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El coche autónomo acelera

Diez años después del lanzamiento de una nueva tecnología en el sector del automóvil, sólo el 15% del parque de vehículos está equipado con ella; 20 años después, afecta a la mitad de la flota; a los 30, llega a ser el 80%

Los coches autónomos son un tipo de automóvil capaz de detectar su entorno y navegar sin intervención humana. Además, de momento es quizás el tipo de robot avanzado por excelencia. Casi cualquier persona poseerá, usará o alquilará uno de ellos en un horizonte temporal no muy lejano.

En 2014, la Sociedad de Ingenieros Automotrices (SAE, por sus siglas en inglés), creada en 1905 con el fin de desarrollar estándares para todo tipo de vehículos para beneficio de la sociedad, propuso una norma técnica para clasificar las tecnologías de asistencia a la conducción desde el nivel 0, donde ningún ordenador de a bordo controla nada, hasta el nivel 5, donde no se requiere control humano. Esta clasificación permite visualizar el abanico de innovaciones necesarias para lograr una completa conducción autónoma.

En los niveles 1 y 2, el conductor mantiene el control del vehículo, a la vez que recibe gradualmente varias ayudas para la conducción (limitador de velocidad, control de crucero, GPS...). En el nivel 1, el ordenador de a bordo puede gestionar la velocidad o la dirección, mientras que el conductor conserva el control total del vehículo. En el nivel 2, el coche puede controlar la velocidad y la dirección. Un ejemplo es el Mercedes-Benz Clase E, que cuenta desde 2016 con el asistente Drive Pilot, que es capaz de evitar la salida de la calzada. Estas tecnologías representan avances concretos en materia de seguridad y equipan a muchos vehículos en el mercado actual. En combinación con otros sensores que miden la capacidad de conducción de un automovilista, las ayudas para la conducción ya disponibles podrían reducir los accidentes de tráfico en un 20% en tres años, gracias a los sensores de control de velocidad y de prevención de colisiones.

A partir del nivel 3, los vehículos pueden circular de forma autónoma en entornos controlados como autopistas, pero su conductor tiene que poder recuperar el control en cualquier momento. Sería el caso del Autopilot de Tesla en el Model S. Esta característica permite al conductor relajarse cuando su vehículo se encuentra, por ejemplo, en atascos de tráfico. En el nivel 4, el conductor ya no conduce y el sistema, que funciona en áreas acotadas donde el coche tiene suficiente información para no depender del conductor, debe poder colocar el vehículo en una situación segura hasta que el humano tome el control. Esta tecnología permitirá entre otras cosas que un vehículo viaje sin su dueño para estacionarse solo y regresar a por su conductor cuando llegue el momento. Google, Uber, Volvo, BMW, Citroën o Audi ya están probando prototipos.

El proyecto de coche autónomo de Google Waymo

Con el nivel 5, la conducción autónoma es completa. De este modo, puede circular por cualquier carretera o ciudad siempre y cuando sea legal la conducción autónoma. Baidu o Microsoft ya están realizando investigaciones en esta clase de vehículos. Google, que logró una autonomía de nivel 3 en 2012 con sus vehículos de prueba, ha decidido concentrarse en el nivel 5 con su división Waymo.

Esta clasificación se utiliza habitualmente para predecir cuán rápido se desplegarán los vehículos autónomos por analogía con la difusión observada para otras innovaciones anteriores en el sector de la automoción. Por regla general, diez años después del lanzamiento de una nueva tecnología, solo el 15% del parque de vehículos está equipado con ella. Veinte años después, afecta a la mitad de la flota, y treinta años después, al 80%. Aplicada a las tecnologías de conducción autónoma, se afirma que el nivel 5 solo estará disponible a partir de 2025. Esta visión se ha aceptado ampliamente entre las autoridades públicas. En Europa, la hoja de ruta para la conducción autónoma publicada por la Plataforma Tecnológica Europea, que reúne a expertos de la industria, la investigación y las instituciones públicas, prevé en su versión de 2017 que el desarrollo de vehículos completamente autónomos (nivel 5) se producirá en la década de 2030.

Solo una profunda revisión de la normativa permitirá dar respuesta a la realidad imperante que representan estos automóviles.

Además, el nivel de autonomía de un mismo vehículo dependerá del entorno en el que opere. Es más fácil conducir el vehículo autónomo en una autopista o en Pamplona que en ciudades colapsadas como San Francisco, París o Moscú. Dependiendo del entorno urbano, la circulación de un coche autónomo en el extrarradio sería más fácil que en el centro de la ciudad, o a veces lo contrario. Es posible que algunos vehículos permitan una conducción de nivel 4 en un lugar, nivel 3 en otro y nivel 2 más lejos. Un coche de nivel 5 puede funcionar perfectamente dentro de un perímetro limitado, pero no puede salir y mezclarse con el tráfico normal. Los camiones autónomos que ahora se están probando pueden alcanzar un nivel 4 o 5 en las autopistas, pero permanecerán en el nivel 2 o 3 en las ciudades.

En definitiva, el coche autónomo mejora la seguridad vial, incrementa la eficiencia global de la circulación, racionaliza el consumo del combustible, ayuda al conductor a evitar accidentes, proporciona al conductor información en tiempo real sobre la red viaria a fin de evitar los atascos y permite a sus usuarios optimizar sus desplazamientos.

A los juristas ya nos está haciendo reflexionar sobre cuestiones como la categoría jurídica de los robots, los niveles de autonomía existentes, el régimen de responsabilidad civil aplicable, los sujetos responsables que deben indemnizar por los daños ocasionados o la validez del concepto de producto defectuoso en estos casos. En efecto, solo una profunda revisión de la normativa existente permitirá dar una respuesta jurídica satisfactoria a la realidad social imperante que representan estos automóviles.

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