Por qué ‘Orange is the new black’ debería ser tu serie de la temporada
Unos dicen que es la sorpresa de la temporada. Otros, que esta serie es un placer no tan culpable. En la redacción de S Moda, de lo que estamos convencidos, es que Orange is the new black (OitNB) debería ser tu serie del verano. Una producción de Netflix –ese videoclub virtual que promete dar mucho juego en los Emmy gracias a sus quince nominaciones con House of Cards, Arrested Development o Hemlock Grove–, que ha conseguido poner de acuerdo (gratamente) a la crítica y culpable de que la mayoría de sus espectadores hayan engullido del tirón los trece capítulos de su primera temporada en jornadas maratonianas que ni los chicos de Portlandia.
¿Qué tiene este dramedia que tanto gusta? La crítica se ha rendido a la adaptación de las memorias de Piper Kerman (Piper Chapman en la serie), una treintañera de clase acomodada, amiga de Dave Eggers y la élite literaria de Nueva York, una «nice blonde lady» como ella misma defiende, que acabó 15 meses en un prisión federal de mínima seguridad tras un chivatazo que delató que diez años antes había transportado hasta Bruselas un maletín repleto de dinero relacionado con el tráfico de heroína. Un desliz del pasado que pondrá a prueba su compromiso actual con su chico y que supondrá compartir prisión con su ex, aka la traficante de heroína con la que vivió unos excesivos veintitantos. ¿Encarcelados en el extranjero? No, Netflix. La nueva serie de Netflix.
He aquí tres motivos del porqué los seriéfilos andan obsesionados desde el pasado 11 de julio con el show carcelario del año.
Detrás del proyecto está Jenji Kohan, la mujer que nos regaló a Nancy Botwin. Los espectadores de la ya finalizada Weeds sabrán de antemano que los guiones ácidos, corrosivos e ingeniosos son marca de la casa de Jenji Kohan. La escritora y productora que convirtió en una madre de los suburbios de Agrestic en una narcotráficante internacional (algo ida al final de la serie) ha vuelto a triunfar con una producción en la que, además, ha incluido a Jodie Foster o Andrew McCarthy como directores de algunos episodios.
El test de Bechdel nació para series como ésta. Cuando Alison Bechdel estableció su simple baremo para demostrar que dos mujeres charlando de otra cosa que no sean hombres es de lo más complicado en el cine, debía idealizar ficciones como ésta. Además de la historia de Piper (Taylor Schilling), la serie inspecciona en cada capítulo los caminos que han llevado a las reclusas de Hitchfield a prisión y con los que resulta imposible no empatizar: la ex de Piper, Alex (Laura Prepon) responsable de una red de narcotráfico internacional, madre e hija encerradas por tráfico de drogas, una rusa que aprovecha el poder que le da controlar la cocina con códigos mafiosos (Kate Mulgrew), una transexual exbombero (interpretada por la también transexual, Laverne Cox) encarcelada por fraude para poder costearse su cambio de sexo, una monja ecoterrorista… Nunca una serie se había llenado de tantas badasses juntas.
Demuestra que el lesbianismo catódico vuelve a ser posible. Ha llovido mucho desde The L World pero, tal y como nos recordaban desde Vulture hace unos días, las lesbianas están viviendo un fantástico verano en las pantallas. Parte de este brío viene dado por OitNB. Lesbianas, las hay para todos los gustos: las deslenguadas y ácidas como la interpretada por una acertada Natasha Lyonne, las poéticas e imprevisibles como Suzanne Crazy Eyes (Uzo Aduba), o lo que Kerman denomina en su libro como las chicas que son «gay for the stay«, o lo que vendría a ser lo mismo, las que se lo montan con otras internas durante su confinamiento pero que mantienen relaciones heterosexuales en el exterior. Un amalgama de personalidades en el que no se puede obviar la incursión de la comediante Lea DeLaria interpretando a Big Boo.
Una vez engullidos los 13 capítulos iniciales (se ha confirmado una segunda temporada) siempre quedará el poder comprobar (OJO, spoiler) cómo la columna de su pareja Larry (Jason Biggs) en The New York Times realmente se escribió (puedes leerla aquí) o cómo la propia Kerman también describió su experiencia en el mismo periódico, aquí. Kerman, por cierto, asesora a Kohan en el rodaje de cada capítulo. No hay duda de que esta joven (que admite que tomó ventaja de ser una joven blanca y universitaria en una prisión dividida entre las negras, latinas, adictas a las anfetas o las Golden Girls) ha sabido sacar provecho de su traspié con la justicia.
Netflix
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