisz? Pese a su vibe, no lo sean. O que la propia Sarah Paulson (íntima, por cierto, de Blanchett) lo sea en menor grado, siendo ella, la lesbiana par excellence, luego de confirmar su relación con Holland Taylor en 2016. Recordemos ahora el directo que Paulson y Blanchett hicieron en sus respectivas cuentas de Instagram durante la pandemia del Covid-19, en 2020, en el que saludaron al colectivo LGTBIQ+. Entonces, Cate Blanchett fue, por uno sinstantes, Dyke Blanchett, al decir en alto: “Soy lesbiana”. “¿Que eres lesbiana…?”, logró articular Paulson. La intérprete australiana encarna en sí misma la posibilidad, la pregunta y la respuesta: cuando la ven, algunas mujeres quieren ser su novia, después se preguntan, pero ¿es lesbiana? Y luego se decepcionan porque no, no lo es.

Pero el sueño continúa. Desde el estreno de Blue Jasmine (2013), se produce un giro lésbico de los acontecimientos. Pese a performar en la cinta de Woody Allen el papel de una mujer heterosexual, a lo largo de la película tontea en su interpretación con los límites del feminismo y de su propia feminidad, se asalvaja y envilece; se quita toda esa domesticación de encima y abraza algo que desconoce. Pero no es hasta 2015 con el estreno de Carol, donde interpreta a Carol Aird, cuando se fragua el auténtico icono que conocemos hoy, haciendo que la novela de Patricia Highsmith se prefigure como una biblia ecuménica, ya long seller, y se venda por doquier en cualquier lengua. Carol Aird es una mujer casada con un hombre impenetrable, madre de una niña; un ejemplar bellísimo de ser humano, una voz inconfundible, buena bebedora, astuta y quebrada por el amor hacia otras mujeres. Su deseo es clandestino y se oculta en una urbanización algo aislada de la ciudad, que es donde conoce a la joven Therese.

Cate Blanchett en una escena de 'Blue Jasmine'.
Cate Blanchett en una escena de 'Blue Jasmine'.©Sony Pictures/Everett Collectio

Carol habita la sociedad norteamericana de los años cincuenta y está sola deambulando en ella, aunque no del todo. Su mejor amiga —que qué casualidad, es Sarah Paulson en el celuloide— es su ex novia (es su “Amex”, “Mejor amiga y ex”) y le sirve de soporte emocional. Muy rápidamente, todos estos escenarios se hacen canon y Carol se convierte en la lesbiana base del audiovisual, al penetrar en el mainstream con una fuerza inusitada. Pero se puede, y se debe, decir más. Durante una rueda de prensa, un periodista decide felicitar al elenco por haber asimilado una relación entre dos mujeres a un vínculo romántico heterosexual. Blanchett se revuelve. “Heterosexual, no. Usted quiere decir normal, ¿no?”. Los personajes lésbicos interpretados por Cate Blanchett —a partir de Carol nos encontramos con los ejemplos clarísimos de Lou Miller en Ocean’s 8 (2018) o de LydiaTár en Tár— hacen lo que ella misma predica fuera de la ficción, decirle a los massmedia: “Eh, ¡no seáis reduccionistas!”. Como dijo en una ocasión una escritora española, ser lesbiana es como tener los ojos azules, es algo que convive en el mundo con el resto de las cosas.

Cate Blanchett es alguien que, por un lado, dice que una nación completa se volvería gay por ella, y se muere de risa al verbalizarlo, y que, por el otro, hace unas declaraciones sobre su marido sinceras, y se le humedecen los ojos. Ser icono lésbico no tiene nada que ver, o no solo, con la orientación sexual de quien lo es, no debería ser un condicionante para ello. Es una cuestión de compromiso y respeto, de mantener ambas cosas en el tiempo, de querer serlo con todo lo que ello conlleva. Blanchett es la heterosexual (¿o no? Confirmó que había estado con mujeres) Que no mide, pero no engaña y que no quiere definirse porque no quiere limitarse. Es una actriz con presencia pública que genera contenido para las lesbianas, material de calidad, que las entretiene; que sabe que son una parte de su público nada menor y que no se conforma con la sugestión de posibles escenarios con los que fantasear.

Sarah Paulson y Cate Blanchett posan en el desfile de Louis Vuitton otoño - invierno 2024.
Sarah Paulson y Cate Blanchett posan en el desfile de Louis Vuitton otoño - invierno 2024.Pierre Mouton (Getty Images for Louis Vuitton)

Como dice Martha Gever en su brillante Entertaining lesbians. Celebrity, Sexuality andSelf-Invention (2003), lesbian icon es todo aquel personaje famoso mujer que pone su imagen, su reputación y su compromiso, al servicio de crear enredos de ocio para el imaginario sexo afectivo lésbico. Igualmente, lo convierte en algo identitario. Solo se sale del armario como icono lésbico. Blanchett, como no tantas otras, genera contenido, cuida a su público, no se sexualiza ni es susceptible de sexualizarse. Entretenimiento, gozo y alboroto sin que suene música de hospital psiquiátrico o el sonajero de las pastillas para una posible medicalización. Y esto transcurre en un entorno de seguridad total, tanto fuera como dentro de las redes o de la pantalla.

Sin embargo, todo esto no es nuevo, ya lo hizo Radclyffe Hall al publicar en 1928 El pozo de la soledad. Esta se significó públicamente, generó contenido para laslesbianas e introdujo ese material en el mainstream a través de los libros. Otras contemporáneas, como Alla Nazimova, Eva Le Galliene, Garbo o la Dietrich tal vez no lo hicieron, o no lo hicieron así, aunque es cierto que su impronta estética y física perduró.

Si Blanchett ha de mirarle de reojo el escote a Aubrey Plaza, lo hace. Si ha de flirtear escudándose en los acentos junto a Sandra Bullock, lo hace. Si la ficción con Therese, o sea, con Rooney Mara ha de continuar en la realidad, lo hace. Ahí está ella, sólida, estática e hipnótica, como un telefilme de media tarde. No se amilana, la representación conlleva una responsabilidad y una defensa férrea del cult a todos los niveles. El quid de la cuestión no es lo que encarna, es el cómo lo hace. Ella sabe, y lo toma con gusto, de la importancia de uno de los papeles más importantes de su vida.”I take it, I take it”

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