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Redes sociales

“Hola, soy Britney, ¿cómo estás?”: los peligros de “ligar” por Instagram

Expertos advierten de un aumento de las "estafas de romance", que en EE UU suponen más de 200 millones de coste para sus víctimas

José Mendiola Zuriarrain

Suena el despertador y antes de poner un pie en el suelo echamos un vistazo al móvil. Para muchos, sobre todo para los más jóvenes, una visita obligada será Instagram. Los usos pueden ser diversos, y uno de ellos, ligar. Una actividad que algunos casos puede tener sus riesgos. Algunos expertos en seguridad en esta red social alertan del creciente número de estafas, sobre todo relacionadas con potenciales romances. En Estados unidos, las estafas relacionadas con estos falsos romances se han convertido en las más denunciadas ante la Agencia Federal de Comercio.Según este organismo, las víctimas (no solo en Instagram) pagaron más de 200 millones de dólares en 2019. Un 40% más que un año antes.Hablamos de ellos como víctimas y ellas como cebo porque las cifras son rotundas: son los varones mucho más propensos a ser víctima de una estafa de estas características que las mujeres. Y eso, a pesar de ser Instagram un territorio mayoritariamente femenino: el 56,3% de sus usuarios son mujeres, según un análisis publicado por la firma de seguridad en internet NordVPN. Pese a emplear todo tipo de revestimientos que puedan llevar a equívoco, el modus operandi suele ser el mismo: granjearse la confianza de la víctima para obtener de ella dinero empleando para ello multitud de estratagemas.

Los peligros de la vanidad

Cualquiera que tenga una cuenta en Instagram con cierta proyección puede comprobarlo en primera persona: en el apartado de los mensajes privados —el famoso direct— encontraremos en la parte superior derecha un apartado bajo el título Solicitudes; esta es la entrada natural de los scammers (aunque no la única). Accediendo a esta puerta oscura uno se puede encontrar de todo, desde peticiones de likes a perfiles, hasta negocios relacionados con bitcoins. Además, probablemente encontraremos en ella supuestos perfiles de bellas jóvenes, muchas de ellas aparentemente extranjeras, que hacen una tímida aproximación: “Hola, guapo ¿Qué tal el día?” (esto último, en español o inglés).Si tras esta breve aproximación no hay respuesta, por lo general, van a por otra cuenta. Si se responde —y para ello se debe aceptar la entrada del mensaje, ya que Facebook protege bien este aspecto— puede empezar el proceso de engaño. En algún ordenador de otro punto del globo saltan las alertas y se pasa a la segunda fase. En esta escalada, la víctima suele seguir el perfil de la joven aparentemente desamparada y descubre las fotos de una mujer extremadamente bella. Todas las estafas tienen ingrediente común: no se llega a hablar nunca con la presunta enamorada. Las comunicaciones se mantienen dentro de la mensajería privada, aunque posiblemente subiendo de todo y aportando datos personales o más fotos.

Un viaje que acabó en drama

Posiblemente, el caso más notorio de estafa por un asunto de faldas fue el vivido por Paul Frampton, un prestigioso físico británico proveniente de la universidad de Oxford, que acabó entre rejasen una sórdida cárcel argentina por una estafa de estas características. En aquel suceso, Frampton sucumbió a los encantos de una chica boliviana deseosa por conocerle, lo que propició que hiciera el petate y se plantara en una escala en Argentina con una maleta que su enamorada había insistido que trajera. El académico acabó en la cárcel por tráfico de estupefacientes.Aquella historia fue sangrante por lo evidente de la estafa, pero la realidad revela que los estafadores siguen aprovechando el filón de los desaprensivos y “personas sin experiencia en ciberseguridad”, según confirma a este diario Ruby González, responsable de comunicación de NordVPN. El perfil más sabroso para los estafadores es el del adulto adinerado, pero el más fácil es el del adolescente, “a quienes los estafadores consideran más inocentes”.

Cómo protegerse

Además del sentido común, los expertos sugieren establecer una serie de barreras de protección: la primera sería hacer que el perfil en Instagram sea privado; con ello se logrará que los estafadores, en una primera batida, puedan crear un perfil de su víctima.La segunda medida y posiblemente más importante, nunca responder: ignorar los mensajes y eliminarlos sin abrirlos puede ser la mejor garantía de no iniciar un peligroso ciclo que sabemos cómo puede terminar. Por último y si ya se ha establecido el contacto (puede suceder que quien nos escriba tenga, en el fondo, buenas intenciones), Ruby González sugiere que hagamos una “búsqueda inversa”; esto es, que seamos por un momento investigadores y analicemos el perfil de esta persona en redes sociales. Si no tiene más presencia que la de Instagram y su imagen cambia constantemente, mejor ignorarla y asegurarse la tranquilidad aun a riesgo de perderse el amor de su vida.

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Sobre la firma

José Mendiola Zuriarrain
Es colaborador en la sección de Tecnología de EL PAíS. Licenciado en Ciencias Económicas por la Universidad de Deusto, escribe desde 2007 sobre nuevas tendencias y tecnología.

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