El raro perfil del filólogo bilingüe, experto en lenguaje natural y digital
Las empresas buscan profesionales con formación transversal. Los empleos del futuro requerirán más flexibilidad
Chatbots, edición y traducción digital, comunidades científicas, consultas electrónicas, e-learning, redes sociales... ¿Qué tienen común más allá del mundo virtual donde se desarrollan? La base lingüística. Todos requieren destrezas comunicativas, además del lenguaje de programación, inteligencia artificial y plataformas que los sustentan. Es decir, necesitan no solo expertos en programación y machine learning, sino también profesionales especialistas en creación y gestión de textos. Son las nuevas demandas de una economía digitalizada.
“Los estudiantes de letras que son bilingües (expertos en lenguajes naturales y en lenguajes de programación) tienen asegurado un empleo en puestos para los que aún no tenemos ni nombre”, explica Amelia Sanz, catedrática de Literatura francesa y Humanidades digitales de la Universidad Complutense de Madrid y directora del máster en Letras Digitales de la Complutense.
La transformación digital y el auge de nuevos negocios ha traído consigo un boom de perfiles diferentes y mixtos: licenciados en Filología, y también en Traducción e Interpretación, Filosofía, Humanidades... complementados con conocimientos de programación. Roles aún sin definir para los que apenas hay formación específica. Son licenciados en ramas de humanidades, con gran conciencia lingüiística y al mismo tiempo familiarizados con lenguajes informáticos: al tener una base filológica, pueden entender bien la semántica web.
Nuevas profesiones
Chatbots. Profesionales especializados en el desarrollo de programas de conversación, a partir de generación de documentación y corpus de entrenamiento.
Edición digital. Departamentos de producción para el desarrollo y corrección de epubs o pdfs, la creación de actividades multimedia.
Consultas. Formalización de patrones a partir de las búsquedas de clientes con herramientas electrónicas.
Contenido educativo. Editores de contenidos educativos virtuales y técnicos de enseñanza.
Digitalización. Empresas, instituciones y proyectos para digitalizar documentos, bibliotecas.
“Lo que más demandan las empresas son estudiantes con conciencia crítica y reflexión lingüística, con cultura”, observa Sanz. Un aprendizaje que, a su juicio, es “muy lento, muy caro”. Con esa base adquirida, el complemento (lo digital, lo tecnológico, lo técnico) “viene después y es más fácil, también más barato”.
Bajo esa reflexión nació en 2015 el Máster en Letras Digitales, que cuenta con un 50% del profesorado del área de filología y otro 50% de informática, y que ha conseguido llamar la atención de empresas que buscan profesionales con formación “transversal”: un enfoque lingüístico, basado en el conocimiento del lenguaje y su estructura (sintaxis, semántica), y con base informática.
Para ello, se enseña a los estudiantes por ejemplo a producir recursos digitales desde su origen, el tratamiento automático de textos, aplicación de teorías del aprendizaje en línea o a analizar contextos antropológicos para ubicar productos de cibercultura.
Reconversión
La digitalización ha supuesto una fuerte reconversión para un sinfín de sectores, que requieren nuevos profesionales flexibles, con visión tecnológica, para cubrir tareas como construcción y gestión de bases de datos, mejora de buscadores, formación de patrones de consulta, desarrollo de programas de conversación, gestión de redes sociales...
Las empresas que adoptan estas competencias son variadas: grandes tecnológicas, fundaciones e instituciones públicas, compañías de digitalización, construcción de bases de datos de conocimiento, comunicación y marketing, editoriales y otras creadoras de contenido... y cualquiera que pueda utilizar el big data trabajado desde el punto de vista lingüístico.
“Son perfiles nuevos y no tengo la menor duda de que serán el futuro de la filología y de las humanidades en general”, explica Sanz. Si hace unos años la enseñanza era la única salida para estas carreras universitarias, con la digitalización se abre todo un campo profesional y oportunidades de empleo.
Saber programar da más control y autonomía sobre lo que se está creando. “Steve Jobs (fundador de Apple) decía que todo el mundo tendrá que saber un mínimo de lenguaje de programación”, recuerda Sanz, y los estudiantes de Filología y de Humanidades no son una excepción.
La colaboración de profesores de áreas tan dispares como la filología y la informática no siempre es fácil. Al principio, dice Sanz, era como “agua y fuego”, y hubo que hacer un trabajo para ir quitando prejuicios de unos hacia otros. Al final “tienen muchas cosas complementarias”.
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