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Irene Gaumé: materializar lo imposible

Irene Gaumé (Boston, EE UU, 1984) iba a ser escultora tradicional hasta que una serie de coincidencias le llevaron a descubrir el modelado 3D.

Irene Gaumé dentro de Veronnica Scanner, con la que se realiza la fotogrametría.
Irene Gaumé dentro de Veronnica Scanner, con la que se realiza la fotogrametría.Fernando Sánchez

Irene Gaumé (Boston, EE UU, 1984) iba a ser escultora tradicional hasta que una serie de coincidencias le llevaron a descubrir el modelado 3D. “Estudié Bellas Artes en Amberes y, al salir de la escuela, era muy difícil encontrar trabajo”, recuerda. Un día se puso a investigar sobre escultura digital en Google hasta descubrir un software, ZBrush, que cambió su trayectoria. “Se usa en videojuegos y animación, pero cuando vi las posibilidades que tenía para imprimir en 3D me volví loca”, cuenta.

Esa puerta le condujo a especializarse como creadora de obras que solo podrían existir ahora. “A través del modelado 3D, traduces un boceto cualquiera a tres dimensiones”, explica. “Dibujas y esculpes a la vez. Todo lo que se te pueda ocurrir en tres dimensiones lo puedes crear e imprimir, a cualquier escala y en cualquier material”.

Como miembro del taller Factum Arte, eso significa proyectos de restauración digital, crean réplicas exactas de cualquier pieza que podamos ver en un museo. “Si quieres copiar una escultura del Prado, por ejemplo, primero haces una fotogrametría. Es como un escaneado a través de una esfera de fotografías, que procesas con un software para construir una malla 3D. Luego lo puedes escalar y preparar un archivo de impresión”, detalla.

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Entre esos trabajos imposibles que lleva a cabo encontramos experimentos fascinantes, como recrear la piel de un Van Gogh desaparecido. “A partir de una foto de 1920 y un cuadro de la misma serie de flores de Van Gogh que escaneamos en alta resolución en la National Gallery de Londres, fui recortando cada pincelada del pintor hasta reconstruir una superficie en bajorrelieve de ese cuadro que ya no existe”.

Otro proyecto que le ilusiona especialmente: la recreación a tamaño natural de una cueva de la tribu waujá, en Mato Grosso (Brasil), que fue vandalizada recientemente. “Es como recuperar la memoria, un proyecto muy emotivo. Trabajamos con los miembros de la tribu para poder devolverles su lugar sagrado”.

A través del modelado 3D dibujas y esculpes a la vez . Todo lo que se te pueda ocurrir en tres dimensiones lo puedes crear e imprimir, a cualquier escala y en cualquier material”.

Esa capacidad para llegar a donde el arte tradicional no llega también la invitó a involucrarse en una de las obras más polémicas del arte reciente, el ninot del Rey Felipe VI, ideado por Santiago Sierra y Eugenio Merino, y que pasó por Arco 2019. “Había un problema de escala, porque debía medir cuatro metros, y, por eso, me contactó Eugenio”, recuerda. “Tuve que modelar la cabeza a través de unas 200 fotos, fue un reto porque no podíamos trabajar con el original”.

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