Regreso al faro
Decidida a descubrir si hay algo en el bolsillo secreto de la maleta que dejaron en el faro, Andrea se dirige hacia allí en mitad de una tormenta
Llegamos al faro a media tarde, pero lo hacemos en mitad de una oscura tormenta veraniega que convierte el día en noche. Cuando Maribel detiene su coche sentimos la lluvia impactando contra el techo de un modo tan violento que llegamos a asustarnos por un segundo.
Salgo de allí decidida, y mientras me alejo escucho a Maribel preguntarme cómo pienso entrar. Me lo pregunta gritando, para hacerse oír entre el ruido de la tormenta. No llego a responderle porque corro hacia el faro tratando de refugiarme cuanto antes de la lluvia, con la esperanza de conseguir colarme por la ventana rota. Y sí, lo consigo.
Dentro todo sigue igual. No tardo en localizar la maleta, tan vacía como la dejé. Me agacho y busco la hendidura, bajo el asa del lateral, disimulada junto a la costura. Abro la cremallera y deslizo mis dedos hacia el interior del bolsillo secreto. Hay algo dentro. Son fotografías. Tiro de ellas hasta sacar todas.
Son cinco. No, espera. Seis. Son seis. Me fijo en ellas y en algunas reconozco la terraza del restaurante de Patricio vista desde arriba. Por el ángulo parecen fotografías tomadas desde lo alto del faro. Es de noche en las fotos. En una de ellas veo a un par de personas en la terraza del restaurante, pero no es eso lo que las fotografías intentan capturar, o por lo menos no me lo parece. Junto a la terraza, en la superficie del agua del mar, parece reflejarse algo. Algo grande y metálico, a espaldas de las personas de la terraza. Me cuesta reconocer qué es exactamente, la tormenta es cada vez más oscura.
Al levantarme para tratar de encender alguna luz, mientras recorro la pared con una mano, escucho un ruido y noto una corriente de aire. Me giro y veo al alien, muy cerca. Acaba de entrar en el faro.
El alien grita y se abalanza sobre mí, lleva algo en una mano. Una especie de barra metálica. Me golpea en la cabeza con ella. Yo reacciono agarrando el colgante de Mario que pende de mi cuello y se lo clavo, creo que en una oreja. El alien grita de dolor. Mientras lo hace escapo de allí, aturdida. Cruzo el faro hasta llegar a las escaleras y comienzo a subirlas, pero no es buena idea. El alien me sigue.
Lo que sucede en lo alto del faro es un poco confuso. Sé que al llegar arriba busco la forma de escapar. Me recuerdo allí, perseguida por el alien, primero dentro y luego fuera, rodeada por la tormenta. Pienso en esto mientras caigo desde lo alto del faro, con un relámpago iluminando el cielo.
Lo último que veo es la mano del alien, extendiéndose hacia mí.
Le falta un dedo.
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