El gran salto de la ciudadanía
Últimamente, los ciudadanos han puesto contra las cuerdas a Facebook y servicios aparentemente más neutros como es Twitch.
Meet the new boss
same as the old boss
The Who,
Won’t get fooled again
La pandemia ya nos ha cambiado la vida. Y aunque haya que esperar aun para conocer con exactitud sus efectos a largo plazo, no resulta excesivamente atrevido sostener que nos ha dado el empujón necesario hacia la era digital, tras años y años de coqueteos.
Ahorramos mediante videoconferencias; y la nube y la mejor conectividad nos aportan cada vez más servicios como el streaming de contenidos audiovisuales o de videojuegos. Pero estos son apenas los síntomas de un movimiento más profundo. La covid-19 ha legitimado, por una parte, la recolección y el tratamiento de los datos mediante los móviles. Hemos constatado la validez de las apps para este objeto cuando se han hecho de una forma correcta (Corea del Sur, por ejemplo), de la misma manera que la mejor forma de conocer el cumplimiento (o no) del confinamiento ha sido gracias a los datos servidos por Google y sus mapas.
Lo que es más importante: la pandemia nos ha hecho más conscientes del poder que damos a estas multinacionales y del uso que hemos hecho de él. Con todo lo malo, 2020 será también el año en que se marcaron líneas rojas tanto a la hora de controlar las apps de rastreo como para comenzar a desterrar el discurso del odio de cualquier tipo de plataforma. Los ciudadanos han puesto contra las cuerdas a Facebook y servicios aparentemente más neutros como es Twitch.
Damos el salto, sí. Pero cada vez parecemos más convencidos de no querer renunciar a la libertad en el proceso.
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